Introducción y Naturaleza del Texto
El texto que se presenta es una selección de artículos de la Constitución española de 1931. Su extenso articulado refleja un carácter progresista y reformista, aunque también rígido en cuanto a sus posibilidades de modificación. Este carácter es propio del proyecto legislativo de un gobierno de izquierdas durante la Segunda República. La Constitución consta de 125 artículos distribuidos en 9 títulos, abordando temas clave y, en su momento, controvertidos, como la relación entre la Iglesia y el Estado y la cuestión de las autonomías.
Considerando su origen directo del período histórico al que se refiere, este documento constituye una fuente histórica primaria y directa. Por su naturaleza, es un texto jurídico, ya que consiste en un conjunto de leyes fundamentales dirigidas al pueblo español.
El autor es un colectivo de juristas y políticos que, constituidos en comisión, redactaron el texto constitucional. Fue aprobado por la Asamblea Constituyente. El presidente de la comisión encargada de su elaboración fue el socialista Luis Jiménez de Asúa, quien posteriormente fue vicepresidente de las Cortes (1936), ocupó cargos diplomáticos de la República durante la Guerra Civil y representó a España ante las Naciones Unidas. El destinatario principal de la Constitución es, evidentemente, el pueblo español, pues establece el marco legal y político del país.
Contexto Histórico: El Fin de la Restauración y la Dictadura
Para comprender plenamente la Constitución de 1931, es fundamental enmarcarla en su contexto histórico: el final del reinado de Alfonso XIII (1902-1931) y los inicios de la Segunda República (1931-1936). Este periodo se caracterizó por una situación crítica que puso en jaque el sistema de la Restauración, ya debilitado por crisis anteriores (como las de 1909 y 1917).
Las causas de esta inestabilidad eran múltiples:
- Crisis económica e ideológica: Consecuencia de la pérdida de las colonias en 1898 y de la Primera Guerra Mundial. La neutralidad española en la Gran Guerra, aunque una ventaja potencial, llevó a una subida descontrolada de precios por la alta demanda externa, afectando gravemente el poder adquisitivo interno. Esto provocó cierre de empresas, aumento del paro y rebajas salariales.
- Conflictividad social y terrorismo: La agitación obrera era constante, con la presencia de sindicatos como la CNT y los “sindicatos libres”. El terrorismo político se cobró la vida de figuras clave del sistema, como Canalejas y Dato.
- Descomposición del sistema político: La sucesión de gobiernos débiles, incapaces de resolver los problemas del país y de integrar a las fuerzas políticas fuera del “turnismo”, generó un clima de huelgas, revueltas y revoluciones anarquistas.
- Problema militar y colonial: El deterioro de las relaciones entre el gobierno y los militares africanistas, agravado por el Desastre de Annual en 1921, evidenció las deficiencias del sistema. El Expediente Picasso, que señalaba responsabilidades militares en la derrota, fue un claro ejemplo de esta tensión.
La Dictadura de Primo de Rivera y la Caída de la Monarquía
En este clima de inestabilidad, Miguel Primo de Rivera dio un golpe de Estado en septiembre de 1923. Con el apoyo de guarniciones clave, declaró el estado de guerra y exigió la dimisión del gobierno, publicando su “Manifiesto al País y al Ejército españoles”. La respuesta del gobierno fue débil, y el rey Alfonso XIII, en lugar de oponerse, indujo al gobierno a dimitir y entregó el poder a Primo de Rivera, evidenciando el apoyo de la monarquía a la dictadura.
La dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) logró cierta estabilidad (fin de la guerra de Marruecos, impulso a obras públicas), pero también supuso un retroceso en derechos y libertades (limitación de derechos catalanes, represión política). Su carácter conservador y tradicionalista generó un importante atraso cultural y social, provocando la oposición de diversos sectores: estudiantes, republicanos, intelectuales e incluso algunos militares y políticos tradicionales.
Ante la creciente oposición y la pérdida de apoyos militares, Primo de Rivera dimitió en enero de 1930. Se intentó restaurar la normalidad constitucional con los gobiernos de Berenguer (la “Dictablanda”) y Aznar, pero la sociedad española demandaba cambios más profundos. La monarquía, además, estaba gravemente desprestigiada por su complicidad con la dictadura.
El Advenimiento de la Segunda República
En este contexto de desprestigio monárquico y demanda de cambio, el republicanismo experimentó un auge espectacular. Diversas fuerzas políticas y sociales (republicanos, socialistas, nacionalistas de izquierdas, intelectuales) confluyeron en el Pacto de San Sebastián (agosto de 1930), comprometiéndose a derribar la monarquía y formar un gobierno provisional republicano. Se creó un Comité Revolucionario para preparar un levantamiento militar, que contaría con el apoyo de una huelga general tras la adhesión de la UGT y la CNT.
