Momentos Clave de la Historia de España: De los Reyes Católicos a la Transición Democrática

La Revolución Gloriosa: El Fin de Isabel II y el Inicio de un Nuevo Ciclo

Contexto y Orígenes

La Revolución Gloriosa fue un levantamiento militar y popular que tuvo lugar en España en septiembre de 1868 y que puso fin al reinado de Isabel II. Este movimiento surgió como respuesta a la profunda crisis política, económica y social que atravesaba el país. El reinado de Isabel II se caracterizó por la corrupción, el clientelismo político, la inestabilidad institucional y el enfrentamiento entre liberales y conservadores, lo que generó un fuerte descontento social.

El Levantamiento y el Gobierno Provisional

La sublevación fue liderada por los generales Juan Prim y Francisco Serrano y contó con el apoyo de sectores progresistas, republicanos y parte del ejército. El levantamiento logró derrocar a la reina sin una guerra civil, por lo que se le denominó “gloriosa”. Isabel II se exilió en Francia y se estableció un Gobierno Provisional encargado de dirigir la transición política.

La Constitución de 1869 y el Reinado de Amadeo I

Una de las principales acciones de este gobierno fue la convocatoria de elecciones para redactar una nueva Constitución. En 1869 se promulgó una de las constituciones más avanzadas de la historia española hasta ese momento. La Constitución de 1869 establecía la soberanía nacional, es decir, que el poder residía en el pueblo. También reconocía la división de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial), garantizaba derechos y libertades individuales (como la libertad de prensa, de religión, de reunión y la inviolabilidad del domicilio) y, por primera vez, introducía el sufragio universal masculino para mayores de 25 años.

El texto constitucional también implantó un régimen parlamentario, en el que el gobierno debía responder ante las Cortes. En el proceso de búsqueda de un nuevo monarca, fue elegido Amadeo de Saboya, un príncipe italiano que asumió el trono en 1871. Sin embargo, su reinado fue corto y complicado, marcado por la división política, la oposición de distintas facciones y conflictos sociales. Finalmente, Amadeo abdicó en 1873.

Consecuencias y Legado

La abdicación de Amadeo dio paso a la Primera República Española, que también fue inestable y de corta duración. En 1874, se restauró la monarquía borbónica con Alfonso XII, dando inicio a un nuevo ciclo político más conservador.

A pesar de la inestabilidad posterior, la Revolución Gloriosa y la Constitución de 1869 representaron un avance importante hacia la democratización del sistema político español, sentando las bases del parlamentarismo y reconociendo derechos fundamentales.

Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

Contexto Histórico y Formación

Las Cortes de Cádiz fueron una asamblea constituyente que se reunió entre 1810 y 1814, en plena Guerra de Independencia contra la ocupación napoleónica en España. Durante este conflicto, tras la abdicación forzada de Carlos IV y Fernando VII, España quedó sin un gobierno legítimo. En este contexto, Cádiz, ciudad libre del dominio francés, se convirtió en el centro de resistencia y reorganización política, y fue allí donde se reunieron representantes de diversas provincias para formar las Cortes.

Objetivos y Composición

El principal objetivo de estas Cortes era defender la soberanía nacional y crear una constitución que estableciera un nuevo orden político. La asamblea estaba compuesta por diputados de ideologías diversas, desde liberales hasta conservadores, lo que generó intensos debates. Entre sus miembros más relevantes no figuraban los nombres mencionados erróneamente en el texto original, como Manuel de Godoy, Francisco de Goya o José de Cadalso, quienes no fueron diputados.

La Constitución de 1812: ‘La Pepa’

El mayor logro de las Cortes fue la Constitución de 1812, conocida como “La Pepa”, por promulgarse el 19 de marzo. Fue una de las primeras constituciones liberales en Europa, e incluyó principios fundamentales como:

  • Soberanía nacional: El poder reside en el pueblo y no en el monarca.
  • División de poderes: Separación entre poder legislativo, ejecutivo y judicial.
  • Reconocimiento de derechos: Libertad de imprenta, igualdad ante la ley, entre otros.
  • Monarquía constitucional: El rey conserva su figura, pero con poderes limitados.
  • Sistema parlamentario: Se instauró un parlamento con representación nacional.

