Evolución de la Literatura Española del Siglo XX: Teatro, Novela y Poesía

Teatro español: Inicios del siglo XX hasta 1939

Teatro triunfante

  • Comedia burguesa de Benavente: Abunda el diálogo fluido. Destacamos obras como Los intereses creados y Señora Ama. Jacinto Benavente fue galardonado con el Premio Nobel.

  • Teatro cómico: Presentación de costumbres y tipos populares, acompañado con frecuencia de elementos líricos. Busca el entretenimiento del público. Destacan los hermanos Álvarez Quintero (Malvaloca) y Pedro Muñoz Seca, creador de situaciones disparatadas y del astracán (La venganza de don Mendo).

  • Teatro en verso: Mezcla aspectos del Romanticismo y del Modernismo. Sobresalen Eduardo Marquina (En Flandes se ha puesto el sol) y los hermanos Machado (La Lola se va a los puertos).

Teatro renovador

  • Ramón María del Valle-Inclán: Impulsó una profunda renovación formal y temática hasta crear el esperpento. Su visión crítica aumentará a lo largo de su obra. Luces de Bohemia, que narra las últimas horas de Max Estrella, lleva con esta obra a lo más alto la crítica social y política de la España de su tiempo. Pertenece también al esperpento Martes de Carnaval, título que engloba tres obras: Los cuernos de don Friolera, Las galas del difunto y La hija del capitán.

  • Federico García Lorca: Expresa pasiones y temas universales de la vida con un lenguaje rico y lleno de connotaciones. Sus «comedias imposibles» plantean temas donde la homosexualidad o la propia identidad se abordan desde un punto de vista que rompe con la lógica tradicional. Obras destacadas: Bodas de sangre, Yerma o La casa de Bernarda Alba. Estas muestran el conflicto entre el individuo (especialmente la mujer) y las fuerzas sociales que se oponen a su propia realización.

Teatro innovador

  • Miguel de Unamuno: Otorga gran importancia al conflicto interior de los personajes. Sus obras presentan poca acción y escasos elementos escénicos. Ejemplo: El otro.

  • Jacinto Grau: Autor de obras como El señor de Pigmalión.

  • Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura: Máximos exponentes de la «otra generación del 27», precursores de un humor renovador.

Teatro de posguerra (precursores)

Aunque se desarrollará plenamente después, surge el teatro humorístico de Miguel Mihura y Enrique Jardiel Poncela, cuyos rasgos fundamentales son las situaciones inverosímiles y diálogos regidos por una lógica poco convencional. No reflejan la vida de forma realista, sino que la idealizan mediante la humanización de sus personajes, la bondad y la ternura.

  • Miguel Mihura: Empezó a escribir antes de la guerra. Su obra Tres sombreros de copa (escrita en 1932, aunque estrenada más tarde) supone una ruptura con el teatro cómico anterior. Esta obra desarrolla el tema de la libertad anhelada, alcanzada y finalmente perdida. A partir de la década de los cincuenta, la sátira se impone sobre el humor en obras como El caso de la señora estupenda.

Teatro realista (precursores y primeras manifestaciones)

  • Los renovadores sociales:

    Historia de una escalera (1949) de Antonio Buero Vallejo marcó un cambio en el teatro español; con ella, nace el drama realista con una clara intención de protesta social. Escuadra hacia la muerte (1953) de Alfonso Sastre muestra una protesta política más directa. Las puestas en escena se caracterizan por la complejidad de sus espacios escénicos y por la profundización en los caracteres de los personajes que luchan por defender sus ideales.

  • Antonio Buero Vallejo:

    • Etapa realista: Historia de una escalera.

    • Etapa de reflexión histórica: Sus obras sirven para reflexionar sobre el presente a través del pasado. Destacan Un soñador para un pueblo, El concierto de San Ovidio.

    • Última etapa: Abunda la subjetividad y los «efectos de inmersión». El personaje a menudo padece alguna limitación física o psíquica. Obras como El sueño de la razón, La fundación.

Novela española: Inicios del siglo XX hasta 1939

En la segunda mitad del siglo XIX surge el Realismo. La novela realista se inspira en el contexto histórico coetáneo. Los temas son muy variados y reflejan la realidad del momento. El autor más representativo del siglo XIX fue Benito Pérez Galdós. Considerada por muchos la mejor novela española del siglo XIX fue La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín».

Marco histórico y social (Finales del Siglo XIX – Principios del Siglo XX)

  • Aceleración del ritmo histórico: Profundos y rápidos cambios sociales, políticos y tecnológicos.

  • Contexto español:

    • España se encontraba en una crisis general (política, social, económica). Los regeneracionistas defendieron la necesidad de aplicar medidas para solucionar los problemas del país.
    • La situación de crisis se agudiza con la pérdida de las últimas colonias (Cuba, Puerto Rico y Filipinas) en 1898, suceso conocido como el «Desastre del 98».
  • Contexto internacional relevante para el periodo:

    • 1914-1918 (Primera Guerra Mundial): La burguesía industrial se desarrolló a costa de los trabajadores en el marco del capitalismo. Los trabajadores se organizan en movimientos socialistas, comunistas y anarquistas.