Aunque el intento de sublevación militar en Jaca, liderado por Galán y García Hernández, fracasó y sus cabecillas fueron ejecutados, la tensión social y política era insostenible. El gobierno convocó elecciones municipales para el 12 de abril de 1931, que fueron interpretadas como un plebiscito sobre la monarquía. Los partidos republicanos y socialistas se presentaron unidos, mientras que las derechas lo hicieron desunidas.
Los resultados mostraron una clara victoria de la coalición republicano-socialista en las ciudades, donde la influencia caciquil era menor. Aunque en el ámbito rural las derechas obtuvieron más concejales debido al caciquismo, la victoria republicana en los centros urbanos clave fue decisiva. Ante la evidencia de la pérdida de apoyo popular y militar, el rey Alfonso XIII optó por el exilio.
El 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República Española (y la República Catalana en Cataluña). Se constituyó un gobierno provisional presidido por Niceto Alcalá-Zamora, con el objetivo de implementar reformas urgentes (militares, laborales, agrarias, etc.) y convocar elecciones a Cortes Constituyentes.
Las elecciones a Cortes Constituyentes se celebraron el 28 de junio de 1931, resultando en una amplia mayoría para los partidos republicanos y socialistas. Las derechas obtuvieron una representación mínima, mientras que los anarquistas, contrarios al sistema parlamentario, respondieron con huelgas.
Con la nueva composición de las Cortes, el 29 de julio de 1931 se constituyó la Comisión Parlamentaria encargada de redactar el proyecto de Constitución, presidida por el socialista Luis Jiménez de Asúa. El proyecto fue presentado rápidamente a las Cortes para su debate y aprobación.
Características Fundamentales de la Constitución de 1931
La Constitución de 1931 estableció el nuevo marco legal de España durante la Segunda República. Entre sus características principales, destacamos:
- Forma de Estado (Artículo 1): Define a España como una “República democrática de trabajadores de toda clase”. Esta formulación subraya el carácter progresista y social del nuevo régimen.
- Relación Iglesia-Estado (Artículos 3 y 26): Se establece la aconfesionalidad del Estado, eliminando la religión oficial. Se reconoce la libertad de culto y se limita el poder de las órdenes religiosas, prohibiéndoles la enseñanza y la industria. La educación pasa a depender del Estado, reflejando la visión republicana de que la influencia eclesiástica había contribuido al atraso educativo. Estas medidas generaron una fuerte tensión con la Iglesia Católica.
- Organización Territorial (Artículo 11): La Constitución define a España como un Estado integral, compatible con la autonomía de municipios y regiones. Permite la constitución de regiones autónomas a provincias limítrofes con características comunes (históricas, culturales, económicas) si así lo solicitaba la mayoría de sus municipios o el cuerpo electoral de la región.
- Soberanía y Sufragio (Artículos 36, 67, 68): Se afirma la soberanía nacional. Se instaura el sufragio universal, extendiéndolo por primera vez a las mujeres: “los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de veintitrés años, tendrán los mismos derechos electorales”.
- Jefatura del Estado y Cortes: El Presidente de la República es el Jefe del Estado y personifica a la Nación. Es elegido por las Cortes, que son unicamerales (Congreso de los Diputados).
Conclusión: El Legado Interrumpido
En conclusión, la Segunda República y su Constitución de 1931 surgieron como respuesta a la profunda crisis del sistema de la Restauración y al fracaso de la dictadura de Primo de Rivera. La Constitución intentó abordar los graves problemas estructurales de España, como:
- El problema agrario.
- Las altas tasas de analfabetismo.
- La escasa tradición democrática.
- La falta de madurez política.
- La conflictividad social y territorial.
- La tensa relación entre Iglesia y Estado.
A pesar de su carácter avanzado y su intento de modernizar el país, la Constitución de 1931 no logró consolidarse. Su vigencia fue interrumpida abruptamente por el estallido de la Guerra Civil Española en 1936. La polarización política, la incapacidad de las fuerzas políticas para aceptar los resultados electorales (falta de madurez política), la conflictividad generada por las propias reformas (enfrentamientos entre clases sociales, Estado e Iglesia, gobierno y ejército) y el contexto internacional adverso, impidieron su plena aplicación y llevaron al colapso del régimen republicano.