Historia de España: Crisis, Dictaduras y Transición Democrática (1898-1996)

La Crisis del Sistema Liberal-Conservador de la Restauración (1898-1923)

La crisis del sistema liberal-conservador de la Restauración en España comenzó con el “Desastre de 1898”, cuando el país perdió sus últimas colonias (Cuba, Filipinas y Puerto Rico). Este hecho impulsó el Regeneracionismo, liderado por Joaquín Costa, que reclamaba una profunda modernización a través de un Estado fuerte.

Algunos políticos intentaron reformar el sistema desde dentro. Antonio Maura promovió una “revolución desde arriba” con medidas como la limpieza electoral y la creación del Instituto Nacional de Previsión, pero dimitió tras la Semana Trágica de 1909, una revuelta en Barcelona contra el envío de tropas a Marruecos. El liberal Canalejas impulsó reformas laborales y laicistas, pero fue asesinado en 1912.

El sistema del turnismo se debilitó debido a la división interna de los partidos y la creciente intervención del rey Alfonso XIII, quien apoyó a militares conservadores. La Ley de Jurisdicciones de 1906 fortaleció el poder militar, tras incidentes como el ataque a la redacción de ¡Cu-Cut!.

Aumentaron los grupos opositores: carlistas, republicanos y nacionalismos periféricos. En Cataluña, la Lliga Regionalista logró la Mancomunitat en 1913; en el País Vasco y Galicia, los movimientos nacionalistas también crecieron. El movimiento obrero se organizó, con anarquistas que apostaban por la huelga revolucionaria y socialistas que buscaron reformas, logrando representación parlamentaria en 1910.

Durante la Primera Guerra Mundial, España permaneció neutral y se benefició económicamente, pero la inflación y el desabastecimiento provocaron gran conflictividad social. En 1917 estalló una crisis con tres frentes:

  • Militar: Juntas de Defensa.
  • Político: Asamblea de Parlamentarios reclamando reformas.
  • Social: Huelga general reprimida.

Tras 1917, el sistema se descompuso aún más, con gobiernos débiles que no resolvieron los problemas. La conflictividad social aumentó en el “trienio bolchevique” (1918-1920) y la guerra de Marruecos empeoró, con el Desastre de Annual en 1921 donde murieron miles de soldados.

La crisis militar y política culminó en 1923 cuando el general Primo de Rivera, con apoyo del rey, dio un golpe de Estado e instauró la primera dictadura militar del siglo XX en España.

La Dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1930)

Entre 1923 y 1930, España vivió bajo la dictadura de Miguel Primo de Rivera, apoyada por el rey Alfonso XIII. El 13 de septiembre de 1923, Primo de Rivera dio un golpe de Estado con el respaldo del Ejército y la burguesía catalana. La monarquía lo legitimó al negarse a frenar el golpe y nombrarlo jefe de Gobierno.

Durante la primera etapa, el Directorio Militar (1923-1925), gobernaron solo militares. Se suspendieron derechos y libertades, se disolvieron los ayuntamientos, se reprimió a la CNT, se impulsó el nacionalismo español frente a los regionalismos y se resolvió el conflicto marroquí con la victoria en el desembarco de Alhucemas.

En la segunda etapa, el Directorio Civil (1925-1930), se intentó institucionalizar el régimen, sin éxito. Se creó la Unión Patriótica (partido único) y una Asamblea Nacional Consultiva sin poder real. En lo social, se impulsó una política corporativista, con comités paritarios entre patronos y obreros. En economía, se aplicó un fuerte intervencionismo, se desarrollaron infraestructuras y se crearon monopolios como Telefónica o CAMPSA, aunque aumentó el gasto público y la deuda.

A partir de 1928 el régimen se debilitó: creció la oposición (militares, intelectuales, obreros, republicanos), hubo intentos de golpe como la Sanjuanada, y la crisis del 29 agravó la situación. Primo de Rivera dimitió en enero de 1930. El rey nombró al general Berenguer, pero su gobierno fracasó. En 1930, republicanos, socialistas y nacionalistas firmaron el Pacto de San Sebastián para acabar con la monarquía. Las elecciones municipales de abril de 1931 dieron la victoria a los republicanos en las ciudades. El 14 de abril se proclamó la Segunda República y el rey se exilió.