    • 1918-1939 (Periodo de entreguerras): Los «felices años veinte» contrastan con la inestabilidad posterior y la Gran Depresión. Ascenso del comunismo estalinista en la URSS, el fascismo italiano y el nazismo de Hitler en Alemania, que desembocará en la Segunda Guerra Mundial.

    • 1939-1945 (Segunda Guerra Mundial): Tras el conflicto, Europa y Occidente se dividen progresivamente en dos bloques: capitalistas y comunistas.

    • 1945-1991 (Guerra Fría): Enfrentamiento ideológico, político y militar (sin llegar a conflicto directo a gran escala) entre el bloque capitalista (liderado por Estados Unidos) y el bloque comunista (liderado por la Unión Soviética). Auge de la sociedad de consumo en Occidente.

    • 1968: Levantamientos estudiantiles y obreros (como el Mayo del 68 en Francia) como rebelión contra la sociedad de consumo y el autoritarismo. Surgen movimientos contraculturales, seguidos por reacciones neoconservadoras.

    • Avances tecnológicos: Especialmente a partir de la década de 1980, abren una nueva etapa caracterizada por el fácil acceso a la información y la globalización.

La Generación del 98

Ante la crisis española, surgen los miembros de la Generación del 98 (a menudo vinculados o en diálogo con el Modernismo). El Modernismo es un movimiento literario y cultural amplio, dentro del cual se enmarca el Grupo del 98, una serie de autores que se dedican a indagar en las causas de la crisis española con un lenguaje sobrio y reflexivo. En el Grupo del 98 se pueden advertir dos posturas ideológicas o evolutivas:

  • Una etapa de juventud, con posturas más combativas y revolucionarias.

  • Una etapa de madurez, con tendencias más idealistas y, en algunos casos, conservadoras.

La narrativa a principios del siglo XX: La novela noventayochista

Esta narrativa está influenciada por la sensibilidad modernista en algunos aspectos, pero se centra en la problemática española. Comparte sentimientos de angustia, la obsesión por el paso del tiempo, la muerte, y una profunda preocupación por el presente y futuro de España. Sus temas principales son:

  • El tema de España: Tras la decadencia del país, los artistas se plantean las causas de esta situación y la necesidad de regenerarla. Castilla se erige como símbolo y representación del alma española.

  • La preocupación existencial: Refleja un profundo malestar existencial debido a las inquietudes filosóficas de sus autores; se plantean problemas religiosos y el sentido de la vida.

  • Miguel de Unamuno:

    • Ensayo: Reflexiona sobre dos temas principales:

      • El sentido de la vida, la inmortalidad y el más allá (la «intrahistoria», el «sentimiento trágico de la vida»).
      • La preocupación por España, su esencia y su futuro.
    • Novela: Las llamó «nivolas» para distinguirlas de la novela realista tradicional, enfatizando el diálogo y el conflicto interior de los personajes. Etapas y obras:

      • Hasta 1897: Etapa progresista y socialista.
      • De 1897 a 1914: Paz en la guerra, Amor y pedagogía.
      • De 1914 a 1936: Niebla, Abel Sánchez, San Manuel Bueno, mártir.
  • Pío Baroja: Obras organizadas cronológicamente y en trilogías:

    • Antes de 1912: Trilogía «La lucha por la vida» (La busca, Mala hierba, Aurora roja), Camino de perfección (pasión mística), El árbol de la ciencia.

    • Después de 1912: Serie Memorias de un hombre de acción, compuesta por 22 obras.

    Sus obras se agrupaban en trilogías o ciclos (ej. Tierra vasca).

    Protagonistas: Seres inadaptados, escépticos, hombres de acción fracasados. Abundancia de diálogos ágiles y directos.

    Estilo: Sus obras a menudo carecen de una trama argumental fuerte; son novelas de personaje, con un característico humor amargo y un estilo antirretórico y espontáneo.

  • José Martínez Ruiz «Azorín»: Destaca por su prosa lírica y descriptiva, su evocación del paisaje castellano y de los clásicos españoles. Obras: La voluntad, Antonio Azorín, Confesiones de un pequeño filósofo.

  • Ramón María del Valle-Inclán: Evoluciona del Modernismo preciosista a una visión personal y crítica del mundo a través del esperpento. Sus obras narrativas:

    • Etapa modernista: Las Sonatas (Sonata de otoño, Sonata de estío, Sonata de primavera, Sonata de invierno).

    • Etapa de transición y esperpento: Novelas como Tirano Banderas y el ciclo inacabado de El ruedo ibérico.

    • También escribió novelas sobre La Guerra Carlista.

La novela novecentista o de la Generación del 14

Los novecentistas o Generación del 14 renovaron las técnicas novelísticas y poéticas. Se caracterizan por el intelectualismo, el europeísmo, el antirromanticismo y la búsqueda de un arte depurado y selecto. Emplean la ironía, el humor y el lirismo.

  • Gabriel Miró: Destaca por su expresión cuidada, su lirismo, sensibilidad y capacidad de captar sensaciones a través de un lenguaje preciosista. Obras: Las cerezas del cementerio, Nuestro Padre San Daniel, El obispo leproso.

