La Transición Política de España en el Siglo XIX: Liberalismo, Fueros y el Sexenio Democrático

El Conflicto de los Fueros y las Guerras Carlistas (Siglo XIX)

Durante el siglo XIX, en España hubo un conflicto fundamental entre el liberalismo, que buscaba un Estado centralizado e igual para todos, y los territorios forales (como Navarra y el País Vasco), que defendían sus privilegios históricos. Este enfrentamiento entre la tradición (fueros) y la modernidad (liberalismo) fue una de las causas principales de las Guerras Carlistas, que marcaron ese siglo.

¿Qué eran los Fueros?

Los fueros eran normas y privilegios propios que tenían desde hacía siglos algunas zonas como Navarra y el País Vasco. Gracias a ellos, podían gobernarse con sus propias leyes, no pagaban ciertos impuestos, no hacían el servicio militar y controlaban sus aduanas. También tenían un derecho llamado “pase foral”, que les permitía no cumplir leyes que no les gustaran, y todos sus habitantes eran considerados hidalgos. Estos fueros venían desde la Edad Media y se mantuvieron hasta el siglo XIX.

El Choque con el Centralismo Liberal

Con los Borbones en el siglo XVIII, comenzó una idea de centralizar el país, aunque los fueros se respetaron al principio. Pero en el siglo XIX, los liberales querían un Estado con las mismas leyes para todos, con igualdad ante la ley y un sistema de impuestos igual para todo el país. Esto chocaba con las zonas forales, que no querían perder sus privilegios. En documentos como el Estatuto de Bayona (1808) y la Constitución de Cádiz (1812), ya se vislumbraba esta idea centralista. Cuando murió Fernando VII en 1833, comenzó el carlismo, un movimiento que defendía al rey Carlos y también los fueros.

Las Tres Guerras Carlistas

Hubo tres Guerras Carlistas en el siglo XIX:

  1. Primera Guerra Carlista (1833-1840)

    Empezó por una disputa por el trono entre Carlos María Isidro (apoyado por los carlistas) e Isabel II (apoyada por los liberales). Los carlistas defendían la religión, la monarquía absoluta y los fueros; los liberales querían una monarquía con leyes modernas. El general Espartero venció a los carlistas en la batalla de Luchana (1837), y con el Convenio de Vergara (1839) se acabó la guerra, aunque Navarra perdió parte de sus fueros con la Ley Paccionada de 1841.

  2. Segunda Guerra Carlista (1846-1849)

    Fue más corta, desarrollándose sobre todo en Cataluña, y comenzó por el fracaso de un matrimonio político. También hubo malestar por los impuestos y la obligación de ir al ejército.

  3. Tercera Guerra Carlista (1872-1876)

    Ocurrió durante el reinado de Amadeo I y la Primera República. Los carlistas tuvieron mucho apoyo en el norte y llegaron a controlar muchas zonas, pero fueron derrotados por los generales Martínez Campos y Primo de Rivera. En 1876, los fueros fueron eliminados por ley.

Consecuencias: El Triunfo del Modelo Centralista

Al final, ganó el modelo liberal y centralista. Se suprimieron las leyes forales, desaparecieron las aduanas interiores y se unificaron las leyes en todo el país. Las provincias forales pasaron a formar parte del Estado español como las demás. Pero en 1878 se aprobó un acuerdo llamado Concierto Económico, que permitió a Navarra y al País Vasco seguir cobrando sus propios impuestos y luego pagar una parte al Estado. Fue una solución entre el centralismo y una cierta autonomía económica, que todavía existe hoy.

Contexto Histórico: La Construcción del Estado Liberal (1814-1868)

Durante el siglo XIX, España vivió un conflicto entre el absolutismo, que defendía el poder total del rey, y el liberalismo, que proponía un sistema con leyes, derechos y participación política. Este choque marcó la transición del Antiguo Régimen al Estado liberal, desde el regreso de Fernando VII (1814) hasta la Revolución de 1868.

El Reinado de Fernando VII (1814-1833)

  • Sexenio Absolutista (1814-1820): Fernando VII volvió al trono, anuló la Constitución de 1812 y restauró el absolutismo.
  • Trienio Liberal (1820-1823): El pronunciamiento de Riego obligó a restaurar la Constitución, iniciando reformas como desamortizaciones y eliminación de privilegios.
  • Década Ominosa (1823-1833): La intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis restauró el absolutismo, caracterizado por la represión liberal y la crisis sucesoria tras la muerte del rey en 1833.

