Las Cortes de Cádiz, la Constitución de 1812 y la Emancipación Americana: Transformaciones Clave en el Mundo Hispánico

Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

Convocatoria y Composición de las Cortes

En 1810, ante el desastroso estado del país —consecuencia del reinado de Carlos IV, el gobierno de Godoy y el avance del ejército francés—, el Consejo de Regencia, establecido tras la disolución de la Junta Suprema Central, convocó a Cortes. La elección de Cádiz como sede no fue casual: la ciudad ofrecía una defensa más segura y se había convertido en refugio para muchos defensores de las reformas que huían del avance napoleónico, lo que facilitó la difusión de ideas liberales. Las Cortes se reunieron en Cádiz con unos 300 diputados, cuya composición reflejaba a las clases medias influyentes de la época: predominaban el clero, los abogados, juristas, altos funcionarios, militares y catedráticos, mientras que la presencia de nobles y miembros del alto clero era escasa.

Desde el inicio, se perfilaron tres grandes tendencias ideológicas entre los diputados: los liberales, partidarios de la soberanía nacional, la igualdad ante la ley y el fin de la monarquía absoluta; los absolutistas (denominados despectivamente “serviles” por sus adversarios), que defendían la continuidad del Antiguo Régimen; y los “jovellanistas”, un grupo de moderados que buscaban conciliar los intereses del rey y la nación mediante un modelo de Cortes estamentales.

Principios y Labor Constituyente: La Constitución de 1812

El 24 de septiembre de 1810, en su sesión inaugural, las Cortes se declararon constituyentes y asumieron la soberanía nacional. La Constitución de Cádiz, promulgada el 19 de marzo de 1812 y conocida popularmente como “La Pepa”, se convirtió en un hito del liberalismo español. Este extenso texto, con 384 artículos, establecía principios fundamentales como:

  • La soberanía nacional, por la cual el poder residía en la nación.
  • La división de poderes: el ejecutivo asignado al rey, el legislativo a las Cortes con el rey, y el judicial a los tribunales.
  • La proclamación de una monarquía constitucional moderada, en la que el monarca veía sus poderes limitados por la ley.

Las Cortes eran unicamerales y elegidas mediante sufragio universal masculino indirecto, reservado a los varones mayores de 25 años. La Constitución también garantizaba la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, eliminando los privilegios estamentales. No obstante, mantuvo el catolicismo como religión única y oficial de la nación, sin reconocer la libertad religiosa.

Reformas Legislativas y Socioeconómicas

Además de redactar la Constitución, las Cortes de Cádiz emprendieron una profunda reforma legislativa. Entre sus medidas más destacadas se encontraron:

  • La libertad de imprenta y la supresión de la censura previa (con limitaciones para textos religiosos).
  • La abolición de los señoríos jurisdiccionales, aunque los señores conservaron la propiedad de las tierras si podían demostrarla.
  • La supresión de la Inquisición.
  • La derogación de los gremios, lo que introdujo la libertad económica, de producción y de comercio.
  • La abolición de los privilegios de la Mesta.

También se suprimió el mayorazgo y se impulsó la desamortización de algunos bienes eclesiásticos y civiles, sentando las bases para una transformación económica orientada hacia principios liberales y capitalistas.

Impacto y Trascendencia

Las reformas de las Cortes de Cádiz representaron un intento trascendental de modernizar las estructuras políticas, sociales y económicas de España. Aunque muchas de estas medidas encontraron una fuerte resistencia por parte de los sectores absolutistas y no lograron consolidarse a largo plazo tras la restauración de Fernando VII, su impacto en el desarrollo del pensamiento liberal español fue innegable. Además, la Constitución de 1812 sirvió como referente e inspiración para movimientos liberales y constitucionales en otros países, tanto en Europa como en América Latina.

El Proceso de Independencia de las Colonias Americanas. El Legado Español en América.