  • Ramón Pérez de Ayala: Representante de la novela intelectual. Sus obras se relacionan con el perspectivismo y en ellas refleja tanto lo culto como lo popular, con un afán didáctico y crítico. Obras: Tinieblas en las cumbres, A.M.D.G., Belarmino y Apolonio (considerada su mejor obra), Tigre Juan.

  • Ramón Gómez de la Serna: Figura central de las vanguardias en España, creador de la greguería, que define como «metáfora + humor», una frase breve que contiene una asociación ingeniosa y sorprendente. Obras: El caballero del hongo gris, El incongruente.

  • Novela humorística:

    • Wenceslao Fernández Flórez: (El secreto de Barba Azul, Las siete columnas, El bosque animado).

    • Ramón Gómez de la Serna: (El torero Caracho).

Poesía española: Del Modernismo a las Vanguardias. Autores y obras representativos

Principales corrientes poéticas hasta 1920

Modernismo

Surgió primero en verso y después en prosa, principalmente en Hispanoamérica. Los modernistas buscan la belleza absoluta y la perfección formal de la obra de arte (el «arte por el arte»). Sus principales representantes son José Martí y, fundamentalmente, Rubén Darío. Características:

  • Búsqueda de la perfección formal y la idea del «arte por el arte».

  • La belleza se consigue a través de las imágenes visuales, el color, la música y los efectos sonoros, que se logran mediante la utilización de recursos como aliteraciones, onomatopeyas, imágenes sensoriales, metáforas audaces, símbolos y sinestesias.

  • Renovación métrica: uso de versos alejandrinos, dodecasílabos y eneasílabos, junto a metros tradicionales, con gran riqueza léxica (cultismos, neologismos, arcaísmos).

Rubén Darío

Es el principal poeta modernista. Es el poeta del amor, el erotismo, la evasión y, más tarde, de la reflexión existencial y la preocupación por lo hispánico. Destacan:

  • Azul… (1888). Marca el inicio del Modernismo. Presenta una variedad de ritmos y metros. Los poemas se caracterizan por la elegancia y la sensualidad.

  • Prosas profanas y otros poemas (1896). Destaca por la musicalidad en los versos y la variedad métrica del movimiento. Remarcamos la preocupación esteticista y la sensualidad.

  • Cantos de vida y esperanza (1905): Supone un cambio en la trayectoria de Darío, con una mayor introspección, preocupación por el destino humano y por la identidad hispánica.

Modernismo en España

El Modernismo español tuvo características propias, a menudo más intimista y menos exuberante que el hispanoamericano. Se centraron también en la realidad y el paisaje de España. Destacan Salvador Rueda y Manuel Machado. También se incluyen las primeras obras de Antonio Machado (Soledades, galerías y otros poemas) y Juan Ramón Jiménez (Arias tristes, Jardines lejanos). Temas: escapismo (hacia mundos exóticos o el pasado), cosmopolitismo, desazón romántica, amor y erotismo, temas americanos y lo hispánico.

  • Modernismo simbolista: Influido por el Simbolismo francés. Ahora la evasión se dirige hacia el mundo interior del poeta; después, el escritor vuelve sus ojos al mundo exterior y al paisaje.

  • Métrica modernista: Se caracteriza por la experimentación y la renovación de formas métricas tradicionales y la adopción de otras nuevas.

La Generación del 98 en la poesía

Aunque más conocida por su prosa, algunos miembros de la Generación del 98 también cultivaron la poesía, con un enfoque en la reflexión filosófica y la preocupación por España. Las características más representativas son: el subjetivismo, la idealización del paisaje (especialmente el castellano), las reflexiones filosóficas y la preocupación por España. Pertenecen a este grupo: Miguel de Unamuno, Azorín, Pío Baroja, Ramón del Valle Inclán y Antonio Machado.

Antonio Machado

El tiempo se establece como uno de los grandes temas machadianos, junto con el sueño, el amor, el paisaje y la preocupación por España. Destacan los poemas alejandrinos y la silva-romance. Obras poéticas principales: Soledades (1903), Soledades, galerías y otros poemas (1907), Campos de Castilla (1912). Dentro de esta última, podemos distinguir entre Proverbios y cantares y Elogios.

Su obra poética concluye con una veintena de textos que se han denominado Poesías de Guerra.

En teatro destaca, junto a su hermano Manuel, La Lola se va a los puertos y en prosa, sus reflexiones filosóficas y literarias en Juan de Mairena.

Los temas más característicos de su poesía son el tiempo, la soledad, el sueño, el amor, Dios y España.

Novecentismo (o Generación del 14) en la poesía

Los poetas novecentistas se distancian de lo sentimental para ocuparse de lo intelectual. Se centran en la esencia de las cosas y en la depuración del lenguaje. Sus rasgos estéticos más importantes son el racionalismo, el antirromanticismo, la defensa del «arte puro» y la poesía intelectual, minoritaria y elitista.