La Consolidación del Estado Liberal (Regencias e Isabel II)

Con la regencia de María Cristina comenzó la construcción del Estado liberal. La Primera Guerra Carlista enfrentó a carlistas (absolutismo y fueros) e isabelinos (liberales), que ganaron. El liberalismo se dividió en dos facciones:

  • Moderados: Defendían más poder para el rey y voto limitado (sufragio censitario).
  • Progresistas: Buscaban más derechos y participación.

Se aprobaron dos constituciones: la de 1837 (progresista) y la de 1845 (moderada). Se crearon la Guardia Civil, una administración centralizada y se firmó el Concordato con la Iglesia. Durante el Bienio Progresista (1854–1856) hubo más reformas, como la desamortización de Madoz, aunque no se aprobó nueva constitución.

Crisis del Sistema (1856-1868)

Entre 1856 y 1866 se intentó mantener la estabilidad con gobiernos moderados y de la Unión Liberal. Se desarrolló la economía (ferrocarriles, minería, banca) y hubo intervenciones en el extranjero. Sin embargo, persistieron problemas: corrupción electoral, sufragio censitario, protestas sociales y desprestigio de Isabel II. En 1866, la sublevación del cuartel de San Gil y el Pacto de Ostende unieron a progresistas, demócratas y republicanos para acabar con la monarquía.

El Sexenio Democrático (1868-1874)

La Revolución Gloriosa (1868)

La Revolución Gloriosa fue un levantamiento contra la monarquía de Isabel II. Las causas fueron una fuerte crisis económica, problemas sociales, crisis industrial y el desprestigio de la reina. En 1866, se firmó el Pacto de Ostende, donde progresistas, demócratas y unionistas acordaron acabar con el reinado isabelino. En 1868, se sublevó la escuadra naval en Cádiz dirigida por el almirante Topete, con apoyo del general Prim. El lema de los revolucionarios fue “¡España con honra!”. Se formaron juntas revolucionarias por todo el país y, tras la victoria en la batalla de Alcolea (donde Serrano venció a Pavía), Isabel II se exilió a Francia, terminando así su reinado.

Gobierno Provisional y Constitución de 1869

Tras la revolución, se formó un Gobierno Provisional liderado por el general Serrano como regente y Prim como jefe del gobierno. Este gobierno devolvió muchas libertades, como el sufragio universal masculino, la libertad de prensa y de religión, y convocó elecciones para redactar una nueva Constitución. En 1869 se aprobó la primera Constitución democrática de España, que estableció la soberanía nacional, una monarquía parlamentaria y una amplia declaración de derechos. Fue un paso importante hacia una democracia moderna.

El Reinado de Amadeo I (1871-1873)

Después de buscar un rey que aceptara la Constitución, se eligió a Amadeo de Saboya, propuesto por Prim. Pero el mismo día que llegó a España, Prim fue asesinado, lo que dejó a Amadeo sin apoyo fuerte. Su reinado fue muy difícil: todos los grupos políticos estaban en su contra (moderados, carlistas, alfonsinos, republicanos y la Iglesia), y los liberales estaban divididos. Además, hubo muchas guerras y problemas:

  • La Tercera Guerra Carlista.
  • La Guerra de Cuba.
  • Revueltas obreras y conflictos en el campo.

Ante tanta inestabilidad, Amadeo renunció al trono en 1873.

La Primera República (1873-1874)

La Primera República fue proclamada el 11 de febrero de 1873, pero desde el principio tuvo muchos problemas. Casi no había republicanos preparados para gobernar y el país estaba dividido entre los que querían una república unitaria y los que querían una federal. El ejército no apoyaba al nuevo sistema, y además seguían activas la Guerra Carlista y la Guerra de Cuba. También hubo muchas protestas sociales y la famosa insurrección cantonal, donde algunas ciudades, como Cartagena o Murcia, se separaron del gobierno central. La República terminó en 1874 con el golpe de Estado del general Pavía, que disolvió las Cortes. Serrano gobernó de forma autoritaria hasta que Martínez Campos restauró la monarquía con Alfonso XII.

Conclusión General

En conclusión, el liberalismo triunfó frente al absolutismo y se construyó un Estado liberal centralizado, con avances en administración, seguridad y economía. Pero continuaron los problemas: inestabilidad, exclusión política, guerras carlistas y tensiones con los fueros. El fracaso del sistema moderado abrió el camino al Sexenio Democrático (1868–1874).