Nietzsche: Crítica a Platón, Vitalismo y Conceptos Clave de su Filosofía

Introducción: Nietzsche y su Diálogo con Platón

En la filosofía de Nietzsche hay dos partes: una crítica hacia la cultura occidental, y otra constructiva, donde propone una nueva forma de vida. Para entender a Nietzsche, es clave conocer primero a Platón, ya que gran parte de su pensamiento surge como una respuesta a él. Aunque critica duramente a Sócrates y Platón por ser, según él, responsables del declive cultural occidental, también comparte con ellos una intención: transformar la sociedad. Platón apuesta por la razón y el bien común; Nietzsche, por la vida, los sentidos y la individualidad.

Ambos rechazan la democracia por considerar que permite gobernar a los menos preparados. Platón cree en una verdad única, alcanzable solo con razón y virtud, mientras que Nietzsche defiende que no hay una sola verdad, sino múltiples perspectivas, y que el arte, no la ciencia, refleja mejor la vida. Para él, la realidad está en constante cambio.

Nietzsche ve que las ideas de Platón han influido en la filosofía, la ciencia y, sobre todo, en la moral cristiana. Esta moral, según él, es contraria a la vida y a nuestros instintos naturales, ya que impone una forma única de vivir basada en la culpa y la negación del cuerpo, lo que él llama la “moral de esclavos”.

La Crítica Nietzscheana a la Cultura Occidental

El pensamiento de Nietzsche representa una crítica profunda a la cultura occidental, enfrentándose al racionalismo y al idealismo, y proponiendo una visión vitalista que exalta al individuo. Influido por el Romanticismo, valora el sentimiento sobre la razón y se inspira en figuras como Schopenhauer y Wagner, cuyas obras artísticas y filosóficas lo marcaron profundamente. Además, su formación en filología clásica lo llevó a admirar a autores como Homero, Esquilo y Heráclito, a quienes consideraba ejemplos de una vida trágica y heroica.

Su crítica a la cultura occidental consiste en considerarla dogmática y enferma, en la que la razón se ha impuesto al instinto. Esto queda de manifiesto en la gnoseología, la metafísica tradicional, la religión y la ciencia.

Crítica a la Gnoseología y Metafísica Tradicional

Desde Platón, la gnoseología occidental siempre ha identificado el mundo sensible y el inteligible. Según esto, el conocimiento verdadero solo se capta por la razón, que unifica y da significado al testimonio de los sentidos. Esto se da por el uso de conceptos. El problema para Nietzsche es creer que captan la realidad auténtica y verdadera distinta a la percibida por los sentidos. Este mundo sensible, el único que existe para Nietzsche, es múltiple y cambiante.

La filosofía ha creído erróneamente que la realidad es racional y puede explicarse con conceptos, cuando en realidad todo cambia y nada es estático. Nietzsche ve la filosofía como una historia de errores que empieza con Platón, y cree que Sócrates y Platón marcan el inicio de una decadencia cultural que lleva al nihilismo.

Crítica a la Ciencia Positivista

Nietzsche critica la matematización de la realidad que nace con la filosofía moderna. Solo nos ayuda a establecer una relación cuantitativa que anula las diferencias existentes entre ellas. Nietzsche no rechaza la ciencia, sino la visión positivista y mecanicista que la presenta como la única vía de conocimiento. Considera que la ciencia es una entre muchas formas de interpretar la realidad, y defiende que el arte y la música captan de manera más profunda y auténtica la experiencia individual y cambiante. Además, critica la idea de que la ciencia sea una actividad neutral. Niega valor a la noción científica de progreso que sería otro mito moderno con el que se pretende huir del presente.

Crítica a la Religión Cristiana

La religión cristiana, como el dualismo platónico, divide la realidad en dos esferas opuestas: el mundo de los hombres (imperfecto, sujeto al pecado) y el cielo (salvación eterna, solo puede lograrse dominando nuestras pasiones, instintos e impulsos). El cristianismo rechaza los valores vitales. Por eso, lo consideraba el principal responsable de la decadencia occidental.

La Moral de Esclavos vs. la Moral de Señores

Nietzsche considera que la moral tradicional judeocristiana, basada en el platonismo, es una “moral de esclavos” y contraria a la naturaleza humana. Esta moral condena los impulsos vitales, como el deseo y el placer, especialmente el sexual, promoviendo una visión hipócrita y represiva del cuerpo. Según Nietzsche, el cristianismo obliga al ser humano a reprimir sus instintos para obedecer un mandato divino. Dios es la gran objeción contra la vida, por eso hay que negarlo. La moral de esclavos es la del rebaño que valora la sumisión, la compasión, la paciencia, la mesura y la igualdad. Es la moral de los débiles porque creen que no pueden controlar sus pasiones y por ello dicen que son malas.