Juan Ramón Jiménez

Fue el poeta más representativo del Novecentismo y un puente hacia la Generación del 27. Propuso dos calificaciones para sus obras: En Eternidades divide su obra en poesía pura y poesía desnuda. Su trayectoria poética se suele dividir en etapas:

  • Etapas:

    • Etapa sensitiva (1898-1915): Influencia de Bécquer, el Simbolismo y el Modernismo. Es una poesía emotiva y sentimental, llena de musicalidad y melancolía. Obras: Rimas (1902), Arias tristes (1903), Jardines lejanos (1904), Platero y yo (prosa poética, 1914).

    • Etapa intelectual o de la poesía pura (1916-1936): Poesía más conceptual y compleja, en busca de la «poesía desnuda». El mar simboliza lo eterno. Se inicia una evolución espiritual que lo lleva a buscar la trascendencia, lo que se refleja en la depuración poética. Entre sus obras destacan Diario de un poeta recién casado (1917), y Eternidades (1918), Piedra y cielo (1919).

    • Etapa última o suficiente (1937-1958): Escrita en el exilio. Tema: la experiencia poética como forma de conocimiento, la eternidad, el deseo de trascendencia, la identificación con Dios. Obras: Animal de fondo (1949) y Dios deseado y deseante (1948-49). Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1956.

  • Estilo: Para él la poesía es belleza, conocimiento y ansia de eternidad. Búsqueda constante de la perfección formal y la palabra exacta.

Corrientes literarias de 1920 a 1939

Las Vanguardias

Se proponen nuevas formas de entender la cultura y la creación estética. Destaca su afán de originalidad y provocación, representando el deseo de mostrar al autor algo que sorprenda al público, siendo movimientos rupturistas con la tradición anterior. Ramón Gómez de la Serna fue el introductor de las primeras vanguardias en España. Su principal aportación fue la creación de la greguería, que define como «metáfora + humor». Se trata de asociaciones ingeniosas entre objetos o ideas dispares que producen sorpresa.

Movimientos europeos de vanguardia

  • Futurismo: Dirigido por Marinetti, exalta la máquina, la velocidad y la guerra. Se caracteriza por la supresión de los signos de puntuación, la alteración del orden lineal y el uso de palabras en libertad.

  • Expresionismo: Se manifiesta especialmente en la pintura, la literatura y el cine alemán. Destaca por su valor crítico y su denuncia social, mostrando una visión deformada y angustiada de la realidad. Estos artistas dan valor a la imaginación y al sueño. En el teatro sobresale Bertolt Brecht.

  • Cubismo: Originado en la pintura, busca la descomposición de la realidad en diferentes planos geométricos. En literatura, se manifiesta en la disposición tipográfica de los poemas (caligramas). Destaca Guillaume Apollinaire y en España, Guillermo de Torre.

  • Dadaísmo: Fundado por Tristan Tzara, es un movimiento de rebelión nihilista contra la lógica y los valores burgueses. Consideraban que había que empezar de cero, destruyendo el arte anterior. Predomina el humor absurdo y la provocación.

  • Surrealismo: Se adentra en el mundo del subconsciente y los sueños, influido por el psicoanálisis de Freud. Propone la escritura automática como método creativo. André Breton y Louis Aragon son sus máximos exponentes. Fue el movimiento de vanguardia más influyente en España.

Vanguardias españolas

  • Creacionismo: Nace con el poeta chileno Vicente Huidobro y es introducido en España por Gerardo Diego. Propugna que el poeta debe crear nuevas realidades en el poema, sin imitar la naturaleza. Es un lenguaje nuevo constituido por metáforas sorprendentes y juegos fónicos.

  • Ultraísmo: Movimiento exclusivamente español, su principal figura teórica es Guillermo de Torre, aunque Ramón Gómez de la Serna también estuvo vinculado. Supuso una ruptura con el Modernismo y el Novecentismo, buscando la reducción del poema a su elemento primordial: la metáfora, y la eliminación de lo anecdótico y sentimental.

Influencias de la literatura universal en el tránsito de siglos

En ese momento destacan ciertos movimientos europeos que influyen en el Modernismo español y en la literatura de principios del siglo XX, como el Prerrafaelismo inglés, el Parnasianismo francés (búsqueda de la perfección formal), el Simbolismo (sugerencia, musicalidad, correspondencias entre sensaciones) y el Decadentismo (refinamiento, hastío vital).

Lírica española: De 1939 a los años 70

La Guerra Civil (1936-1939) oscureció el brillante panorama poético anterior con la muerte de Federico García Lorca y Miguel Hernández, y el exilio de figuras clave como Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas, Jorge Guillén, Luis Cernuda, Rafael Alberti y tantos otros. En España permanecieron poetas como Manuel Machado, Dámaso Alonso, Gerardo Diego y Vicente Aleixandre, quien pronto se convirtió en el maestro de nuevas generaciones. Los años de la posguerra fueron poco propicios para la lírica y estuvieron marcados por la represión política, la censura, la miseria y el hambre.

