Vida y obras de Terencio y Ovidio

Terencio fue un comediógrafo posterior a Plauto, que nunca consiguió la popularidad de su predecesor. Nació en Cartago y llegó muy joven a Roma como esclavo. Su amo lo educó muy pronto y le concedió la libertad.

Murió en el año 159 a.C durante un viaje hacia Grecia, pero dejó comedias que representan el último momento de esplendor de este género:

  • Andria
  • L’Ennuc
  • Formió

Las comedias de Terencio son diferentes a las de Plauto, ya que están perfectamente calculadas, son reflexivas y no dejan vía libre a la espontaneidad. Además, la estructura rítmica es más rica que la de las comedias de Plauto.

Ovidio vivió en la época del emperador Octavio Augusto. Nació en Sulmona, una ciudad del centro de Italia en el año 43 a.C, pertenecía a una familia bastante acomodada que pudo enviarlo a Roma a acabar sus estudios y formarse en el arte de la retórica, después se va a Grecia y Asia donde acaba su formación humanística.

En Roma deja todo y se dedica a la poesía y en poco tiempo se vuelve un poeta exitoso hasta que Augusto lo destierra en el año 8 d.C a Tomis.

Sus poemas se refieren al arte amatorio que, por su contenido erótico y sensual, Augusto se molestó, ya que él se propuso regenerar las costumbres de la corrompida ciudad de Roma y Ovidio no fue perdonado por el emperador y muere en el exilio en el 17 d.C.

Obras: La mayor parte de las obras de Ovidio pertenecen al género de la poesía elegíaca, en la cual el poeta expresa sus sentimientos más íntimos de amor, tristeza y añoramiento.

En la función de la época y temática se divide todo en 3 bloques:

  • Obras de juventud
  • Obras de madurez: En la cual escribió Metamorfosis
  • Obras desde el exilio

Atributivas

Ver gráficos de apoyo: oraciones atributivas

Se construyen con los verbos ser, estar o parecer. Se llaman también copulativas por llevar un verbo cuya única función es la de servir de enlace (cópula) entre el sujeto y el atributo. El verbo aporta un escaso valor semántico, pues éste se centra en el atributo. Entre los rasgos distintivos del atributo está el de relacionarse con el sujeto y presentar, cuando ello es posible, concordancia en género y número:

Los alumnos de 2º E son simpáticos.

Tu amiga es antipática.

Otra característica del atributo es la de poder ser conmutado por lo.

Estos chicos son simpáticos → lo son.

Predicativas

Aunque la denominación no es demasiado apropiada, la gramática tradicional ha utilizado este término para referirse a las oraciones que llevan un verbo que no es ni ser ni estar, es decir, un predicado no atributivo. Hay varios tipos de oraciones predicativas. En primer lugar es posible distinguir entre transitivas e intransitivas.

Transitivas e intransitivas

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Las transitivas son aquellas que presentan junto al verbo un complemento (sintagma nominal o equivalente) sin cuya existencia no está completo semánticamente. Tradicionalmente se denomina a este elemento complemento u objeto directo, al que reconocemos fácilmente porque se puede conmutar por uno de los siguientes pronombres personales átonos: lo, la, los, las:

La vieja dio una limosna.

No podemos decir La vieja dio, porque el sentido quedaría incompleto. Se puede conmutar por el pronombre la (la dio).

Se llaman intransitivas las que no precisan de complemento directo para que el verbo resulte completo semánticamente:

María Luisa pasea.

El año pasado viajamos a Palma.

La mayoría de los verbos pueden aparecer en ambas estructuras:

Hoy no hemos estudiado. / Hoy no hemos estudiado Lengua.

Fátima duerme. / Fátima duerme una siesta.

Sin embargo, hay verbos que suelen aparecer en construcciones transitivas y se les puede llamar transitivos como contar, decir, dar, tener, poseer, etc.; y otros que suelen construirse sin CD y se les llama intransitivos. De todas formas, hay que tener en cuenta que son las oraciones y no los verbos las que son transitivos o intransitivos.

