Recorrido Histórico por España: Paleolítico a Carlos III

Historia de España: Desde la Prehistoria hasta la Ilustración

Paleolítico y Neolítico: Sociedad y Economía, la Pintura Rupestre

Durante el Paleolítico, que abarca desde 1,2 millones hasta el 8000 a.C., la península Ibérica estuvo habitada por distintas especies humanas, como el Homo Antecessor, el Neandertal y el Homo Sapiens. Esta etapa se caracterizó por una economía basada en la caza y recolección, el uso de herramientas de piedra tallada y un modo de vida nómada. El arte rupestre cantábrico, propio del Paleolítico Superior, reflejaba escenas naturalistas en cuevas como Altamira. Por su parte, el Neolítico (8000-3000 a.C.) trajo una transformación gracias a la agricultura, el sedentarismo y las herramientas de piedra pulimentada. Entre ambos periodos se sitúa el Mesolítico, que supuso una transición con características intermedias. El arte neolítico levantino, distinto al cantábrico, era monocromo, más esquemático y aparecía en abrigos rocosos. Tanto la pintura como la escultura de estos tiempos tenían un carácter mágico, religioso o simbólico.

Pueblos Prerromanos, Colonizaciones Históricas: Fenicios, Griegos y Tartesos

En el primer milenio a.C., diversos pueblos colonizadores como fenicios, griegos y cartagineses llegaron a la península ibérica buscando metales y oportunidades comerciales. Los fenicios fundaron Gadir (actual Cádiz), mientras los griegos se asentaron en zonas del litoral oriental. Los cartagineses, herederos de los fenicios, dominaron buena parte del sureste. Entre los pueblos indígenas destaca Tartessos, una avanzada civilización autóctona del suroeste que desapareció de forma enigmática. El contacto entre colonizadores y pueblos locales impulsó la economía y la cultura, especialmente en el Levante y el valle del Guadalquivir. Se diferenciaban los íberos, establecidos en el sur y este con una economía agrícola y urbana, y los celtas, en el norte y centro, más atrasados y dedicados a la ganadería, con poblados fortificados llamados castros.

Conquista y Romanización de la Península Ibérica: Aportaciones Romanas

La romanización de la península ibérica comenzó con la Segunda Guerra Púnica (218 a.C.) en el contexto del conflicto entre Roma y Cartago por el control del Mediterráneo. Tras vencer, Roma inició una conquista progresiva del territorio, que se consolidó con las campañas de Augusto en el norte (guerras cántabras y astures). Esta expansión implicó la transformación política, económica y cultural de la sociedad peninsular. Se crearon provincias como la Citerior y la Ulterior, reorganizadas luego en Tarraconensis, Bética y Lusitania, y más tarde en seis provincias con una administración más desarrollada. Roma impuso un modelo económico basado en la explotación de recursos, el trabajo esclavo y la extracción minera (como en Las Médulas). La romanización trajo consigo la lengua latina, el derecho romano, la religión (primero politeísta y luego cristiana), así como grandes obras arquitectónicas e infraestructuras, como calzadas, acueductos y anfiteatros. Hispania quedó plenamente integrada en el Imperio.

El Reino Visigodo: Origen, Organización Política y Concilios

El Reino Visigodo surgió tras la caída del Imperio romano de Occidente, cuando pueblos bárbaros como suevos, vándalos y visigodos invadieron la península. Los visigodos, establecidos inicialmente en la Galia, entraron en Hispania en el siglo V empujados por los francos y consolidaron su poder con capital en Toledo. A través de una política de unificación impulsada por reyes como Leovigildo y Recaredo, se logró una cierta cohesión territorial, política, religiosa y jurídica. Recaredo se convirtió al cristianismo en el III Concilio de Toledo (589), lo que supuso la unificación religiosa. Recesvinto impulsó una única ley para todos (Fuero Juzgo), estableciendo la unidad jurídica. El poder se organizaba en una monarquía inicialmente electiva apoyada por la Aula Regia (órgano asesor) y los Concilios de Toledo (con poder religioso y político). La economía era agraria, con una sociedad rural y jerarquizada que anticipaba el modelo feudal. La llegada visigoda marcó el fin de la romanización y el inicio de una nueva etapa histórica.