Década de los 40: Poesía arraigada y desarraigada

En los primeros años de la década de los 40, la lírica toma la forma de la denominada poesía arraigada, una poesía a menudo de corte clasicista, reconciliada con el mundo y, en general, ajena a la trágica situación de la realidad española. La perfección formal de sus composiciones revela una visión optimista del mundo (o al menos conformista) y alejada de la triste realidad de esos años. Se agrupan en torno a revistas como Garcilaso. Entre estos poetas se encuentran José García Nieto, Luis Rosales, Leopoldo Panero. Sin embargo, en 1944, Vicente Aleixandre publica Sombra del Paraíso y Dámaso Alonso publica Hijos de la ira, obras que vienen a iniciar un nuevo rumbo en la poesía española de posguerra. Temáticamente, Dámaso Alonso expresa su profundo desarraigo, su angustia existencial y su denuncia de un mundo del que se ha apoderado todo lo inhumano, la parte más siniestra del hombre, iniciando la corriente de la poesía desarraigada o testimonial, que se expresa en un lenguaje directo y a veces desgarrado. A esta corriente se adscribe también la revista Espadaña.

La década de los años 50: Poesía social

Esta década está caracterizada por el llamado realismo social en todos los géneros literarios. El poeta denuncia en sus textos las injusticias, las desigualdades sociales y la falta de libertades políticas. La poesía se concibe como un instrumento para transformar la sociedad («poesía como comunicación»). La temática central es la crítica de las trágicas condiciones de la posguerra y la solidaridad con los desfavorecidos. Dos de sus obras más significativas son: Cantos iberos de Gabriel Celaya y Pido la paz y la palabra de Blas de Otero. En esta misma línea cabe destacar la figura de José Hierro con Quinta del 42, su obra social más representativa, aunque su poesía evoluciona hacia una mayor preocupación por el lenguaje y lo personal.

La década de los 60: Poesía de la experiencia y la Generación del Medio Siglo

Está dominada por la poesía de la experiencia (o del conocimiento), que introduce un enfoque más intimista, más cercano a la vida cotidiana del hombre común y su entorno. A finales de los 50 irrumpió un grupo de poetas que, sin dejar completamente los temas sociales, buscaba una mayor elaboración del lenguaje poético y un desplazamiento de lo colectivo a lo personal, con un tono más escéptico e irónico. A estos poetas se les conoce como «Generación del Medio Siglo» o «Generación de los 50» y entre sus máximos representantes encontramos a Jaime Gil de Biedma, Ángel González, José Agustín Goytisolo, Claudio Rodríguez y Francisco Brines. Entre los poetas sociales anteriores y la Generación del Medio Siglo no existen diferencias tajantes, sino que se trata más bien de un cambio de tono y de perspectiva a la hora de abordar los temas, con una mayor atención a la elaboración formal.

Narrativa española: De 1939 a los años 70

En los años 40 destaca la novela existencial-tremendista; en los años 50, el realismo social; y en los años 60, la novela experimental o estructural.

Años 40: Novela existencial y tremendismo

Son años difíciles de posguerra y de dictadura franquista, marcados por la censura y el aislamiento cultural. Algunos escritores encuentran en el enfoque existencial su forma de expresar el desconcierto y la angustia vital. En 1942, Camilo José Cela escribe La familia de Pascual Duarte, novela con la que se inaugura el llamado «tremendismo», caracterizado por la descripción cruda y a menudo truculenta de los aspectos más feos y brutales de la sociedad. Los personajes suelen ser seres marginados que cuentan hechos violentos o desagradables en un lenguaje duro, propio de su medio degradado. En 1945, Carmen Laforet publica Nada (Premio Nadal 1944), novela en que retrata sin tremendismo, pero sin tapujos y con una profunda tristeza, una ciudad (Barcelona) y unas gentes gobernadas por la nada, por el vacío, el desencanto y la hipocresía social. Un joven Miguel Delibes recibe el Premio Nadal en 1947 por su novela La sombra del ciprés es alargada, en que también hay frustración y tristeza, aunque atenuadas por una resignación de raíz religiosa.

Como se ve, en la novela existencial-tremendista los temas predominantes son la soledad, la inadaptación, la frustración, la muerte, la angustia vital… Los personajes son seres marginados, violentos, oprimidos o desarraigados. Los espacios son limitados, estrechos, cerrados, opresivos, y se observa una preferencia por la narración en primera persona (el personaje cuenta su pasado).

Años 50: Realismo social

Hay dos tendencias principales de realismo social: el objetivismo y el realismo crítico. En ambas hay un compromiso social y un deseo de reflejar la realidad española, pero en el caso del objetivismo se intenta reflejar fielmente la realidad, como si la cámara cinematográfica la captara, y la crítica está implícita; mientras que en el realismo crítico, esta es explícita y el autor interviene para guiar la interpretación del lector. Ejemplo del objetivismo es El Jarama (1955) de Rafael Sánchez Ferlosio, que refleja las vidas huecas y vulgares de unos jóvenes obreros durante un domingo de verano. Representativa del realismo crítico es, entre otras, La zanja (1960) de Alfonso Grosso, sobre las desigualdades sociales en el campo andaluz, o las novelas de Juan Goytisolo de esta etapa (Juegos de manos, Duelo en el Paraíso).

En las novelas de realismo social prima el personaje colectivo frente al individuo. El lenguaje será claro y sencillo, con diálogos en estilo directo llenos de coloquialismos que buscan reflejar el habla popular y que a veces alargan la acción; el narrador utiliza predominantemente el punto de vista de la tercera persona omnisciente o un observador externo. La estructura es sencilla: hay narración lineal con situaciones cotidianas y los espacios y tiempos son reducidos y concretos.

