La Romanización de la Península Ibérica

La Romanización de la Península Ibérica

La conquista de Hispania por las armas fue seguida de un hecho mucho más significativo como fue la transformación del territorio en provincia romana y la creación de un territorio romanizado. La romanización es el proceso por el que los pueblos mediterráneos, integrados en el estado romano, adoptaron las formas de vida y la mentalidad de sus conquistadores, transformando su idioma, costumbres, organización social, economía y cultura. La romanización fue un largo proceso que se dio con distinta intensidad según las circunstancias de cada momento y el carácter de sus habitantes. La romanización fue más intensa en unas regiones que en otras. Las zonas sur y del este peninsular destacan por su total romanización, pero esta fue muy débil en las regiones montañosas del norte. El proceso de romanización en la península se llevó a cabo a través de los siguientes medios o instrumentos:

La organización política y administrativa. La división provincial.

El sistema administrativo implantado por Roma y el derecho Romano (leyes). Fue necesario implantar una regulación administrativa, que permitiera un mejor gobierno, unos procedimientos fiscales (cobro de impuestos), para contribuir al mantenimiento del estado romano y una organización burocrática. Los romanos introdujeron la división del territorio en provincias. Al frente de estas provincias se hallaban los gobernadores del que dependían una serie de funcionarios encargados de cuestiones administrativas, jurídicas, militares y fiscales (recaudación de impuestos).

Las vías de comunicación.

Para controlar el territorio, los romanos trazaron una red de comunicaciones organizada. Esto permitía mejorar las rutas existentes antes de la conquista y construir otras nuevas, creándose las calzadas, que abarcaban toda la Península y enlazaba las ciudades más importantes del interior a la costa. Ejemplos de calzadas como la Vía de la Plata.

El papel del Ejército.

Se reclutaron tropas auxiliares de los pueblos indígenas, lo que facilitaba su contacto con los romanos. Además, los soldados reclutados al término del servicio militar, podían obtener el privilegio de ciudadanía romana y recibir lotes de tierra.

La extensión de la vida urbana.

(elemento esencial de la vida romana). Las ciudades aumentaron y se convirtieron en el centro administrativo, jurídico, político y económico de la Hispania romana, por lo tanto uno de los principales elementos de romanización. Éstas se organizaron bajo las reglas del urbanismo romano y se llenaron de edificaciones (foros, acueductos, templos, circos, anfiteatros…) que constituyen uno de los legados más importantes del pasado romano. Entre las ciudades fundadas por los romanos destacamos: Barcino (Barcelona), Tarraco (Tarragona), Caesar Augusta (Zaragoza), Hispalis (Sevilla) o Emerita Augusta (Mérida). – El asentamiento de ciudadanos romanos (entrega de tierras a soldados veteranos en pago a su servicio militar) – La concesión progresiva de la ciudadanía romana a los indígenas. – La sociedad. La sociedad estaba formada por población libre y por población esclava. Entre los libres había diferentes grupos: el orden senatorial; el orden ecuestre; los decuriones y la plebe. No todos los hombres libres tenían la misma condición política u jurídica, siendo la condición más privilegiada, con plenos derechos civiles y políticos, la de los ciudadanos romanos. Este derecho, de ser ciudadano romano, será extendiendo a una población cada vez mayor con el paso del tiempo . – La integración de la economía de Hispania en el sistema económico del imperio. La agricultura fue el sector económico principal. La posesión de tierras era símbolo de prestigio y riqueza. Los romanos introdujeron nuevas técnicas en la agricultura, como el barbecho, una especialización en los cultivos, el regadío y un utillaje agrícola más moderno (arado romano, trillo con ruedas). Los cultivos principales fueron el trigo, la vid y el olivo. Se fue generalizando un tipo de explotaciones agrarias de grandes dimensiones, conocidas como villas romanas, que constaban de una zona edificada y al alrededor los campos de cultivo. El comercio interior se desarrollaba en torno a la ciudad, como centro de intercambios, donde llegaban productos agrícolas y artesanales. La moneda, las calzadas y la paz romana mejoraron los intercambios comerciales, como lo documentan los objetos de lujo importados de Roma u Oriente, dirigidos a las clases altas o al Estado. – La religión romana fue un factor de romanización de Hispania.

El Legado Cultural de la Hispania Romana

El legado cultural de Roma fue intenso y pervive hasta nuestros días. El latín se impuso como lengua hablada y escrita. Los emperadores de origen hispano (Trajano o Adriano) o los escritores (Séneca, Marcial o Quintiliano) nos muestran la asimilación de Hispania al Imperio romano ya en el siglo I; que va a suponer una adaptación de la mentalidad romana de los más altos cargos y figuras hispanas, que querían ascender en los escalones administrativos. El latín es el sustrato de las lenguas romances: castellano, gallego y catalán. El legado artístico y arquitectónico deja constancia en las ciudades, con sus templos, foros (Ampurias), teatros (Mérida y Sagunto), anfiteatros (Itálica), acueductos (Segovia), puentes (Alcántara), arcos conmemorativos (Medinaceli en Soria y Bará en Tarragona), etc… El derecho romano, que regulaba la convivencia de una sociedad, es la base de nuestro derecho en la actualidad. La religión romana se apoyaba en las divinidades oficiales: los dioses adoptados de los griegos, el culto al emperador, a los dioses protectores de la casa, o a los relacionados con el ciclo económico. El Cristianismo se fue extendiendo de forma lenta en Hispania hasta que en siglo IV se convirtió en la religión mayoritaria.