Reformas y Obstáculos

Impulsaron reformas liberales como la centralización administrativa, la secularización del Estado, la abolición de privilegios feudales y algunas medidas económicas orientadas a recuperar el país tras la guerra. Sin embargo, enfrentaron muchos obstáculos: la ocupación francesa limitaba la aplicación de las reformas, la oposición de sectores conservadores (nobleza y clero) fue intensa, y la representación territorial era incompleta, afectando la legitimidad del proceso. Con la vuelta de Fernando VII en 1814, la Constitución fue anulada y se restauró el absolutismo. Un intento posterior de recuperación liberal, durante el Trienio Liberal (1820–1823), también fue reprimido con la intervención extranjera.

Legado

Pese a su breve vigencia, el legado de las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812 fue profundo. Se convirtió en símbolo del liberalismo y de la lucha por la soberanía nacional, influyendo en movimientos reformistas tanto en España como en América Latina.

El Franquismo: Dictadura y Legado en España

Orígenes y Establecimiento

El franquismo fue el régimen dictatorial establecido en España por Francisco Franco tras su victoria en la Guerra Civil Española (1936–1939), y que se mantuvo hasta su muerte en 1975. Durante casi cuatro décadas, España vivió bajo un sistema autoritario que suprimió las libertades democráticas y reorganizó profundamente el país en lo político, social y económico.

El franquismo surgió del golpe de Estado de 1936, encabezado por Franco y otros militares contra la Segunda República. La guerra que siguió enfrentó a los republicanos de ideología mayoritariamente progresista, contra los sublevados, apoyados por sectores conservadores, el ejército, la Iglesia y grupos fascistas. Con la victoria de los sublevados, Franco instauró un régimen autoritario, eliminando las instituciones republicanas y concentrando todo el poder en su figura como “Caudillo”.

Características Fundamentales del Régimen

El franquismo se definió por:

  • Autoritarismo: Franco acumuló todos los poderes del Estado y prohibió la actividad política y sindical que no estuviera controlada por el régimen.
  • Control represivo: El ejército y los cuerpos de seguridad, como la Guardia Civil y la policía política, vigilaban y reprimían cualquier forma de oposición.
  • Censura y represión: En los primeros años, miles de personas fueron ejecutadas, encarceladas o exiliadas. Se prohibieron ideas contrarias al régimen y se impuso una estricta censura cultural.
  • Nacional-catolicismo: El régimen se apoyó en la Iglesia Católica, otorgándole poder en la educación, la moral pública y la vida política.

Evolución Económica

En sus primeras décadas, España adoptó un modelo autárquico que buscaba la autosuficiencia, lo que provocó una crisis económica. A partir de los años 50, se impulsaron reformas económicas bajo tecnócratas del Opus Dei, promoviendo la industrialización y abriendo el país a la inversión extranjera. Este proceso, conocido como el “milagro español”, modernizó parcialmente la economía.

Relaciones Internacionales

Inicialmente aislada por su vinculación con el fascismo, España fue aceptada por Estados Unidos en el contexto de la Guerra Fría, al firmarse en 1953 acuerdos que incluían la instalación de bases militares. En décadas posteriores, España fue normalizando su posición internacional, aunque siguió siendo una dictadura aislada en Europa.

Fin del Régimen y Legado

Franco murió en 1975. Su sucesor, el rey Juan Carlos I, impulsó la transición a la democracia, que culminó con la Constitución de 1978. El franquismo dejó una profunda huella en la sociedad española. Aún hoy, la memoria histórica y las consecuencias sociales del régimen siguen siendo objeto de debate.