Años 60: Renovación formal y novela experimental

Son los años del desarrollismo económico en España, el crecimiento del turismo y un cierto cambio de mentalidad, aunque la dictadura persiste. Aumenta la emigración y la oposición al régimen franquista. En literatura se produce un desgaste de la novela social y una búsqueda de nuevas formas expresivas, influida por novelistas europeos y americanos (Joyce, Proust, Faulkner, Kafka) y el Nouveau Roman francés.

En 1962 aparece una novela de Luis Martín Santos, Tiempo de silencio. Esta obra, junto con otras, introduce las novedades características de la novela experimental de esta década: el enfoque existencial se mantiene, pero se extiende también a las clases sociales desfavorecidas, que en la novela social eran a menudo idealizadas como inocentes; la estructura se complejiza, rompiendo la linealidad temporal (flashbacks, flashforwards), uso de secuencias en vez de capítulos tradicionales; el lenguaje se vuelve experimental y culto, con monólogo interior, estilo indirecto libre, mezcla de registros lingüísticos, y una mayor preocupación por la forma.

Otros autores representativos de esta renovación son: Juan Benet, que publica Volverás a Región (1967), creando el espacio mítico de Región; Juan Goytisolo, con su trilogía sobre Álvaro Mendiola (Señas de identidad, Reivindicación del conde don Julián, Juan sin Tierra); Camilo José Cela (San Camilo, 1936); o Miguel Delibes (Cinco horas con Mario).

La Generación del 27

En este período, considerado como parte de la Edad de Plata de la literatura española, surgió un grupo de jóvenes poetas que se reunieron en Sevilla en 1927 para celebrar el tercer centenario de la muerte de Luis de Góngora, a quien admiraban. Estos escritores constituyeron la Generación del 27, integrada por: Federico García Lorca, Rafael Alberti, Pedro Salinas, Vicente Aleixandre, Jorge Guillén, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Luis Cernuda, Emilio Prados y Manuel Altolaguirre.

Los integrantes de este grupo poético estuvieron muy influidos por las vanguardias (especialmente el Surrealismo), pero también por la tradición literaria española (poesía popular, cancioneros, Siglo de Oro, Bécquer, Juan Ramón Jiménez). Incorporaron temas y recursos de estas corrientes y rescataron autores y estilos diversos del pasado literario español.

Estilo, temas y etapas

Estilo

Dan gran importancia al lenguaje poético y a la metáfora, que se convierte en el principal instrumento de creación. Alternan las formas métricas tradicionales (romance, soneto, villancico) con el verso libre y las innovaciones vanguardistas.

Temas

Destacan el amor (como elemento de plenitud y, a veces, asociado al dolor y la frustración), la ciudad moderna como fuente de contrastes (tecnología, deshumanización), la naturaleza (a veces idealizada, otras veces como reflejo del estado de ánimo del poeta o fuente de símbolos), el compromiso social y político (especialmente en la segunda etapa), el dolor existencial (choque entre lo deseado y la realidad), y las artes (la propia creación poética, la pintura, la música).

Etapas

En la evolución del grupo se distinguen tres etapas principales:

  • Hasta 1929 (aproximadamente): Una primera etapa de formación del grupo, caracterizada por el gusto por las vanguardias (Ultraísmo, Creacionismo), la influencia de la poesía pura de Juan Ramón Jiménez, y una alternancia entre tradición y vanguardia. Hay una preferencia por el poema breve y la depuración formal.

  • Segunda etapa (1929-1936, Guerra Civil): Se caracteriza por:

    • El apogeo del Surrealismo, que permite explorar el subconsciente y expresar crisis personales y sociales (especialmente en Cernuda, Lorca, Alberti, Aleixandre).
    • Una rehumanización de la poesía: exploración del yo íntimo, las emociones, el amor, la soledad, la frustración.
    • Un creciente compromiso político y social en algunos poetas, ante la convulsa situación de la Segunda República.
    • Influencia de poetas como Pablo Neruda y su concepto de «poesía impura», más cercana a la realidad y comprometida.
  • Después de la Guerra Civil (a partir de 1939): Finalmente, la Guerra Civil supone una ruptura trágica del grupo por la muerte (Lorca), el exilio de la mayoría (Salinas, Guillén, Cernuda, Alberti, Prados, Altolaguirre) o la permanencia en una España desolada (Aleixandre, Dámaso Alonso, Gerardo Diego). La obra de los exiliados continuará desarrollándose en el extranjero, a menudo marcada por la nostalgia y la reflexión sobre España.

Autores destacados y sus obras

Federico García Lorca

Es un autor caracterizado por una obra poética cuya temática giró en torno al destino trágico, la frustración, el amor y la muerte, con una profunda raíz popular andaluza y una audaz imaginería. Su lírica siguió una evolución desde la sencillez de sus primeros poemas como Libro de poemas o Poema del cante jondo, pasando por la fuerza y popularidad del Romancero gitano, y llegando a la poesía vanguardista y desgarrada de Poeta en Nueva York. También escribió Llanto por Ignacio Sánchez Mejías y Sonetos del amor oscuro.

