La España de la Posguerra (1939-1959)
La Guerra Civil terminó el 1 de abril de 1939, ganada por el bando sublevado dirigido por Franco. Desde entonces, comenzaría una larga posguerra (1939-1959) y la dictadura franquista, que se extendería hasta la muerte del dictador en 1975.
Aspectos Políticos de la España de Posguerra
El gobierno fue un sistema instaurado por Franco (caudillo o Generalísimo), con rasgos autoritarios y caracterizado por una militarización del orden. Contó con un exagerado número de efectivos en la Policía Armada y la Guardia Civil, lo que convirtió a España en el país más policial de Europa. En el plano territorial, el poder del gobierno se transmitía mediante Gobernadores Civiles. De ideología católica, anticomunista y nacionalista español, el régimen presentaba afinidades con los fascismos europeos. Se estableció un partido único: la Falange Española Tradicionalista y de las JONS (FET y de las JONS), fundada por el hijo de Primo de Rivera. La Iglesia apoyó al régimen debido a la situación en la que se encontraba durante la República. Franco era respaldado entonces por la Iglesia, el ejército, la élite administrativa, la pequeña burguesía y el campesinado católico.
Leyes Fundamentales del Reino
Se promulgaron una serie de Leyes Fundamentales, ya que no hubo nada semejante a una Constitución, al carecer de legitimación democrática. El proceso de establecer estas leyes políticas básicas se extendió hasta 1967. Este conjunto de leyes llegó a ser incluso contradictorio y se promulgaba según las necesidades del régimen:
Fuero del Trabajo (1938)
Fue la primera ley que se decretó, prohibía los sindicatos libres. Se configuró un sindicato único controlado por la Falange, los Sindicatos Verticales, posteriormente denominados Organización Sindical. Junto con el Fuero de los Españoles (1945), pretendían ser una especie de declaración de derechos.
Ley de Responsabilidades Políticas (1939)
Castigaba a las personas que hubieran apoyado al bando republicano o a los “rebeldes izquierdistas”.
Ley Constitutiva de las Cortes (1942)
En 1942, en un intento de disimular el gobierno totalitario, se “maquilló” el régimen, instaurando una “democracia orgánica”. Esta ley instauraba una Cámara representativa cuyos miembros eran designados por el poder (se encontraban ministros, miembros de la FET y de las JONS, alcaldes, rectores de las Universidades y representantes de la jerarquía eclesiástica).
Ley de Referéndum (1945)
Permitía a Franco convocar plebiscitos para que el pueblo refrendara una ley.
Ley de Sucesión (1947)
Aprobada en uno de los “pucherazos” del régimen, preveía un monarca como sucesor. La ley rechazó a Alfonso XIII como rey; sin embargo, mediante un acuerdo con Franco, se permitió que su nieto, el príncipe Juan Carlos, realizara sus estudios en España, y en 1969 fue designado sucesor oficial.
Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958)
Incorporaba la doctrina falangista y el reconocimiento de la Falange Española Tradicionalista y de las JONS (FET y de las JONS) como partido único.
Política Exterior y Aislamiento Internacional
Pocos meses después de concluir la Guerra Civil en España, se desencadenó la Segunda Guerra Mundial y España se declaró neutral de inmediato. Más tarde, Franco tuvo entrevistas con los dos grandes dictadores: Hitler y Mussolini. Abandonó la Sociedad de Naciones y firmó con Hitler el Tratado de Amistad (1939), pues aspiraba a que le concediesen posesiones en África. Así, en 1941 España se declaró no beligerante, enviando una fuerza militar de voluntarios, la División Azul, para apoyar a los nazis en el frente ruso. Sin embargo, las derrotas del Eje hicieron que, a partir de 1942, Franco diese un giro a su política internacional buscando la conciliación con los países aliados.
Tras la Segunda Guerra Mundial, el régimen de Franco se quedó aislado internacionalmente. Una de las consecuencias de la guerra fue la creación de la ONU en 1945, que recomendó a todos los países que retirasen sus embajadas de España. Además, España no recibió beneficios del Plan Marshall, y Francia cerró sus fronteras. Argentina y Portugal fueron los únicos países que apoyaron al régimen en esta etapa. España fue integrada en la ONU en 1955, siendo reconocida internacionalmente y consiguiendo una relativa estabilidad interna, tras el Concordato con el Vaticano de 1953.
