Maestros del Renacimiento Italiano: Piero della Francesca y Sandro Botticelli

Piero della Francesca

Nació en 1416 en Florencia y murió en 1492. Escribió su obra sobre De prospectiva pingendi. Es un teórico y un soñador. Destaca su búsqueda de “impersonalidad”. Entiende que la figura no puede ser vehículo de sentimientos personales, sino que ha de elevarse al plano general; tampoco ha de manifestar los avatares temporales del espíritu del pintor, sino que este, primero ha de liberarse de su carga propia (el artista debe expresar los sentimientos universales). Creó un mundo de figuras corpulentas, voluminosas y redondeadas, rodeándolas de una suave atmósfera luminosa. Incurre en el estatismo, sus figuras están congeladas, suspendidas en sus movimientos. El influjo de la técnica flamenca llegó hasta él, como vemos en los retratos de los duques de Urbino en la galería de los Uffizi. Pintó la decoración del templo de Malatesta en Rimini.

Los frescos de la Leyenda de Santa Cruz en Arezzo

En estos frescos, es preciso resaltar el Sueño de Constantino, donde puede comprobarse los sutiles efectos de la luz sobre su rostro, guardaespaldas y yelmo. Podríamos considerar esta pintura como precursora del tenebrismo. El sueño del Emperador está relacionado con la batalla que tendrá que emprender al día siguiente contra su enemigo y candidato al trono Imperial, Majencio.

La Virgen del Duque de Urbino

Actualmente se encuentra en Milán. Aquí podemos observar la más íntima concordancia entre arquitectura y hombre. Esta obra es ejemplo de perfecta unidad, bajo el signo de la geometría. En torno a la Virgen, que marca el eje de simetría, se disponen las figuras en semicírculo. En toda la pintura hay un dominio de formas de tendencia ovalada.

La Flagelación de Cristo

Es un óleo sobre tabla de mitad del siglo XV de 59×82 cm. Conservado en la ciudad italiana de Urbino, es una obra de complicada interpretación. La flagelación se sitúa en una estancia típicamente renacentista. En el primer plano se colocan tres figuras que conversan ante nuevas arquitecturas. El interés por la perspectiva es evidente. Debido a la actitud de los personajes, el espectador encuentra fría y distante la composición, ya que estos se encuentran ausentes de la trama. Son retratos de contemporáneos del pintor. Hay simetría, perspectiva y orden. Por último, la falta de sentimientos y expresividad es evidente.

Sandro Botticelli (1445-1510)

La pintura del Quattrocento italiano tuvo, como último representante, a Sandro Botticelli, cuya obra presenta una independencia bastante acusada con respecto a los artistas anteriores. Nació en Florencia en 1445. Alumno de Filippo Lippi y de Verrocchio, Botticelli es un temperamento artístico profundamente sensible y apasionado. Cuando le conviene se basa en la estructuración matemática del espacio, pero nunca supedita la belleza de la composición a ese elemento. Con él se recupera la mitología clásica, con nuevos sentidos interpretativos. Para Botticelli, lo esencial era llegar a expresar, con toda la vehemencia posible, la belleza ideal. Trabajó al temple sobre tabla, aunque, a veces, utilizó como soporte el lienzo. La gran fama alcanzada por Botticelli se debe principalmente a dos obras de temática mitológica, La Primavera (1477-78) y El nacimiento de Venus (1482).

La Primavera (Museo de los Uffizi, Florencia)

Se trata de una tabla, pintada al temple (203 X 314 cm) encargada a Botticelli para la Villa di Castello. Actualmente se encuentra en Florencia. Basada en Las Metamorfosis de Ovidio, la escena transcurre en un prado. En el centro, bajo las ramas de los naranjos, se alza un mirto. Venus aparece de frente, como diosa del amor, vestida con una túnica blanca bordada de oro, un collar engarzado con perlas y un rico manto rojo con motivos dorados y forrado de azul con losanges de oro. Venus muestra a las Tres Gracias, Cástitas, Pulchritudo y Voluptas, con la inclinación de su cabeza y de su mano derecha, mientras su hijo Cupido tensa el arco. Las Gracias están plasmadas en el suave movimiento de la danza circular, con los dedos entrelazados, mientras a su lado Mercurio ahuyenta a las nubes que oscurecen el jardín de Venus.

En primer plano, a la derecha, avanza Flora, con la mano derecha entre las rosas que lleva entre los pliegues de su túnica florida. A su lado, la ninfa Chloris trata de escapar de Céfiro, plasmado en tonos azules, como un malicioso espíritu del aire.

La pintura contiene una fuerte carga de feminidad y de deseo, que encontramos en el lenguaje elocuente entre Venus, Cupido y las Gracias, y en la relación entre Céfiro, Chloris y Flora.

A los tonos azules del rostro de Céfiro, Botticelli contrapone las transparencias del rostro de la ninfa Chloris, quien sostiene entre sus labios una ramita florida. Las tres Gracias son muy parecidas, con las cabelleras onduladas, adornadas con perlas, pero están caracterizadas de distintos modos.