Rafael Alberti

Escribió una poesía caracterizada por una gran variedad de temas, tonos y estilos. Podemos destacar, de su poesía neopopularista, sus primeros libros, como Marinero en tierra (Premio Nacional de Literatura). De su etapa neogongorina y vanguardista: Cal y canto. La obra Sobre los ángeles pertenece a su etapa de crisis personal y poesía surrealista. Tras la Guerra Civil, desarrolló una extensa obra en el exilio, con temas cívicos y nostálgicos (Retornos de lo vivo lejano). De su obra dramática podemos señalar El hombre deshabitado y El adefesio.

Pedro Salinas

Su poesía se divide en tres etapas: en la primera, considerada de búsqueda e influencia de la poesía pura, escribió Presagios, Seguro Azar y Fábula y signo. En la segunda etapa, de plenitud, encontramos la trilogía amorosa formada por: La voz a ti debida, Razón de amor y Largo lamento, por lo que es considerado el poeta del amor por excelencia. Las obras más representativas de su tercera etapa, en el exilio, son: El contemplado, Todo más claro y Confianza.

Vicente Aleixandre

Su obra se estructura en tres etapas. Poesía inicial más pura y optimista (Ámbito). Una segunda etapa de influencia surrealista, con una visión pesimista y cósmica del amor y la existencia (Pasión de la Tierra, Espadas como labios, La destrucción o el amor – Premio Nacional de Literatura). Una tercera etapa antropocéntrica o de solidaridad, donde el poeta se centra en el ser humano y su destino (Sombra del Paraíso, Historia del corazón, En un vasto dominio). Su última obra vuelve a un tono más metafísico (Poemas de la consumación, Diálogos del conocimiento). Fue miembro de la Real Academia Española (RAE) y obtuvo en 1977 el Premio Nobel de Literatura.

Jorge Guillén

Es autor de una sola obra unitaria, titulada Aire nuestro, que fue creciendo a lo largo de su vida y se organiza en tres libros principales: Cántico (celebración jubilosa del ser y la existencia), Clamor (visión más crítica y angustiada del mundo histórico) y Homenaje (dedicado a personas y obras admiradas). Le reconocen como el máximo representante de la poesía pura dentro de la Generación del 27.

Dámaso Alonso

Destacado filólogo y crítico literario, su obra poética es más breve pero influyente. Cabe destacar su libro Hijos de la ira (1944), un grito de protesta existencial y religioso contra la crueldad, el odio, y la injusticia del mundo de posguerra, que marcó un hito en la poesía desarraigada. Otras obras: Hombre y Dios.

Gerardo Diego

Su obra poética es una de las más extensas y variadas de la generación. Esta sigue dos líneas simultáneas y complementarias: la poesía tradicional (formas clásicas, temas variados) y la poesía vanguardista (especialmente creacionista). Podemos destacar obras como Manual de espumas (creacionista), Versos humanos, Fábula de Equis y Zeda (gongorina) y Alondra de verdad (sonetos).

Luis Cernuda

Su poesía, de gran coherencia y sinceridad, expresa el inconformismo de su intimidad y su choque con una realidad hostil («el deseo y la realidad»). Reunió sus diversos libros bajo el título general de La realidad y el deseo, que incluye obras como Perfil del aire, Donde habite el olvido, Las nubes, Desolación de la Quimera. Su lenguaje evoluciona desde un tono becqueriano y clásico hacia una mayor sencillez y tono conversacional.

Emilio Prados

Su poesía abarca tanto el neopopularismo andaluz como el surrealismo y una posterior poesía de compromiso social y exilio. Destacamos los títulos Tiempo, Cancionero menor, Cuerpo perseguido, Jardín cerrado, Memoria del olvido.

Manuel Altolaguirre

Conocido también por su labor como impresor, escribió una poesía dotada de un gran intimismo, delicadeza y espiritualidad, con influencias de Garcilaso, San Juan de la Cruz y Bécquer. Destacamos Las islas invitadas, Ejemplo, Nube temporal y Poemas de América.

Teatro español: De 1939 a la actualidad

El teatro es el género más afectado negativamente por la Guerra Civil: han muerto grandes renovadores (Valle-Inclán antes de la guerra, y Lorca durante ella) y se imponen mayores restricciones de censura en la posguerra que en otros géneros, precisamente por su necesidad de ser representado en público y su potencial impacto social.

Década de los 40: Teatro de evasión y humor

Se mantiene un teatro conservador que pretende entretener y moralizar, sin cuestionar el régimen. Se cultiva la alta comedia benaventina, el sainete costumbrista y el drama burgués de autores como José María Pemán o Joaquín Calvo Sotelo. Cabe destacar:

Cierta innovación representa el teatro de humor de Enrique Jardiel Poncela, maestro en la creación de situaciones inverosímiles y absurdas, con un humor intelectual y disparatado. Entre sus obras más destacadas señalamos Eloísa está debajo de un almendro, una comedia de humor negro, aparentemente incoherente, en la que el protagonista pasa treinta años encerrado en una habitación donde se ha fabricado su propio mundo. Por su parte, Miguel Mihura, cuya obra más representativa, Tres sombreros de copa (escrita en 1932), es una comedia que satiriza la rutina y mediocridad de la burguesía de provincias y la miserable vida del teatro de variedades; por ello no se estrenaría hasta veinte años después, en 1952.

