Arte del Renacimiento: Maestros y Monumentos

MASACCIO (1401-1428)

Fue el primero y, para algunos, el más grande en la sucesión de los maestros florentinos del siglo XV. Los textos lo mencionan por primera vez como pintor en 1422, año en que ingresó en el Gremio de Florencia. De 1426 es su famosa Madonna con el niño. Con él comienza un nuevo estilo pictórico, igualmente revolucionario como lo habían sido las aportaciones de Brunelleschi o Donatello en arquitectura y escultura. Éstos eran mucho mayores que él, por lo que se habla de un auténtico genio que a los 25 años ya había madurado su propio estilo y que, a pesar de una vida tan breve, puede considerársele uno de los fundadores de la pintura moderna.

Su estilo está dominado por el realismo y la sobriedad, por la solidez formal y sus efectos de luz. Dos de sus obras más representativas y conocidas son El fresco de La Trinidad y los frescos de la Capilla Brancacci. Su labor en sólo diez años resulta en cualquier caso revolucionaria y sólo comparable a la realizada en su momento por Giotto.

Su formación tiene como maestro al pintor Masolino, pero en realidad los verdaderos inductores de la nueva pintura de Masaccio son el arte de Brunelleschi y Donatello. Es capaz de combinar cierta idealización tardo-gótica; la armonía en la composición y en el tratamiento cromático y la aportación personal de una pintura robusta, maciza, solemne, de una enorme fuerza expresiva.

PIERO DE LA FRANCESCA (Arezzo 1420-1492)

También él sigue en cierto modo la línea de experimentación sobre la perspectiva lineal que lleva a su perfección y de rotundidad en la representación de las formas y los volúmenes. A ello se añade su dominio de los recursos de la luz y el color, de tal forma que la luz que representa no parece venir del exterior sino que, por el contrario, irradie de los objetos. Surge así un mundo de ambientes irreales y, en cierto modo, fantásticos, nacido también de la corporeidad de sus figuras rotundas e icónicas, casi arquitectónicas.

BOTICELLI (Florencia 1445-1510)

Su pintura representa una vía de plena idealización platónica en medio de la experimentación renacentista. Es uno de los seguidores más significativos de la corriente filosófica neoplatónica que se desarrolla en la corte florentina de los Médicis. Es una corriente estetizante y, en parte por ello, se considera a Boticelli un puro esteta, un místico de la belleza.

Su pintura será delicada, sutil, de líneas definidas y ritmos danzarines, de luces diáfanas y tonos cristalinos que convierten en poemas sus pinturas. Se forma en el taller de Fray Filippo Lippi primero y después en el de Verrochio, en el que coincidirá con Leonardo. La antítesis entre ambas personalidades explica también la diferencia entre la obra de Boticelli y la del período florentino de Leonardo, hasta el punto de que al primero podemos considerarlo el último de los grandes maestros del Quattrocento y al segundo el primer gran genio del Cinquecento. La Primavera y El nacimiento de Venus son dos de sus obras más conocidas.

CAPILLA DE LOS VÉLEZ (Catedral de Murcia)

Entre las muy escasas obras de estilo isabelino que se encuentran fuera de las tierras de Castilla, una de las notables es la capilla de los Vélez. Fue iniciada por el adelantado Juan Chacón y terminada en 1507 por su hijo Pedro Fajardo, primer marqués de los Vélez. Es de autor anónimo, aunque hay quien la atribuye a Juan de León. Es de planta poligonal, como la capilla del Condestable de Burgos, a la que evoca vagamente, pero aquí la decoración es mucho más recargada.

Un cúmulo de motivos ornamentales sepulta los muros: finas baquetas dispuestas verticalmente, o asociadas en panal; series de arquillos en frisos superpuestos, balcones enriquecidos por caireles, escudos, elementos vegetales, almenas, escamas e incluso grutescos renacentistas. Todo ello de una seca geometría. La capilla se cubre con una complicada bóveda estrellada.

Algunos han creído descubrir un cierto espíritu mudéjar, sobre todo en el ritmo de la ornamentación; otros, basándose en los motivos marinos, han querido ver en el autor un origen portugués, relacionando la obra con el arte manuelino.

El exterior es más sobrio, aunque también luce una rica decoración de la que forman parte ventanales, balcones, cadenas, cardinas y el escudo de los fundadores de la capilla entre salvajes tenantes.

CATEDRAL DE LEÓN

La construcción de esta catedral, la más francesa de las catedrales góticas castellanas, se comenzó bastante avanzado el siglo XIII. Su inicio se ha situado tradicionalmente con posterioridad a 1225, siendo sus principales valedores el Obispo de la diócesis y el propio rey Alfonso X el Sabio, dirigiendo las obras el Maestro Enrique.

La planta recuerda a la concepción de la cabecera hipertrofiada. Presenta tres naves, crucero destacado en planta y girola. En alzado, por el contrario, la vinculación parece más próxima a la catedral de Amiens, sobre todo porque cuenta ya con un triforio abierto, que se convierte así en otra entrada de luz. León, además, es la catedral española de mayor luminosidad y que mejor ha conservado sus vidrieras. Al exterior, la portada occidental es la menos armoniosa de las tres.