La Transición Española: De la Dictadura a la Democracia

Definición y Contexto Inicial

La Transición Española abarca el periodo entre la muerte de Francisco Franco en 1975 y la consolidación de la democracia en 1982, con la aprobación de la Constitución de 1978 y las primeras elecciones democráticas. Este proceso es reconocido como uno de los más exitosos en la historia contemporánea por la transformación pacífica de un régimen dictatorial en un sistema democrático.

Tras la muerte de Franco, España heredó un régimen autoritario que había reprimido libertades políticas y sociales. El país se encontraba en una situación delicada, pero la llegada del rey Juan Carlos I, nombrado por Franco como su sucesor en 1969, fue clave. Aunque se esperaba que Juan Carlos continuara con el franquismo, demostró su compromiso con la democratización, actuando para asegurar el cambio político y social.

Actores Clave y Primeras Medidas

Adolfo Suárez, primer presidente del Gobierno tras la muerte de Franco, lideró el proceso de apertura política, legalizando partidos y sindicatos, y organizando las primeras elecciones democráticas. El Partido Comunista, que había sido reprimido durante la dictadura, también jugó un papel crucial en la Transición, aceptando la reconciliación nacional y participando en el nuevo sistema democrático.

Hitos Fundamentales

Una de las primeras medidas fue la Ley de Amnistía de 1977, que liberó a miles de prisioneros políticos y permitió el regreso de exiliados, aunque dejó impunes algunos crímenes del franquismo. En 1978, se aprobó la Constitución Española, que estableció una monarquía parlamentaria, un sistema democrático y un Estado de las autonomías. Esta Constitución fue el resultado de un pacto entre todas las fuerzas políticas y garantizó derechos y libertades.

La legalización de partidos y sindicatos en 1977 permitió la creación de una pluralidad política, lo que resultó en unas elecciones generales libres en las que Adolfo Suárez y su partido, la UCD, obtuvieron la victoria. Uno de los momentos más críticos de la Transición fue el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, encabezado por un sector del Ejército y la Guardia Civil. El intento de golpe fracasó gracias a la firme intervención del rey Juan Carlos I, quien defendió la democracia y el orden constitucional, lo que consolidó el proceso democrático.

Consolidación Democrática y Legado

Culminó con las elecciones de 1982, en las que el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), liderado por Felipe González, obtuvo una amplia victoria. Esto permitió la consolidación de la democracia y la modernización de España. El legado de la Transición es un Estado democrático basado en la libertad, los derechos humanos y el pluralismo político, con la Constitución de 1978 como la norma fundamental del ordenamiento jurídico español.

Los Decretos de Nueva Planta: Centralización Borbónica

Contexto y Objetivos

Cuando Felipe V ascendió al trono en 1700, inició una profunda reforma política inspirada en el absolutismo francés de Luis XIV, su abuelo. El objetivo principal fue centralizar el poder y uniformizar el funcionamiento del Estado, eliminando las leyes, instituciones y privilegios diversos de los distintos reinos de la Península Ibérica. La herramienta principal para conseguirlo fueron los Decretos de Nueva Planta, un conjunto de leyes que afectaron especialmente a los territorios de la Corona de Aragón, que habían apoyado al archiduque Carlos durante la Guerra de Sucesión Española.

Aplicación Territorial

Los decretos fueron aplicados de forma escalonada: en Valencia y Aragón en 1707, en Mallorca en 1715 y en Cataluña en 1716. Estos territorios perdieron sus leyes e instituciones propias, que fueron sustituidas por las castellanas. Por su parte, Navarra y las provincias vascas, que apoyaron a Felipe V, mantuvieron sus privilegios forales, que aún conservan parcialmente en el presente.