Década de los 50: Teatro social y realista

Aparece un teatro social y comprometido que se abre con Historia de una escalera (1949) de Antonio Buero Vallejo. La obra presenta la vida de unas familias madrileñas, vecinas todas de una misma escalera, que ven cómo sus fracasos y miserias se perpetúan en la siguiente generación, la cual repite los mismos comportamientos. Alfonso Sastre estrena Escuadra hacia la muerte (1953), en la que denuncia el belicismo y la deshumanización en un contexto militar. Ambos autores intentan remover conciencias a través del teatro, aunque con enfoques distintos: Buero es considerado posibilista (cree en la necesidad de estrenar y llegar al público, adaptándose a la censura si es preciso) y Sastre, imposibilista (defiende un teatro de denuncia radical, aunque no se pueda representar). Con ellos se ha abierto la vía al teatro realista de los años 60, con autores como Lauro Olmo (La camisa, sobre el paro y la emigración al extranjero) o Carlos Muñiz (El tintero, sobre un oficinista fracasado que se suicida).

Finales de los años 60 y década de los 70: Experimentación y”Nuevo Teatr”

Se desarrolla el «Nuevo Teatro», un teatro vanguardista y experimental que repara en la deshumanización de la sociedad y busca nuevas formas escénicas, a menudo influido por Artaud, Brecht o el teatro del absurdo. Antonio Buero Vallejo incorpora en esta etapa el llamado efecto de inmersión, que busca implicar al espectador en la percepción subjetiva de los personajes (por ejemplo, en El concierto de San Ovidio, El sueño de la razón). Fernando Arrabal se exilia voluntariamente en Francia para dar rienda suelta a su creatividad y escribe un teatro inicialmente absurdo, después llamado «pánico» (junto a Jodorowsky y Topor), que aborda temas como la política, la religión y la sexualidad de forma provocadora y ritual: Pic-Nic, Los hombres del triciclo, El cementerio de automóviles, El arquitecto y el emperador de Asiria.

Finales de los 70: Teatro independiente

Con la relajación de la censura en los últimos años del franquismo y la Transición, se impuso el teatro de calle, el de objetos, la creación colectiva… con más énfasis en el espectáculo y la performance que en el texto dramático tradicional. La temática coincide con la de la posmodernidad (fragmentación, crítica a los grandes relatos). Es el llamado teatro independiente. Con el tiempo, algunos de estos grupos se profesionalizan y proliferan hasta nuestros días: Els Joglars, Comediants, Teatro Estudio Lebrijano y La Cuadra en Sevilla.

El teatro en la democracia (desde finales de los 70 hasta la actualidad)

Con la llegada de la democracia, confluyen todas las tendencias: hay un teatro underground y alternativo; se funda en 1983 la Compañía Nacional de Teatro Clásico; surgen nuevos autores-actores y directores que también escriben, como Fernando Fernán Gómez (Las bicicletas son para el verano) o se recupera a los exiliados (Alberti, Arrabal) u olvidados (Lorca, Valle-Inclán). Los realistas consagrados siguen teniendo éxito: Alfonso Sastre (La taberna fantástica), Antonio Gala (Anillos para una dama, ¿Por qué corres, Ulises?, Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?) y dramaturgas como Ana Diosdado (Olvida los tambores, Los ochenta son nuestros). Los neorrealistas o «generación del 82» (también llamada «Nueva Dramaturgia Española») ambientan sus obras tanto en el presente como en el pasado histórico, con un lenguaje más directo y personajes contemporáneos: José Luis Alonso de Santos (La estanquera de Vallecas y Bajarse al moro, sobre delincuencia urbana y la droga respectivamente), Fermín Cabal (Esta noche, gran velada), o José Sanchis Sinisterra (¡Ay, Carmela!, Ñaque o de piojos y actores).

El teatro en nuestros días

En las últimas décadas, el texto dramático se revaloriza y convive con una gran diversidad de propuestas. Se produce un boom del género musical (adaptaciones de éxitos internacionales como Mamma Mía!, o producciones españolas como Hoy no me puedo levantar). Los neovanguardistas y grupos herederos del teatro independiente continúan creando montajes-espectáculo, por ejemplo, La Fura dels Baus o La Cuadra. Surgen nuevas salas alternativas y festivales que promueven la dramaturgia contemporánea.

En la nueva hornada de dramaturgos actuales, destacan nombres como Juan Mayorga (El chico de la última fila, Silencio), Angélica Liddell, Alberto Conejero (La piedra oscura), Lluïsa Cunillé, Alfredo Sanzol (La ternura), Luis Felipe Blasco Vilches (El jurado), Fernando J. López (Cuando fuimos dos), Carolina África (Verano en diciembre) o María Velasco (Perros en danza), entre muchos otros, que exploran temas actuales con lenguajes diversos.

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