Causas y Contexto de la Emancipación

La influencia de las ideas de la Ilustración, el ejemplo de la Independencia de los Estados Unidos, la marginación política y económica de los criollos (descendientes de españoles nacidos en América) y el rígido régimen monopolista comercial impuesto por España en el continente, fueron factores que condujeron al proceso de independencia de las colonias americanas. Asimismo, potencias como Estados Unidos y Gran Bretaña apoyaron, en distintos momentos y formas, a los independentistas, con el interés de ocupar el vacío económico que la retirada de España dejaría.

Primeras Etapas del Proceso Independentista (1808-1814)

Entre 1808 y 1810, al igual que en la Península, en América se formaron Juntas de gobierno, inicialmente como un movimiento de lealtad a Fernando VII y en oposición a la invasión francesa. Sin embargo, entre 1810 y 1814, con la Península ocupada, muchas Juntas americanas evolucionaron, dejaron de reconocer la autoridad de la Junta Suprema Central y del Consejo de Regencia, y proclamaron la independencia en diversas regiones como Venezuela, Nueva Granada (actual Colombia), México y Chile, aunque estos primeros intentos, en su mayoría, fracasaron. El movimiento independentista logró un éxito temprano y más duradero en el virreinato del Río de la Plata, dando lugar al nacimiento de las Provincias Unidas del Río de la Plata (futura Argentina) y de Paraguay. No obstante, una vez finalizada la Guerra de la Independencia en España en 1814 y restaurado en el trono, Fernando VII se propuso sofocar las rebeliones y restaurar el dominio colonial, enviando tropas que lograron reprimir la mayoría de los focos insurgentes, a excepción de Buenos Aires, que se mantuvo independiente.

Consolidación de las Independencias (1815-1824)

A partir de 1815, se inició una nueva fase en la que Inglaterra mostró un apoyo más decidido a los movimientos independentistas, interesada en acabar con el monopolio comercial español. Ese mismo año, el fervor independentista se reavivó. Figuras militares clave como José de San Martín y Simón Bolívar lideraron las campañas decisivas. En 1818, San Martín consolidó la independencia de Chile, y en 1819, Bolívar proclamó la de la Gran Colombia (que integraba Venezuela, Nueva Granada y Ecuador). Durante el Trienio Liberal en España (1820-1823), tras el triunfo del pronunciamiento de Riego, se intentó una negociación y se ordenó un armisticio con los independentistas, pero estas conversaciones fracasaron. En 1821, el criollo Agustín de Iturbide proclamó la independencia de México y se convirtió en su emperador. Mientras tanto, San Martín y Bolívar continuaron sus campañas, logrando la independencia de Venezuela (definitiva tras Carabobo en 1821) y Ecuador (tras Pichincha en 1822, integrándose en la Gran Colombia).

En 1823, con la restauración del absolutismo, Fernando VII intentó nuevamente obtener apoyo europeo para recuperar las colonias. Sin embargo, la firme oposición de Inglaterra y la doctrina Monroe de Estados Unidos impidieron cualquier intervención internacional. Ese mismo año, las Provincias Unidas de Centroamérica proclamaron su independencia. Finalmente, en 1824, la victoria de Simón Bolívar y Antonio José de Sucre en la batalla de Ayacucho selló la independencia de Perú y dio origen a Bolivia (1825). La guerra por la independencia en la América continental había terminado. Del vasto Imperio Español en el continente americano solo quedaron las islas de Cuba y Puerto Rico, además de las Islas Filipinas y otras posesiones menores en Asia y Oceanía.

El Legado Español en el Continente Americano

El principal legado español en América es multifacético e incluye el idioma castellano, la implantación de la Iglesia católica y la introducción de nuevas estructuras económicas, sociales, políticas y artísticas, así como un complejo mestizaje. La interpretación de este legado es objeto de debate: mientras algunos grupos, especialmente indigenistas, ven la conquista y colonización como un proceso de genocidio, explotación y aculturación forzada, otros sectores enfatizan las aportaciones culturales, institucionales, jurídicas y sociales que España integró en el continente, dando lugar a una nueva civilización mestiza. La comprensión de este periodo requiere reconocer tanto las luces como las sombras de una herencia compartida y compleja.