Por otra parte, Estados Unidos (EE. UU.) y el régimen de Franco tuvieron un acercamiento. EE. UU. tenía intereses estratégicos en Canarias para sus operaciones en el norte de África y para luchar contra la URSS. Por ello, a finales de 1953, se le concedieron derechos comerciales, se suprimieron las cartillas de racionamiento y se puso fin al mercado negro, además de permitir la navegación aérea en España y el establecimiento de bases militares estadounidenses.
Aspectos Económicos de la España de Posguerra
El aislacionismo provocó una serie de objetivos para mantener la economía y la autarquía:
- Limitación de las importaciones debido a la escasez de oro y divisas.
- Creación de cartillas de racionamiento.
- Establecimiento del Instituto Nacional de Industria (INI) para el fomento de la industria.
- Creación de RENFE y construcción de obras públicas.
Este sistema tuvo consecuencias negativas durante la década de los 40 y dio lugar a la escasez, con un crecimiento económico mínimo y un descenso de la renta per cápita. En una situación de hambre generalizada, el reparto de alimentos se realizaba mediante la cartilla de racionamiento, lo que generó un mercado negro.
A partir de 1950, la economía comenzó a abrirse. Desaparecieron las cartillas de racionamiento y en el gobierno se incorporaron los tecnócratas afines al Opus Dei. La peseta sufrió una devaluación, se intentó reducir el déficit y en 1959 se puso en marcha el Plan de Estabilización. Se introdujo la Seguridad Social. Todas estas reformas configurarían en la década de los 60 un gran desarrollo, denominado “milagro español”.
Aspectos Sociales de la Posguerra
Las personas partidarias del bando republicano se exiliaron (el 90% de los intelectuales abandonó el país), otros fueron prisioneros y otros fusilados en la posguerra. Franco no toleró críticas ni oposición, controlaba los medios de comunicación con una constante autoprogaganda. La Administración Pública, la Universidad, la enseñanza e incluso las grandes empresas privadas fueron depuradas de sospechosos por haber simpatizado con partidos o sindicatos obreros. Se estableció como obligatoria la enseñanza religiosa en todos los niveles educativos. Al mismo tiempo, se aseguraba la presencia de la Iglesia en las instituciones del Estado y en los medios de comunicación.
Con el ingreso de España en la ONU, afloraron huelgas obreras (se fundó Comisiones Obreras en 1958), la agitación universitaria, el renacimiento de los nacionalismos en Cataluña y el País Vasco (con la aparición de ETA) y aumentó la actividad de los exiliados.
En conclusión, la etapa de la posguerra española fue durísima. Este periodo histórico se caracterizó por un lento desarrollo económico, pero también por la represión política y la supresión de las libertades democráticas, siendo para los españoles la dictadura más larga de su historia contemporánea.
La Dictadura Franquista (1959-1975): Hacia el Fin del Régimen
Los años centrales y finales, tras la posguerra, se caracterizaron por un notable desarrollo económico (conocido como el “Decenio bisagra”) y una paulatina organización de la oposición al régimen. Finalmente, esta etapa culminaría con la muerte del dictador.
Aspectos Políticos
A partir de 1955, la oposición al régimen se extendió en la sociedad con tres motores fundamentales: los movimientos obreros, los estudiantes universitarios y la Iglesia. En junio de 1962, se reunieron públicamente por primera vez un centenar de personas de la oposición y José María Gil Robles (monárquico), quienes preparaban un cambio democrático para España. Franco llamó a este hecho el “contubernio comunista” y realizó una represión muy dura contra las personas que salieron del país para asistir a dicha reunión, con duras condenas y procesos si regresaban a España.
Legislación y Evolución Política
En cuanto a la legislación de esta etapa, en 1963 se estableció el Tribunal de Orden Público (TOP), un tribunal de excepción que juzgaba a las personas que se reunían o hacían pública información que atentase contra el Estado. En 1966 se aprobó la Ley Orgánica del Estado, que definía al país como una “democracia orgánica” en la que se separaban los cargos de Jefe de Estado y Presidente de Gobierno, aunque este último no se cubriría hasta 1973 con Carrero Blanco. También ese mismo año se aprobó la Ley de Prensa, impulsada por el ministro Manuel Fraga, que suprimía en cierto grado la censura previa. En 1967 se concedió cierta apertura ideológica con la Ley de Libertad Religiosa. La gran reforma fue la Ley de Sucesión (1969), por la que Juan Carlos de Borbón fue designado sucesor del dictador, comprometiéndose a mantener el régimen formando una monarquía del Movimiento.