Principales Medidas

Las principales medidas de los Decretos de Nueva Planta fueron las siguientes:

  • Abolición de las instituciones tradicionales: Las antiguas Cortes, Diputaciones y Consejos de la Corona de Aragón fueron sustituidas por el Consejo de Castilla.
  • Creación de las Secretarías de Despacho: Estas secretarías, que se encargaban de áreas como el Estado, Guerra, Hacienda e Indias, fueron el antecedente de los ministerios actuales.
  • Unificación administrativa: Los antiguos reinos pasaron a ser provincias, dirigidas por un capitán general con autoridad civil, militar y judicial.
  • Creación de Audiencias: Se establecieron Audiencias para administrar la justicia en territorios de la Corona de Aragón.
  • Implantación de las figuras de los Intendentes y Corregidores: Siguiendo el modelo francés, estos cargos se encargaban de la gestión de los impuestos, la economía y el control local.
  • Unificación aduanera: Se eliminaron las aduanas internas entre Castilla y Aragón, favoreciendo el comercio entre las distintas zonas.
  • Lengua administrativa: El castellano fue impuesto como la única lengua oficial para la administración pública.
  • Acceso uniforme a los cargos públicos: Se eliminaron los privilegios para acceder a cargos públicos, estableciendo una administración más uniforme.
  • Reformas fiscales: Se implantó la “Contribución Única”, un impuesto proporcional a la riqueza, que se adaptó en cada territorio. En Cataluña se realizó un catastro, en Valencia un equivalente, en Mallorca la talla y en Aragón la propia contribución. En la práctica se intentó crear un sistema fiscal unificado en Castilla, el Marqués de la Ensenada intentó realizar un catastro general en 1749, pero fracasó debido a la oposición de la nobleza y el clero.

Impacto y Legado

En conclusión, los Decretos de Nueva Planta marcaron el inicio de un modelo de Estado más centralizado, en el que el poder fue reforzado desde Madrid y la autonomía de los antiguos reinos fue reducida. Solo Navarra y el País Vasco conservaron sus leyes e instituciones propias, una excepción que permanece hasta hoy. Estos decretos contribuyeron a la creación de un sistema más uniforme, pero también generaron resistencias y divisiones que marcarían el futuro político de España.

Los Reyes Católicos: Unificación y Construcción del Estado Moderno

La Unión Dinástica y sus Implicaciones

En 1469, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón se unieron en matrimonio. Isabel fue proclamada reina de Castilla en 1474 y Fernando rey de Aragón en 1479. A pesar de que esta unión fue dinástica, no implicó la unificación política de los dos reinos, que siguieron manteniendo sus instituciones, leyes y fronteras. En la Concordia de Segovia (1475), acordaron respetar el poder de cada uno en sus respectivos reinos, pero actuaron de forma conjunta en asuntos exteriores, militares y religiosos, y comenzaron a usar el título de Reyes de España.

Unificación Territorial y Política Interna

A nivel territorial, los Reyes Católicos impulsaron la unificación peninsular: conquistaron el Reino Nazarí de Granada entre 1482 y 1492, poniendo fin a la Reconquista, y en 1515 anexionaron Navarra, manteniendo sus fueros e instituciones propias. Su política interna estuvo centrada en la creación de una monarquía autoritaria, centralizando el poder en la figura de los reyes. Para esto, limitaron la influencia de la nobleza, obligándolos a vivir en la corte y ejecutando a los que se oponían, como Pedro Pardo de Cela.

Reorganización Administrativa Central

En la administración central, crearon diversos consejos, como el Consejo Real de Castilla, el de Aragón, Hacienda, Inquisición y Órdenes Militares, formados por letrados nombrados por los reyes, en sustitución de la nobleza. Las Cortes de Castilla perdieron poder, convirtiéndose en un órgano consultivo, convocado solo para jurar al heredero o aprobar impuestos extraordinarios. Por su parte, las Cortes de Aragón, Valencia y Cataluña conservaron más autoridad, y el rey no podía legislar sin su consentimiento, lo que se conoce como pactismo. Para reforzar el control real, los reyes crearon la figura del virrey, representante del monarca en ciertos territorios.

