Segundos reinos taifas perdida de Toledo en 1805

Los pueblos prerromanos se asentaron en la península en la Edad de Hierro. En Huelva y Sevilla se asentaron los tartesos (máximo desarrollo IX-IV a.C.), que contaban con una agricultura evolucionada, riqueza mineral (Tesoro del Carambolo) y un notable progreso urbano. El litoral mediterráneo fue habitado por los íberos, un conjunto de pueblos organizados en ciudades-estado que desarrollaron la agricultura, la metalurgia y el comercio con una moneda propia. La meseta y la costa atlántica fueron habitadas por celtíberos y celtas. Estos últimos eran tribus de origen indoeuropeo que, aisladas de los colonizadores, tuvieron una economía agropecuaria rudimentaria y un comercio escaso.

A lo largo del I milenio a.C., los colonizadores, originarios del Mediterráneo Oriental, ocuparon la península por interés económico (riquezas mineras). Entre su legado cabría destacar el alfabeto, la moneda, los nuevos cultivos (olivo y vid), el impulso de la actividad artesanal (torno alfarero) y el desarrollo del arte. Los fenicios se asentaron en la costa andaluza y fundaron núcleos urbanos de actividad minera como Gadir y Malaka. Los griegos se extendieron por la costa mediterránea estableciendo colonias como Emporion y Rhode. Los cartagineses, una antigua colonia fenicia, ocuparon Baleares y Cartagena (Cartago Nova) hasta su derrota frente a los romanos en las Guerras Púnicas.

La Edad de Piedra se divide en tres grandes periodos: Paleolítico (800.000-8000 a.C.), Mesolítico y Neolítico (7000-4000 a.C.). A lo largo de estos se produjo la evolución de los Homos (Antecesor, Heidelbergensis y Sapiens), muchos de cuyos restos se han encontrado en Atapuerca (Burgos). La economía paleolítica era depredadora, ya que se basaba en la caza, pesca y recolección. Además, el hombre paleolítico tallaba piedra con herramientas rústicas. A nivel social, se organizaban en tribus en las que no había una jerarquía social y su modo de vida era nómada. La revolución neolítica dio paso a una economía productora en la que se produjo el auge de la agricultura y la ganadería, se pulíó la piedra y se fabricó cerámica. El desarrollo urbano, que se dio como consecuencia del sedentarismo, provocó la diferenciación social basada en la especialización de las labores económicas.

Por otra parte, la pintura rupestre fueron representaciones pictóricas sobre roca. En la península, se pueden apreciar dos escuelas principales elaboradas por el Homo Sapiens. La pintura cantábrica, del Paleolítico, se encuentra en cuevas, representa animales y tiene un significado mágico-religioso. Destacan las cuevas de Altamira (Cantabria). Sin embargo, la pintura levantina, del Neolítico, se muestra al aire libre y representa escenas con movimiento donde aparece la figura humana. Un ejemplo es el abrigo de Cogull (Lleida). Recientemente, se han datado pinturas de diversas zonas de España (ej. Cáceres) como anteriores al Homo Sapiens, de Neanderthalensis. 


La conquista romana de Hispania comenzó como consecuencia del incumplimiento por parte de Aníbal del pacto territorial entre romanos y cartagineses. Tuvo lugar entre los siglos III a.C. Y I a.C., y se puede dividir en varias etapas. Durante la primera fase tuvo lugar la Segunda Guerra Púnica (218-197 a. C.), en la cual los romanos ocuparon el este y el sur. En la segunda etapa (155-133 a. C.), conquistaron el centro y el oeste peninsular librándose las guerras lusitanas y celtibéricas, donde Viriato y Numancia fueron símbolos de resistencia. En la tercera fase (29-19 a.C.), se produjeron las guerras cántabro-astures. 

La romanización fue el proceso por el cual los pueblos indígenas hispanos se integraron en el Imperio romano, asumiendo su cultura y organización política, jurídica y social. Se llevó a cabo de manera intensa en el sur y débil en el norte (País Vasco). Entre los elementos de la romanización cabe destacar la imposición de la lengua latina, origen de las lenguas romances, y la difusión del cristianismo. Su sistema económico se basó en la producción esclavista y exportadora de materias primas, y experimentó un desarrollo comercial y artesanal. Hispania fue dividida en provincias administradas por Roma, adoptó el modelo urbanístico romano y fue regida según el derecho.  A nivel social, se desarrolló la esclavitud. Además, numerosos hispanos influyeron en la cultura romana como Séneca, Lucano y Marcial. Como legado artístico, destacan obras públicas como el acueducto de Segovia y los templos de Mérida.