La Segunda República (1931-1936)

La Segunda República fue proclamada el 14 de abril de 1931 tras la victoria de candidaturas republicano-socialistas en las elecciones municipales. Alfonso XIII abandonó el país y el Comité Revolucionario del Pacto de San Sebastián asumió el Gobierno Provisional. Aunque hubo entusiasmo popular, el nuevo régimen enfrentó grandes dificultades.

España instauró un sistema democrático en un contexto internacional adverso, con el auge de autoritarismos en Europa. Se sumaban problemas económicos por la crisis de 1929, intensos conflictos sociales en una sociedad polarizada y la falta de lealtad de instituciones como la Iglesia, el Ejército y sectores políticos de derecha e izquierda. Además, el mapa político estaba fragmentado, dificultando gobiernos estables.

El Gobierno Provisional convocó elecciones a Cortes Constituyentes en junio de 1931, que dieron mayoría a republicanos y socialistas. Esta mayoría aprobó la Constitución de 1931, definiendo a España como república democrática y social, estableciendo soberanía popular, derechos individuales (incluido voto femenino) y separación Iglesia-Estado. También reconocía autonomía regional.

Se eligió a Alcalá Zamora presidente y a Manuel Azaña jefe del Gobierno, que impulsó reformas: modernización del Estado, reforma agraria, educativa, militar y descentralización territorial. Pero las reformas generaron gran oposición. La falta de consenso, radicalización política y social y resistencia conservadora provocaron creciente inestabilidad que desembocó en 1936 en la Guerra Civil.

El Franquismo (1939-1975)

El final de la Guerra Civil (1936-1939) consolidó un régimen dictatorial liderado por los sublevados contra la Segunda República: el franquismo. Este sistema autoritario se mantuvo en el poder hasta la muerte de Francisco Franco en 1975. Se trató de una dictadura militar, conservadora y católica, que reprimió duramente a sus opositores, especialmente durante los años 40 y 50. Sin embargo, el desarrollo económico y los cambios sociales en los años 60 y 70 impulsaron el fortalecimiento y diversificación de la oposición al régimen.

La Represión y la Oposición en los Años 40

Tras la contienda, el régimen franquista utilizó el terror como herramienta clave para afianzarse. Se aplicó una represión sistemática: entre 35.000 y 50.000 personas fueron ejecutadas, cerca de 500.000 se exiliaron y más de 300.000 fueron internadas en campos de concentración. Se depuraron los cuerpos de funcionarios y docentes, se prohibieron los partidos y sindicatos republicanos, y se suprimieron las lenguas e identidades vasca, catalana y gallega, además de confiscar sus bienes. Solo destacaron:

  • La resistencia armada de los maquis, mayoritariamente comunistas, que actuaron hasta los años 50 pese a su derrota en el Valle de Arán en 1944.
  • El gobierno republicano en el exilio.
  • El Manifiesto de Lausana (1945), donde Don Juan de Borbón proponía la Corona como vía de integración nacional.

La Oposición en los Años 50

La oposición siguió limitada, con numerosos intentos clandestinos abortados por la policía. Mientras la CNT y el PSOE sufrían la represión, el PCE, dirigido por Santiago Carrillo desde el exilio, abandonó la lucha armada y adoptó una política de reconciliación nacional, abogando por la unión de todos los españoles bajo una democracia.

En esta década destacaron:

  • Conflictos laborales en Madrid, Barcelona, Asturias y el País Vasco, causados por la crisis económica y las precarias condiciones laborales.
  • Movilización universitaria en 1956, protagonizada por estudiantes que no habían vivido la guerra, incluso hijos de dirigentes franquistas. La respuesta del régimen incluyó el cierre de la Universidad de Madrid y la suspensión de artículos del Fuero de los Españoles.

La Oposición en los Años 60 y 70

El desarrollismo económico y el aperturismo político permitieron el crecimiento de distintos movimientos opositores, respaldados por nuevas leyes como la Ley de Prensa (1966) y la Ley de Asociaciones (1964).

