Acueducto de Segovia
La obra que aparece en la imagen es el Acueducto de Segovia, obra cumbre de la ingeniería civil romana en Hispania, datada en torno a los siglos I-II d.C. La imagen nos muestra la parte del acueducto donde este alcanza su mayor altura, llegando a los 28 metros, con una doble arcada de medio punto sobre pilares. Los pilares de la planta inferior son más largos y gruesos que los de la superior. El material empleado es la sillería isódoma, es decir, bloques rectangulares de granito unidos entre sí sin ningún tipo de mezcla (argamasa). En la parte superior del acueducto se utilizó la técnica del Opus caementicium o similar para el canal; un canal en forma de “U” permitía el discurrir del agua, siguiendo una pendiente continua del 1%. Para proteger el agua de impurezas y suciedad, la canalización iba cubierta con tejas. Dado su carácter funcional, la obra apenas presenta decoración; esta se reducía a una inscripción en bronce (hoy desaparecida) donde se mencionaba la fecha de construcción. Esta obra evidencia la necesidad de abastecer de agua a las ciudades, lo que impulsó la creación de una extensa red de acueductos. En conclusión, el Acueducto de Segovia es un magnífico ejemplo —no el único, aunque sí el mejor conservado— de la ingeniería civil romana en España. Demuestra los grandes avances que los romanos lograron en obras de esta índole, como puentes, calzadas y acueductos.
Puerta de al-Hakam II en la Mezquita de Córdoba (Puerta del Espíritu Santo)
Esta es una puerta de la fachada occidental de la Mezquita de Córdoba, realizada por al-Hakam II en el siglo X. Esta puerta y su gemela, la Puerta de San Ildefonso, fueron restauradas a principios del siglo XX por el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco y el escultor Mateo Inurria. Los criterios de restauración de esa época no eran muy exigentes, por lo que es posible que no conserve mucho de su aspecto original. Se trata de una puerta adintelada bajo un arco de descarga de herradura que apoya directamente sobre las jambas. Tanto el dintel como el arco presentan en sus dovelas la típica alternancia de piedra blanca y ladrillo rojo. Todo el conjunto está enmarcado por un alfiz. El cuerpo superior muestra una arquería ciega de arcos de herradura entrecruzados, nuevamente enmarcada por un alfiz. A ambos lados de la puerta se encuentra una ventana de celosía calada, protegida por un arco polilobulado ciego de descarga. Es idéntica a la Puerta de San Ildefonso; solo se diferencian en la decoración geométrica.
Iglesia de San Martín de Tours (Frómista)
Es un templo católico situado en la provincia de Palencia, en pleno Camino de Santiago. Pertenece al estilo arquitectónico románico y es considerado uno de los principales prototipos del románico europeo. La apariencia exterior de la Iglesia de San Martín de Frómista es característica del periodo románico en que fue construida. Sobre sus naves de escasa altura, destacan la cúpula octogonal sobre el crucero y las dos torres cilíndricas a ambos lados de la fachada principal. Las tres naves, cubiertas con bóveda de cañón, tienen distinto volumen y terminan en tres ábsides circulares. Se advierten sus muros sólidos, con escasos ventanales coronados por arcos de medio punto, situados en los ábsides y en los laterales del templo. A lo largo de todas las fachadas, a modo de cornisa, se extiende un adorno ajedrezado de piedra a diferentes alturas. Bajo los aleros de las puertas y tejados se encuentran más de 300 pequeños canecillos con figuras similares a gárgolas, representando animales, seres humanos y seres mitológicos o fantásticos. Sobre la puerta principal se sitúa un crismón de seis brazos (de dudosa antigüedad). La iglesia presenta cuatro entradas, una en cada una de sus fachadas. En el interior, presenta una planta basilical formada por tres naves de distinto tamaño, separadas por pilares compuestos. La nave principal o central es más ancha que las dos laterales, y las tres culminan en ábsides semicirculares. En esta iglesia, la planta basilical se combina con la forma de cruz latina, con el cimborrio octogonal situado sobre el crucero. Los ábsides albergan diversas esculturas medievales y presentan algunos elementos decorativos de interés. Destacan los capiteles que coronan cada una de las columnas, con imágenes vegetales, animales o narrativas.
Portada de las Platerías (Catedral de Santiago de Compostela)
Se construyó entre 1103 y 1117. Realizada principalmente en mármol, su estilo fundamental es el románico, aunque la fachada actual también integra elementos barrocos y góticos debido a su larga historia constructiva y posteriores intervenciones. La Fachada de las Platerías es la portada de la fachada sur del crucero de la Catedral de Santiago de Compostela. Es una doble puerta de medio punto abocinada, característica poco común en el románico. Acoge numerosas esculturas que, en un principio, estaban destinadas a la Fachada de la Azabachería (fachada norte del crucero de la catedral). El tímpano de la puerta izquierda está dedicado a las Tentaciones de Cristo. En la parte inferior derecha, aparece una figura femenina vestida con una túnica larga y transparente que evidencia su anatomía, con cabello largo y despeinado, y sosteniendo una calavera entre sus manos (conocida como la Mujer Adúltera). En las jambas de las puertas aparecen apóstoles y profetas, actuando como guardianes del paraíso, y ángeles trompeteros en las enjutas de los arcos. De las once columnas de las puertas, todas son de granito excepto las de los extremos y la central, que son de mármol. Todas ellas presentan capitel corintio.
Ábside de San Clemente de Taüll
La imagen corresponde a una de las pinturas murales que se encontraban originalmente en el ábside de la Iglesia de San Clemente de Taüll, en Lérida (actualmente, la mayoría se conservan en el Museu Nacional d’Art de Catalunya, Barcelona, con una réplica en la iglesia). Fueron pintadas en 1123, al mismo tiempo que las de la cercana iglesia de Santa María de Taüll, formando uno de los conjuntos murales más destacados del Románico catalán y europeo.
Las pinturas murales románicas están realizadas generalmente al temple o mediante técnicas mixtas como el fresco-secco. Para ello, es necesario realizar una preparación del muro. Sobre este, se aplican varias capas de argamasa y, posteriormente, un enlucido con yeso fino, dejando una superficie blanca y lisa sobre la cual el artista puede aplicar la pintura. Los colores suelen ser planos, predominando el dibujo y la línea sobre el color.
La pintura románica tenía una clara función didáctica y divulgativa, y pretendía adoctrinar y educar a los fieles (mayoritariamente analfabetos) en los principios religiosos. En este caso, como es habitual en el Románico, se busca trasladar el mensaje de un Dios justiciero y severo (representado como Pantocrátor), una imagen distante de la concepción más humanizada de Cristo que se desarrollaría en el Renacimiento.