Frente a la moral del resentimiento, propone la “moral de señores”, propia de quienes afirman su voluntad de poder y sus impulsos vitales. El hombre fuerte es autónomo, crea sus propias normas y vive más allá del bien y del mal, equilibrando pasiones y razón. No rechaza las normas, sino que usa la razón para potenciar la vida. Frente al politeísmo del mundo antiguo, el cristianismo defendió la existencia de un único Dios, el “monótono-teísmo”, optó por una sola dirección. El politeísmo simboliza la multiplicidad de caminos, los plurales puntos de vista. Cuando desaparecen los dioses desaparece nuestra libertad.

Conceptos Fundamentales del Vitalismo Nietzscheano

El Vitalismo y la Voluntad de Poder

Nietzsche propone una filosofía vitalista, donde la vida (entendida como cambio constante y voluntad de poder) es la esencia de la realidad. Esta es dinámica y en continuo devenir. Para él, la realidad es siempre una interpretación, una perspectiva en constante transformación.

La “voluntad de poder” en Nietzsche no se puede equiparar a la “voluntad de vivir” de Schopenhauer. (Para Schopenhauer, es un impulso irracional que causa dolor y egoísmo, haciendo imposible la felicidad. Su visión pesimista propone escapar del sufrimiento a través del arte, el ascetismo y una renuncia al mundo, influida por el budismo.) Nietzsche recoge el concepto de voluntad de vivir, pero le da un sentido positivo, convirtiéndolo en “voluntad de poder” que exige autoafirmación.

La vida debe afirmarse, aceptarse, incluyendo el dolor porque forma parte de ella. No se trata de huir, sino de amarla apasionadamente. La voluntad de poder tiende a crecer y a crear, a desarrollarse, a superarse a sí misma. Tiende a la producción de individuos superiores (superhombres) que se alejen de la moral del rebaño, proponiendo la moral del hombre fuerte. La voluntad de poder en Nietzsche no debe entenderse en clave fascista, ya que él rechaza todo autoritarismo. Defiende un naturalismo moral donde “bueno” es lo que fortalece la vida y la capacidad de crear, y “malo” lo que debilita y reprime la autoafirmación.

El Eterno Retorno y el Amor Fati

Nietzsche defiende vivir el presente intensamente y desear su eterno retorno. Al decir “Dios ha muerto”, señala el fin de la visión cristiana que separa la realidad en dos mundos y niega la vida. Esto permite superar esa moral y crear nuevos valores. El nihilismo es el deseo de la nada en la cultura occidental, pero también una oportunidad para empezar una nueva etapa.

Con la teoría del eterno retorno, que entiende el tiempo como algo circular donde todo lo que existe ha existido ya, Nietzsche da un vuelco a la visión occidental del tiempo lineal desarrollada por San Agustín. Este principio incluye el “amor fati”, la aceptación del propio destino, y unifica las ideas de superhombre, eterno retorno y voluntad de poder. La grandeza del superhombre está en desear ser siempre quien es, en todo momento. Así, el eterno retorno se convierte en una enseñanza ética: vivir de tal forma que desees repetir tu vida eternamente, siendo un principio moral que guía nuestras elecciones y actitudes.

El amor fati es aceptar y amar la vida tal como es, con todas sus contradicciones, sin necesidad de escapar ni de creer en otro mundo o en Dios. Esta aceptación libera al ser humano y lo convierte en el übermensch o superhombre, quien no busca ganar, sino vivir plenamente, como un jugador que disfruta del juego mismo.

El Camino hacia el Superhombre (Übermensch)

El proceso que conduce desde los seres humanos hasta el superhombre está recogido en el libro Así habló Zaratustra. Se describe un camello, que representa el espíritu del ser humano doblegado por el cristianismo, imponiéndole obligaciones. De esta etapa se sale transformándose en león, que busca su libertad destruyendo los viejos valores y sustituyendo “tú debes” por “yo quiero”. Representa la rebeldía y la ruptura con lo anterior, pero aún no es posible crear valores nuevos. La última transformación convierte al león en niño. Este representa la inocencia. Toma cada instante como un fin en sí mismo. Representa la capacidad de inventar una nueva manera de vivir, libre de cargas y ataduras, capaz de proponer valores nuevos basados en la afirmación de la vida. Esta será la tarea del superhombre.