Al-Ándalus: Conquista Musulmana, Emirato y Califato de Córdoba

La llegada de los musulmanes en 711 supuso la caída del Reino Visigodo y la creación de Al-Ándalus. La conquista fue rápida gracias a pactos con nobles visigodos, aunque el norte resistió. Inicialmente fue un emirato dependiente del Califato de Damasco, pero en 756 Abd al-Rahman I proclamó el Emirato independiente. En 929, Abd al-Rahman III instauró el Califato de Córdoba, marcando una etapa de gran esplendor político y cultural. La dictadura de Al-Mansur mantuvo la expansión militar hasta su muerte, tras la cual Al-Ándalus se fragmentó en los reinos de taifas.

Al-Ándalus: Reinos de Taifas y Reino Nazarí

Tras la descomposición del califato, surgieron múltiples reinos de taifas, debilitando Al-Ándalus frente al avance cristiano. Los almorávides y luego los almohades, ambos norteafricanos, intervinieron para frenar a los cristianos y reunificar el territorio. Sin embargo, tras su derrota en Las Navas de Tolosa (1212), el poder musulmán declinó. El último bastión fue el Reino Nazarí de Granada, que sobrevivió gracias a pactos con Castilla hasta su conquista definitiva en 1492.

Al-Ándalus: Economía, Sociedad y Cultura

La economía andalusí se basaba en la agricultura intensiva, el comercio de lujo y una destacada producción artesanal. La sociedad era diversa: árabes, bereberes, muladíes, mozárabes, judíos y esclavos. Aunque hubo cierta tolerancia religiosa, las tensiones eran frecuentes. Culturalmente, Al-Ándalus fue un centro brillante en filosofía, ciencia y arte, destacando figuras como Averroes y Maimónides. Córdoba fue un referente europeo en saber y arquitectura islámica.

Los Primeros Núcleos de Resistencia Cristiana y la Reconquista

La resistencia cristiana empezó en el norte con la batalla de Covadonga (722). A lo largo de siglos, los reinos cristianos fueron avanzando hacia el sur, destacando conquistas como Toledo (1085) y Sevilla (1248). La Reconquista culminó con la toma de Granada (1492). La repoblación se hizo mediante presura y repartimientos, generando señoríos y concejos. En zonas conquistadas, musulmanes que permanecieron fueron los mudéjares, con distintos grados de integración.

Reinos Cristianos en la Edad Media: Organización Política y Sociedad Estamental

Los reinos cristianos presentaban estructuras políticas diversas y una fuerte influencia feudal. El poder se organizaba en torno al rey, pero condicionado por la nobleza y el clero. La sociedad estaba dividida en estamentos: privilegiados (nobleza y clero) y no privilegiados (campesinos). La economía era rural, basada en agricultura y ganadería, y destacaban las ferias y el comercio mediterráneo catalán. Esta estructura generó tensiones, revueltas campesinas y conflictos sociales como las Germanías o las revueltas irmandiñas.

Organización Política de Castilla, Aragón y Navarra al Final de la Edad Media

La Corona de Castilla se consolidó con Fernando III y reforzó la autoridad real con leyes como “Las Partidas”. Su monarquía era más centralizada y con instituciones como el Consejo Real y la Hacienda. La Corona de Aragón, más descentralizada, incluía territorios con leyes e instituciones propias, como las Cortes y las Diputaciones. Navarra, aislada entre Castilla y Aragón, perdió poder territorial y se vinculó con Francia, intentando mantener su independencia mediante los fueros y cortes propias.

Los Reyes Católicos: Unión Dinástica e Instituciones de Gobierno

El matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón en 1469 supuso la unión dinástica de ambos reinos, aunque cada uno mantuvo sus leyes e instituciones. Isabel fue reconocida reina tras una guerra civil frente a Juana “la Beltraneja”. Los Reyes Católicos impulsaron un modelo de monarquía autoritaria, reforzando el poder real y debilitando a la nobleza mediante la Inquisición, la Santa Hermandad y un sistema de consejos. También unificaron la política exterior y promovieron la centralización del gobierno, aunque respetaron la diversidad interna de sus territorios.