1.4. El reino visigodo. Origen y organización política. Los concilios

En el siglo V, Hispania fue invadida por pueblos germánicos (vándalos, suevos y alanos). Los visigodos entraron en la península para ayudar a Roma y, con la caída del Imperio romano y del reino visigodo francés, se asentaron en la meseta central (con capital en Toledo) en 507. Los suevos ocupaban Gallaecia y los bizantinos, el litoral mediterráneo. 

La homogeneización fue un proceso de unificación de Hispania realizado progresivamente por los reyes visigodos a nivel territorial (Leovigildo acabó con el reino suevo y Suntilia con el Imperio bizantino), religioso (Recaredo), y legislativo (Recesvinto con el Fuero Juzgo).  La monarquía visigoda era muy débil ya que la aristocracia y los obispos participaban en la elección del rey, apareciendo así la teoría del origen divino del poder. El rey gobernaba con ayuda de dos instituciones integradas por la nobleza: el Oficio Palatino (administración central) y el Aula Regia (funciones consultivas). 

Además, celebraron numerosas asambleas político-religiosas denominadas concilios. Los Concilios de Toledo eran convocados por el rey, presididos por un arzobispo e integrados por el estamento privilegiado. Al estar formadas por el poder político y religioso, se debatía y legislaba sobre estas cuestiones. Cabría destacar el III Concilio de Toledo de 589, bajo el reinado de Recaredo. Este propició la unificación religiosa, rechazando el arrianismo y declarando el catolicismo religión oficial.


2.1. Al-Ándalus: La conquista musulmana de la península ibérica. Emirato y Califato de Córdoba.

La rápida conquista musulmana de la península tuvo lugar como consecuencia de la fragilidad de la monarquía visigoda y del afán musulmán de expansión internacional motivado por la “guerra santa”. Los musulmanes iniciaron la conquista por la petición de ayuda de los hijos del anterior rey Witiza, cuando Rodrigo se apoderó del trono. En 711, los musulmanes, liderados por Tariq y Muza, derrotaron a Rodrigo, último rey visigodo, en la batalla de Guadalete. La península quedó ocupada, a excepción del norte, en tres años. El dominio musulmán de al-Ándalus se dividíó en tres etapas. Primero tuvo lugar el emirato dependiente (711-756) de los califas Omeyas de Damasco. En 756, Abderramán I, que sobrevivíó a la revolución absidia, se establecíó en al-Ándalus e inauguró el emirato independiente, rompiendo su dependencia política del califato de Bagdad. El emirato alcanzó su máximo esplendor con Abderramán II, sobre todo a nivel cultural. Este periodo se caracteriza por las numerosas revueltas entre muladíes y mozárabes. En 929, el emir Abderramán III se proclamó califa, rompiendo los lazos religiosos con el califato de Bagdad. Se inició el califato de Córdoba, el periodo más brillante del Islam hispano. Abderramán III fundó Medina Azahara e hizo frente a los fatimíes y al avance cristiano.
Aunque su hijo puso paz con los cristianos, Almazor (hachib) llevó a cabo numerosas campañas militares contra los cristianos. A su muerte en 1002, el califato entró en crisis y desaparecíó en 1031, quedando dividido en pequeños de reinos de taifas.

2. Al-Ándalus. Reinos de taifas. Reino Nazarí.Las luchas internas generadas a la muerte de Almanzor (1002) desembocaron en la fragmentación de al-Ándalus en 1031 en numerosos reinos independientes de taifas. Sin su unidad, al-Ándalus era demasiado débil para hacer frente a la Reconquista cristiana. Las taifas pagaron parias a los cristianos a cambio de protección militar. Los cristianos conquistaron Toledo en 1085, por lo que la taifa de Badajoz pidió ayuda a los almorávides en 1086. Estos unificaron las taifas y frenaron el avance de los cristianos en batallas como Consuegra, Sagrajas y Uclés.  A principios del Siglo XII, las revueltas antialmorávides por su radicalismo islamista propiciaron su retirada, comenzando los segundos reinos de taifas. A finales de este siglo, las taifas reclamaron el apoyo de los almohades, que unificaron de nuevo al-Ándalus y detuvieron en los cristianos, destacando la batalla de Alarcos. En 1212, los almohades fueron derrotados en la batalla de las Navas de Tolosa que, junto al descontento del pueblo por su radicalismo islamista, provocan su abandono de al-Ándalus. La división de los terceros reinos de taifas facilitó el avance cristiano hacia el sur. A mediados del Siglo XIII solo quedaba el reino nazarí de Granada, ya que su emir firmó un acuerdo con Castilla por el cual pagaba parias y reconocía vasallaje a su rey. En 1492, los Reyes Católicos conquistaron Granada.