Control Local y Orden Público

En los concejos, nombraron corregidores encargados de supervisar la justicia, recaudar impuestos y velar por el cumplimiento de la orden. También crearon Audiencias en diversas ciudades para retirar el control de la justicia de las manos de la nobleza. Para garantizar la orden, organizaron la Santa Hermandad, una milicia que perseguía delincuentes y hacía cumplir la autoridad real. Además, formaron un ejército profesional permanente para sustituir las milicias nobles.

Uniformidad Religiosa

Religiosamente, los Reyes Católicos impulsaron la uniformidad religiosa, restableciendo la Santa Inquisición y expulsando a los judíos en 1492, y obligando a los musulmanes a convertirse al cristianismo. Este proceso llevó a la persecución de los conversos y a los musulmanes convertidos, o moriscos, que fueron finalmente expulsados en 1609 por orden de Felipe III.

Legado de su Reinado

En resumen, los Reyes Católicos establecieron una monarquía autoritaria en Castilla, centralizando el poder, reduciendo la nobleza y promoviendo la uniformidad religiosa, mientras que en la Corona de Aragón, la monarquía estaba limitada por el pactismo con sus Cortes.

La Guerra de Sucesión Española: Conflicto y Reconfiguración Europea

Orígenes del Conflicto

La Guerra de Sucesión Española (1701-1714) comenzó tras la muerte de Carlos II, el último rey de los Austrias, sin descendencia. Antes de morir, nombró como heredero a Felipe de Borbón, nieto de Luis XIV de Francia, lo que dio inicio a la dinastía de los Borbones en España. La familia Habsburgo, no aceptando la sucesión, propuso al Archiduque Carlos de Austria, hijo del emperador austríaco Leopoldo, como nuevo rey de España.

Bandos y Dimensiones de la Guerra

Felipe V representaba un modelo de monarquía absolutista y centralizadora, mientras que Carlos de Austria defendía un sistema pactista respetuoso con los privilegios forales y la autonomía de los reinos. Este conflicto dinástico se convirtió en una guerra internacional y civil. Francia apoyó a Felipe V, mientras que Inglaterra, Holanda, Austria, Portugal y Saboya apoyaron al archiduque Carlos, temiendo la posible unión entre las Coronas francesa y española.

En el plano interno, Castilla, Navarra y el País Vasco apoyaron a Felipe V, mientras que los reinos de la Corona de Aragón (Cataluña, Valencia, Aragón y Baleares) inicialmente aceptaron a Felipe, pero después vieron con preocupación la política centralizadora de los Borbones y pasaron a apoyar a Carlos. La guerra se prolongó durante más de una década, con victorias decisivas para los Borbones en batallas como Almansa (1707), Brihuega y Villaviciosa.

Desarrollo y Fin del Conflicto

En 1711, la muerte del emperador austríaco y la nombra de Carlos como emperador hicieron que las potencias europeas reconsideraran el apoyo a Carlos para evitar la unión de tronos entre España y Austria. La guerra finalizó con los Tratados de Utrecht (1713) y Rastadt (1714), que reorganizaron el equilibrio de poder en Europa.

Los Tratados de Utrecht y Rastadt

Por el Tratado de Utrecht, Felipe V fue reconocido como rey de España, pero renunció a la Corona de Francia para evitar la unión de las dos monarquías. Gran Bretaña obtuvo Menorca y Gibraltar, así como ventajas comerciales como el monopolio del comercio de esclavos africanos hacia América y el “navío de permiso”, que le permitía comerciar con la América española. Austria recibió los Países Bajos, Milán, Nápoles y Cerdeña. Portugal obtuvo la colonia de Sacramento (en el actual Uruguay), y Saboya recibió Sicilia y el título de rey de Sicilia y Piamonte.

Consecuencias para España y Europa

A pesar de la paz internacional, la guerra continuó en la Península hasta que las tropas de Felipe V tomaron Barcelona en 1714 y Mallorca e Ibiza en 1715. Las consecuencias finales incluyeron la consolidación de Felipe V como rey de España y el inicio de la dinastía Borbónica. La monarquía hispánica perdió sus territorios europeos, reduciéndose a una potencia de segunda orden, y la Corona de Castilla impuso un modelo centralista y absolutista en todo el reino, eliminando los privilegios e instituciones de la Corona de Aragón.