El Significado de 1492: Granada y el Descubrimiento de América

El año 1492 fue clave: finalizó la Reconquista con la toma de Granada, que se entregó tras una guerra de diez años. Aunque al principio se respetaron las costumbres musulmanas, pronto comenzaron las conversiones forzadas. Ese mismo año, Cristóbal Colón descubrió América gracias al apoyo de los Reyes Católicos. Esto inició un proceso de expansión territorial, religiosa y comercial, reforzado por el Tratado de Tordesillas (1494), que repartía el mundo entre España y Portugal.

El Imperio de los Austrias: España bajo Carlos I y Conflictos Europeos

Carlos I heredó un extenso imperio que incluía territorios españoles, centroeuropeos y americanos. Su llegada generó rechazo por nombrar a extranjeros en altos cargos, provocando revueltas como las Comunidades de Castilla y las Germanías en Aragón. En política exterior, luchó contra Francia, los protestantes alemanes y los turcos. Intentó sin éxito mantener la unidad cristiana frente a la Reforma. Tras numerosos fracasos y cansancio, abdicó en 1556, dividiendo su imperio entre su hermano Fernando (Imperio alemán) y su hijo Felipe II (Monarquía Hispánica).

La Monarquía Hispánica de Felipe II: Gobierno, Administración y Guerras

Felipe II centralizó el gobierno en Madrid y asumió directamente el poder en sus vastos territorios. Consolidó un sistema de consejos y mantuvo virreyes en las distintas regiones. Su reinado estuvo marcado por el fortalecimiento del catolicismo y la lucha contra protestantes, turcos e ingleses. Internamente, tuvo que hacer frente a la rebelión de las Alpujarras (moriscos) y al conflicto con Aragón por el caso de Antonio Pérez. En el exterior, destacan la victoria en Lepanto (1571), el fracaso de la Armada Invencible contra Inglaterra (1588) y la rebelión de los Países Bajos, que derivó en su independencia.

Exploración y Colonización de América: Consecuencias en España, Europa y América

La colonización de América comenzó tras los viajes de Colón y continuó con expediciones como las de Hernán Cortés (México) y Francisco Pizarro (Perú). La conquista se justificó con fines evangelizadores, pero provocó una catástrofe demográfica indígena. Se impusieron sistemas de explotación como encomiendas y mitas. España obtuvo enormes cantidades de metales preciosos, lo que provocó inflación y una dependencia económica del exterior. Europa recibió nuevos productos, mientras que en América se implantó un nuevo orden político, económico y social. Surgieron debates sobre los derechos de los indígenas, como los defendidos por Bartolomé de las Casas.

Los Austrias del Siglo XVII: El Gobierno de Validos y la Crisis de 1640

Durante el siglo XVII, los reyes Austrias delegaron el poder en validos, que gobernaron con gran autonomía. Entre ellos destacan el Duque de Lerma y el Conde-Duque de Olivares. Sus políticas centralistas y de aumento fiscal provocaron fuertes tensiones internas. En 1640 estallaron rebeliones simultáneas: la de Cataluña (Corpus de Sangre), que buscó apoyo francés, y la de Portugal, que logró independizarse bajo los Braganza. Estas crisis reflejan el agotamiento del modelo de monarquía autoritaria y el descontento generalizado.

La Guerra de los Treinta Años y la Pérdida de la Hegemonía Española

España participó en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) apoyando al Imperio Habsburgo contra los protestantes. Aunque tuvo algunas victorias, como en Breda, fue derrotada por Francia en la decisiva batalla de Rocroi (1643). El conflicto terminó con la Paz de Westfalia, que consolidó la fragmentación política y religiosa de Europa y marcó el fin del dominio español en el continente. Posteriormente, el Tratado de los Pirineos (1659) obligó a España a ceder territorios a Francia, confirmando su decadencia como potencia.