A causa de la enfermedad de Franco, Carrero Blanco toma las riendas del poder en un momento en el que el régimen se debatía entre el aperturismo y el inmovilismo y en el que la oposición era cada vez mayor. El 20 de diciembre de 1973, el presidente del Gobierno, Carrero Blanco, fue asesinado por ETA. Carlos Arias Navarro (considerado aperturista) fue elegido nuevo presidente. Intentó llevar a cabo reformas (“el espíritu del 12 de febrero”), pero un atentado de ETA en una cafetería de Madrid le obligó en 1974 a echar marcha atrás en sus promesas de apertura. La respuesta del Franquismo fue la represión.
Finalmente, la debilidad final del régimen y la enfermedad de Franco se aprovecharon para llevar a cabo la Marcha Verde para ocupar la última colonia española. Las huelgas y protestas obreras fueron abundantes. Los militares, influenciados por la Revolución de los Claveles en Portugal, crearon la Unión Militar Democrática (UMD), con el objetivo de una ruptura democrática. Destaca la creación en julio de 1974 de la Junta Democrática, en la que coincidían fuerzas políticas que iban desde los monárquicos, pasando por algunos grupos socialistas y hasta el propio PCE. Su programa de doce puntos reflejaba el establecimiento de un régimen democrático similar a los de Europa occidental.
Aspectos Económicos
La década de los 60 ha sido denominada como la época del “milagro español”, debido a la mejora espectacular del nivel de vida que se produjo en el país, con altas tasas de crecimiento. Este auge económico se debe al Plan de Estabilización de 1959, una política de liberalización económica llevada a cabo por los tecnócratas, que sustituyó la política autárquica. Con la creación en 1959 de la Comunidad Económica Europea (CEE), los tecnócratas estaban a favor de entrar en ella, pero no se produjo hasta 1986.
Los Planes de Desarrollo Económico y Social, el primero abarcó los años 1964-1967 y fue seguido de otros dos que se aplicaron hasta 1975. Se centraron en el fomento de la industria en zonas atrasadas económicamente. Se produjo un gran desarrollo de la industria, así como el desarrollo tecnológico y el turismo (“sol y playa”), que trajo consigo la proliferación sin control del urbanismo en las costas. El PIB se incrementó por el ingreso de divisas de familiares que habían emigrado a otros países y por el crecimiento de la inversión extranjera.
La población activa pasó del predominio del sector agrario a una estructura más urbana. Con la Ley General de Educación de 1970, surgió una clase media dispuesta a conseguir una modernización política, disminuyó la pobreza y se redujeron las diferencias sociales.
Aspectos Sociales
La estructura social era más diversificada, aumentaron las clases medias y se pasó a una sociedad industrializada. Paralelamente, la mujer se fue incorporando al mercado laboral; no obstante, la tasa de empleo femenino era la más baja de Europa. En la España industrializada se impusieron rápido los valores de una sociedad consumista (ley de la oferta y la demanda) y aumentaron las actividades de ocio. El éxodo rural en busca de una vida mejor produjo la crisis de la agricultura tradicional. El analfabetismo disminuyó de forma importante, y se intentó fomentar la igualdad de oportunidades en el acceso a la educación (becas, etc.).
Debido a la incorporación a las aulas de un creciente número de profesores por méritos intelectuales y no políticos, el régimen perdió el control de la Universidad, cuya agitación no decreció hasta la muerte de Franco. Se diversificaron acciones de protestas estudiantiles; la Universidad sirvió para canalizar y pregonar el descontento de muchos españoles. La tensión más crítica se produjo en 1965, cuando el Gobierno destituyó a varios prestigiosos catedráticos por apoyar dichas manifestaciones. Se fue implantando una nueva mentalidad, también en el terreno religioso, mucho más abierto y tolerante.
El 20 de noviembre de 1975 se produjo la muerte de Franco, el responsable de la dictadura más larga de nuestra historia contemporánea. La desaparición del dictador supuso el fin del Franquismo, dejando al país en los primeros años de una nueva crisis económica que sufrirían la mayoría de países europeos. Tras la dictadura, se abrió una nueva etapa, la transición democrática, sentándose las bases de una España nueva, democrática y respetuosa con todas las ideologías.