La Segunda República Española: Reformas, Conflictos y Caída

Proclamación y Orígenes

La Segunda República Española fue un periodo histórico que comenzó el 14 de abril de 1931 con la proclamación de la República, tras la dimisión del rey Alfonso XIII. Este periodo, que terminó en 1939 con la victoria franquista en la Guerra Civil, estuvo marcado por profundos cambios sociales, políticos y económicos, y una gran inestabilidad.

Los orígenes de la Segunda República se encuentran en la crisis del sistema de la Restauración y en el descontento por la dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1930) y la decadencia del régimen monárquico. La proclamación de la República se produjo después de las elecciones municipales de abril de 1931, en las que las candidaturas republicanas triunfaron en las grandes ciudades, lo que llevó a Alfonso XIII a abandonar el país y a la instauración de la República.

El Primer Bienio (1931-1933): Reformas Progresistas

Durante este periodo, dominado por fuerzas de izquierda como el PSOE, el PCE y los anarquistas de la CNT, se intentaron implementar reformas progresistas. En diciembre de 1931 se aprobó una nueva Constitución de 1931 que estableció una república parlamentaria, la separación de poderes, el derecho al voto femenino, la educación laica y la autonomía para Cataluña. Además, se impulsaron reformas políticas y sociales, como la reforma agraria y la reforma educativa. Sin embargo, estas reformas encontraron oposición de sectores conservadores y de la Iglesia, y muchas de ellas no tuvieron éxito. La política anticlerical del gobierno republicano, que incluyó la secularización de la educación y la limitación de los bienes de la Iglesia, generó tensiones con la Iglesia. A su vez, el Ejército se mostró contrario a las reformas republicanas.

El Segundo Bienio (1933-1935): Radicalización Política

Durante este bienio, la política española se radicalizó. En las elecciones generales de noviembre de 1933, las fuerzas de derecha y centro-derecha ganaron, permitiendo que el Partido Radical y la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) asumieran el poder. Esta situación llevó a la Revolución de Octubre de 1934, una huelga general en varias regiones, que fue reprimida con dureza, especialmente en Asturias, donde el ejército utilizó la violencia para sofocar la revuelta.

El Tercer Bienio (1936-1939): Frente Popular y Guerra Civil

La polarización política aumentó en los últimos años de la Segunda República. En las elecciones de febrero de 1936, la coalición de izquierda conocida como el Frente Popular, que incluía al PSOE, el PCE y otros grupos republicanos, ganó las elecciones. Este gobierno intentó implementar nuevas reformas sociales y económicas, como la amnistía para los condenados por la Revolución de Octubre y la reforma agraria. Sin embargo, la situación política se volvió más tensa. En julio de 1936, una parte del Ejército, encabezada por los generales Francisco Franco y Emilio Mola, se sublevaron contra el gobierno republicano, lo que dio inicio a la Guerra Civil Española. Los sublevados fueron apoyados por los sectores conservadores, la Iglesia y los fascistas, mientras que la República recibió apoyo de la Unión Soviética y las Brigadas Internacionales.

La Guerra Civil se alargó hasta 1939, cuando las tropas franquistas, bajo el mando de Franco, lograron la victoria. Con la derrota del gobierno republicano, la Segunda República desapareció y España pasó a ser gobernada por la dictadura de Franco.

Legado de la Segunda República

A pesar de su breve existencia, la Segunda República dejó una huella importante en la historia de España. Representó un intento de modernización y de avances sociales y políticos, pero también estuvo marcada por profundas divisiones y conflictos internos. Las reformas republicanas, impulsadas en un contexto de fuerte polarización social, no lograron consolidarse, lo que contribuyó a la Guerra Civil y al establecimiento de la dictadura franquista.