Crisis Demográfica y Económica del Siglo XVII: Causas y Consecuencias

La crisis del siglo XVII fue profunda. La población disminuyó por guerras, epidemias, emigración a América y la expulsión de los moriscos. La economía se hundió por la pérdida de competitividad, la caída de la producción agrícola e industrial y la inflación provocada por la llegada masiva de plata americana. El Estado se endeudó y recurrió a préstamos y devaluaciones. La sociedad se polarizó, con una minoría rica ociosa y una mayoría empobrecida. Se acentuó la mentalidad de rechazo al trabajo manual, lo que frenó el desarrollo económico.

Crisis y Decadencia de la Monarquía Hispánica: Carlos II y el Problema Sucesorio

Carlos II, último Austria, fue un monarca débil y enfermo, incapaz de frenar la decadencia. Durante su reinado hubo gobiernos inestables, corrupción y pérdida de autoridad. La economía y la población siguieron en declive. Tras su muerte sin herederos en 1700, se abrió un conflicto sucesorio entre Felipe de Borbón, apoyado por Francia y Castilla, y el archiduque Carlos de Habsburgo, apoyado por Austria y la Corona de Aragón. Esta disputa desembocó en la Guerra de Sucesión, que tendría consecuencias profundas para la estructura del Estado español.

La Guerra de Sucesión Española y el Sistema de Utrecht

La muerte sin descendencia de Carlos II provocó la Guerra de Sucesión (1701-1714) entre Felipe de Borbón y el archiduque Carlos de Austria. El conflicto fue tanto dinástico como territorial, enfrentando a Castilla con la Corona de Aragón, que apoyaba al archiduque. Con el Tratado de Utrecht (1713), Felipe V fue reconocido como rey de España, pero renunció al trono francés. España perdió gran parte de sus posesiones europeas. A cambio, Gran Bretaña obtuvo Gibraltar y Menorca. Posteriormente, los Pactos de Familia con Francia reforzaron la alianza borbónica, aunque generaron conflictos como la guerra con Inglaterra en América.

La Nueva Monarquía Borbónica y los Decretos de Nueva Planta

Felipe V impulsó un Estado centralista de estilo francés. Con los Decretos de Nueva Planta suprimió los fueros e instituciones de Aragón y Valencia (y más tarde los de Cataluña y Mallorca), imponiendo un modelo uniforme basado en las leyes castellanas. Se reorganizó la administración con secretarías de Estado, se nombraron intendentes para controlar provincias y recaudar impuestos, y se reforzó el poder del rey frente a las Cortes. Solo Navarra y el País Vasco conservaron sus fueros por su apoyo a Felipe. Estas reformas consolidaron un modelo absolutista más moderno.

España en el Siglo XVIII: Expansión Económica y Transformaciones

En el siglo XVIII, España vivió un crecimiento demográfico y cierta recuperación económica, aunque las tierras seguían en manos de nobles y clero, lo que limitaba el desarrollo agrícola. Se intentaron reformas como la colonización de Sierra Morena y las desamortizaciones propuestas por ilustrados como Campomanes. Se fomentó la industria con Reales Fábricas, pero el proteccionismo fue más efectivo en regiones como Cataluña, que lideró el desarrollo textil. Con el Decreto de Libre Comercio (1778), se amplió el acceso a las colonias, lo que potenció el comercio y enriqueció a la burguesía catalana, preparando su industrialización posterior.

La Ilustración y el Despotismo Ilustrado de Carlos III

La Ilustración defendía la razón, el conocimiento científico y la educación como medios de progreso. En España, su difusión fue limitada por el poder de la Iglesia y el bajo nivel educativo, aunque se promovieron academias y sociedades económicas. Carlos III fue el principal representante del despotismo ilustrado: impulsó reformas económicas, mejoró infraestructuras y fortaleció el poder del Estado. Apoyado por ministros como Floridablanca, Campomanes o Jovellanos, intentó modernizar el país, aunque encontró resistencias. En 1766, el motín de Esquilache reflejó el malestar popular ante los cambios, frenando parte de las reformas.