Oposición Política

  • Contubernio de Múnich (1962): Reunión organizada por Salvador de Madariaga que denunció ante Europa la falta de libertades en España.
  • Formación de plataformas opositoras: Junta Democrática (1974, liderada por el PCE) y Plataforma de Convergencia Democrática (1975, encabezada por el PSOE), que se unificaron en 1976 en la Platajunta, con el objetivo de forzar una transición democrática.

Oposición Obrera

  • Aumento de huelgas desde 1959 en Asturias, Cataluña, Madrid y el País Vasco, extendiéndose a Galicia en los años 70 (Vigo, Ferrol en 1972).
  • Surgimiento de Comisiones Obreras (CC.OO.) en 1962, vinculadas al PCE.

Oposición Estudiantil

  • Desde el curso 1963-64, el movimiento estudiantil rechazó el sindicato oficial SEU, alcanzando su máxima radicalización en 1968.

Movimiento Vecinal

  • En los nuevos barrios obreros se organizaron asociaciones de vecinos que exigían mejoras urbanas, con fuerte presencia de comunistas y cristianos de base.

Oposición Nacionalista

  • Partidos históricos como PNV o ERC mantuvieron cierta actividad.
  • Aparecieron nuevos grupos de tendencia marxista y nacionalista, como PSAN (Cataluña), UPG y PSG (Galicia) y especialmente ETA, nacida en 1959. Esta organización adoptó la lucha armada y protagonizó una espiral de violencia que culminó con el asesinato de Carrero Blanco en 1973.

Oposición Cultural

  • Intelectuales universitarios desarrollaron una crítica al régimen desde los años 50.
  • La Ley de Prensa de 1966 permitió una limitada difusión de estas ideas en publicaciones como Cuadernos para el Diálogo.

La Crítica desde las Instituciones del Régimen

  • La Iglesia: Tras el Concilio Vaticano II, sectores del clero se distanciaron del franquismo. Algunos religiosos, conocidos como “curas rojos”, participaron en movimientos vecinales y obreros. En el País Vasco y Cataluña, se intensificaron las posturas pronacionalistas. La jerarquía eclesiástica, con el cardenal Tarancón al frente, adoptó un tono crítico. En 1971, la Asamblea Episcopal pidió perdón por no haber actuado como fuerza moderadora durante la guerra.
  • El Ejército: Inspirados por la Revolución de los Claveles en Portugal (1974), un grupo de oficiales creó en la clandestinidad la Unión Militar Democrática (UMD).

El Final del Régimen Franquista

Durante el gobierno de Arias Navarro (1974-1976), se intensificó la coordinación de la oposición democrática. En 1976, con la creación de la Platajunta, se exigía:

  • Ruptura con el franquismo.
  • Amnistía general.
  • Reconocimiento de libertades.
  • Legalización de partidos y sindicatos.
  • Convocatoria de elecciones constituyentes y referéndum sobre la forma de gobierno.

La Economía Franquista

1. La Autarquía (1939-1959)

Tras la Guerra Civil, España quedó devastada, sin recursos y aislada del exterior. La dictadura franquista impulsó un modelo económico autárquico, que buscaba la autosuficiencia y evitaba la dependencia exterior, siguiendo el ejemplo de los regímenes fascistas. El Estado controlaba el comercio, los precios, la agricultura (con racionamiento) y nacionalizó muchas empresas clave. En 1941 se creó el INI para fomentar la industria pesada. Este modelo fracasó: la producción apenas creció, la renta per cápita era la más baja de Europa, el hambre y la escasez eran generalizadas, y surgió el estraperlo (mercado negro). A mediados de los años 50, la economía estaba en crisis, lo que forzó una apertura y el fin de la autarquía.

2. Estabilización y Desarrollo (1959-1975)

a) El Plan de Estabilización

Impulsado por tecnócratas del Opus Dei, este plan liberalizó la economía: redujo el gasto público, devaluó la peseta y permitió inversiones extranjeras. Supuso el fin de la autarquía y preparó el camino para el crecimiento económico.

b) El “Milagro Económico”

España vivió un fuerte crecimiento económico gracias a:

  • Turismo masivo.
  • Remesas de emigrantes.
  • Inversión extranjera.