Reflexivas

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Se caracterizan porque el sujeto es a la vez agente y paciente, es decir, realiza y recibe la acción expresada por el verbo. El sujeto de estas oraciones siempre es un sustantivo animado y se construyen con los pronombres reflexivos me, te, se, nos, os, se. Pueden ser directas o indirectas según que el pronombre sea complemento directo o indirecto:

Antonio se lava (CD).

Antonio se lava las manos (CI).

Hay construcciones pronominales que, aunque tienen forma reflexiva, su significado reflexivo no está tan claro. En ellas aparece un pronombre reflexivo junto a un verbo transitivo. La función del pronombre es en estos casos meramente enfática e incluso puede ser suprimido:

Verónica se comió un kilo de chuletas. / Verónica comió un kilo de chuletas.

También son pseudo-reflexivas las que llevan un pronombre reflexivo junto a un verbo intransitivo: Yo me marcho a casa. / Yo marcho a casa. Mi padre se salió del cine. / Mi padre salió del cine. En estos casos la partícula reflexiva acentúa el significado de dinamismo y de voluntariedad del sujeto.

Hay algunos verbos cuya forma es obligatoriamente reflexiva como arrepentirse, jactarse, atreverse, quejarse, dignarse, fugarse, suicidarse, etc.:

Me arrepiento de haber estado en la conferencia.

Se jactaba de su éxito.

Recíprocas

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Las oraciones recíprocas se consideran como un caso particular de las reflexivas cuando el sujeto es múltiple o plural y la acción es intercambiada por cada uno de los componentes del sujeto. Los sujetos son siempre animados y se construyen con los pronombres nos, os, se. También las hay directas e indirectas:

Ana y Paco se besan (CD).

Marta y su novio se escriben cartas larguísimas (CI).

Activas y pasivas

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Algunas oraciones transitivas pueden sufrir una transformación por la que el complemento directo pasa a sujeto paciente y el sujeto se convierte en complemento agente. Además, el verbo adopta la forma de perífrasis pasiva es decir auxiliar ser + participio. En este caso se dice que la oración se ha transformado de activa a pasiva: Los alumnos evacuaron el edificio. → El edificio fue evacuado por los alumnos. Las dos construcciones tienen un sentido idéntico pero cambia su estructura sintáctica.

El latín tenía una conjugación especial para expresar que el sujeto gramatical no es agente o productor de la acción, sino que es objeto de la acción que otro realiza. En español se perdió esta conjugación, con excepción del participio; pero, desaparecida la forma, el significado se mantuvo, y para expresarlo se formó una pasiva por perífrasis con el participio, única forma que había quedado de la pasiva latina, combinado con el verbo ser.

Tipos de pasiva

Aunque la gramática latina establecía dos tipos de pasiva, primera de pasiva (con ablativo agente) y segundas de pasiva (sin ablativo agente), la gramática española no mantiene esta separación, sino que prefiere clasificarlas, por su estructura, en pasivas perifrásticas (también denominada pasiva analítica, pasiva de ser + participio o simplemente pasiva) y pasivas reflejas.

Los diputados aprobaron la ley (Activa transitiva).

La ley fue aprobada por los diputados (Pasiva perifrástica).

La ley se aprobó (Pasiva refleja).

En este último caso lo que más interesa destacar es el objeto de la acción (la ley) y por ello se coloca en lugar preferente y por lo general se suele ignorar al agente (diputados). Esta es la razón por la que hay una tendencia a la confusión con las impersonales.

Uso limitado

A veces, bien por desconocimiento del agente, bien por voluntad de callarlo, bien por indiferencia, las circunstancias imponen el uso de la pasiva. Si no es así, el español prefiere la construcción activa. En la lengua hablada actual, la pasiva tiende a desaparecer; se utiliza en su lugar o bien la activa, o bien la pasiva refleja (también llamada pasiva de se).

Su uso, por tanto, ha quedado limitado a algunos tipos de textos, todos ellos escritos. Es especialmente frecuente en los textos científicos y humanísticos, y en los escritos administrativos.