Se aplicaron los Planes de Desarrollo, que orientaban la inversión en polos industriales. La economía creció a un 7% anual y mejoró el nivel de vida, sobre todo en las ciudades, donde surgió una nueva clase media y una sociedad de consumo (SEAT 600, electrodomésticos…). La sociedad cambió profundamente: migraciones campo-ciudad, caída del empleo agrícola y crecimiento urbano rápido, aunque con barrios mal urbanizados.

c) La Crisis de 1973

La subida del precio del petróleo afectó duramente a España, muy dependiente del exterior. El modelo basado en turismo, emigración y capital extranjero entró en crisis, provocando inflación, paro y estancamiento económico, que marcaron el inicio de la Transición.

La Transición y Consolidación de la Democracia en España

Tras la muerte de Franco el 20 de noviembre de 1975, la dictadura llegaba a su fin. Juan Carlos I fue proclamado rey y, con ello, se abría el camino hacia un sistema democrático. A diferencia de la Segunda República, esta vez las condiciones eran más favorables: España había cambiado profundamente a nivel social y económico, y el contexto internacional favorecía la democracia.

Los Gobiernos de Suárez y la Constitución de 1978

El rey confirmó inicialmente a Arias Navarro como presidente del Gobierno, pero su intento de reforma fue limitado y fracasó, provocando protestas y descontento tanto entre franquistas como en la oposición democrática. En julio de 1976, ante la parálisis política, Juan Carlos I nombró a Adolfo Suárez, una figura del régimen pero con voluntad reformista.

Suárez lideró una transición pacífica desde dentro del franquismo, promoviendo la Ley para la Reforma Política (1976), que abría la puerta a elecciones democráticas. Esta ley fue aprobada por las Cortes franquistas y ratificada por referéndum. Se legalizaron los partidos (incluido el PCE), se disolvió el Movimiento Nacional y se convocaron elecciones en 1977.

De las elecciones surgió un Parlamento que, mediante el consenso entre las principales fuerzas políticas, redactó la Constitución de 1978, aprobada en referéndum. La nueva Carta Magna establecía una monarquía parlamentaria, reconocía amplios derechos y libertades, organizaba el Estado de las Autonomías y consolidaba el Estado social y democrático de derecho.

La Consolidación Democrática (1979-1996)

A pesar de los avances, el clima político se complicó entre 1979 y 1981. La crisis económica, el terrorismo de ETA y la creciente inestabilidad interna en la UCD provocaron la dimisión de Suárez. Durante la votación de su sucesor, Leopoldo Calvo-Sotelo, se produjo el intento de golpe de Estado del 23-F de 1981. La intervención firme del rey y el rechazo de los altos mandos militares frustraron la intentona, reforzando la legitimidad del nuevo sistema democrático.

El Intento de Golpe de Estado del 23-F

El 23 de febrero de 1981, un grupo de militares liderado por el teniente coronel Tejero asaltó el Congreso de los Diputados durante la votación de investidura de Calvo-Sotelo. Simultáneamente, el capitán general de Valencia, Milans del Bosch, sacó los tanques a la calle. La rápida y firme intervención del rey Juan Carlos I en un mensaje televisado, condenando el golpe y reafirmando su compromiso con la Constitución, fue crucial para desactivar la intentona. El resto de los mandos militares se mantuvo leal a la legalidad democrática, y el golpe fracasó en pocas horas.

Los Gobiernos del PSOE (1982-1996)

Calvo-Sotelo continuó algunas reformas importantes (como la ley del divorcio) y aprobó la entrada de España en la OTAN. Sin embargo, la crisis interna de la UCD llevó a elecciones anticipadas.

En 1982, el PSOE, liderado por Felipe González, obtuvo una amplia mayoría absoluta. Durante sus mandatos (1982-1996), el gobierno socialista consolidó la democracia. Se neutralizó definitivamente la amenaza militar, se impulsó la modernización económica, se amplió el Estado del bienestar, y se logró la plena integración de España en Europa (adhesión a la CEE en 1986 y permanencia en la OTAN).

No obstante, a partir de 1993 el PSOE empezó a perder apoyo. Los escándalos de corrupción, los casos de guerra sucia contra ETA (caso GAL), el desgaste del poder y las divisiones internas dañaron su imagen. En 1996, el Partido Popular, liderado por José María Aznar, ganó las elecciones y marcó el fin de esta etapa histórica.