Lacan y Descartes

René Descartes fue un filósofo del Siglo XVII y máximo representante del Racionalismo Moderno. Ante el derrumbe de todo el conocimiento establecido hasta la época, Descartes sometíó todas sus creencias a una duda radical como método para llegar a una verdad evidente de la que no se pueda dudar. Para ello, distinguíó 2 modos de conocimiento humano:
La intuición, una luz natural que nos lleva de forma inmediata a ideas claras y evidentes; y la deducción, un proceso que parte de ideas simples para alcanzar otras más complejas mediante conexiones que descubre la inteligencia humana. En su obra “Discurso del Método” formuló un método inspirado en las matemáticas que está basado en 4 preceptos simples y universales que permiten su aplicación a cualquier ciencia. La primera regla es la regla de la evidencia, que pretende evitar la precipitación y la prevención para admitir como verdadero solo aquello que sea claro y evidente. La segunda es la regla del análisis, que reduce los problemas a ideas simples. En tercer lugar, la regla de la síntesis, que emplea la deducción para llegar a verdades complejas. Y por último, la regla de la enumeración y la revisión, que examina todo el proceso para evitar errores. Tras el método, surge la duda metódica, el objetivo de Descartes es encontrar verdades ciertas, para ello duda principalmente de tres cosas, que escalonadamente aumenta la radicalidad: Duda de los sentidos, debido a que a veces nos proporcionan un conocimiento incorrecto, al igual que la razón. Descartes también duda, de la existencia de las cosas, de si podemos distinguir cuando estamos despiertos y cuando estamos dormidos, ya que en algunas ocasiones los sueños nos parecen totalmente verdaderos (La dificultad de distinguir la vigilia del sueño). Y por último, plantea la hipótesis del genio maligno, que derivaría en poner en duda lo que él consideraba el saber más verdadero, las matemáticas, plantea que exista la posibilidad de que cuando llegamos a una verdad que consideramos obvia (idea simple), en realidad no sea así puesto que existe un genio maligno que nos engaña.DE LA DUDA METÓDICA EXTRAE una primera verdad, el cogito ergo sum, que afirma la existencia del Yo (Res Cogitans), PODEMOS DUDAR DE TODO, PERO NO PODEMOS DUDAR DE QUE ESTAMOS DUDANDO. A esta afirmación de la propia existencia sin poder afirmar nada más que ella se denomina solipsismo y Descartes, para salir de ella, analizó el pensamiento humano. Así, distinguíó en nuestra mente entre las ideas adventicias (ideas procedentes de lo sensible), las ideas facticias (creadas por nuestra mente en base a la experiencia) y las ideas innatas (connaturales a la razón y precedentes a la experiencia).Entre estas ideas innatas están la infinitud y la perfección, a las que Descartes identifica con Dios (Res Infinita). Descartes demuestra a Dios mediante la propia idea de Dios (a priori) y da una serie de argumentos como la idea de ser infinito. Una vez demostrado que Dios existe y es bueno, es evidente que Dios no pretende engañarnos, por lo que desmonta la Hipótesis del Genio Maligno (que propónía la existencia de un ser que nos impide alcanzar la verdad) y Dios pasa a ser garantía de nuestras ideas adventicias y en consecuencia, garantía de la existencia del Mundo (res extensa).En consecuencia, distingue 3 ámbitos de la realidad, 3 sustancias. Una sustancia es aquello que no necesita más que de sí mismo para existir, por lo que técnicamente solo Dios sería sustancia, pero análogamente también Yo y el Mundo, puesto que actúan independientes entre sí, aunque ambos dependan de Dios. Así, Descartes designa a cada sustancia un atributo: a Dios le atribuye la infinitud, al Yo le atribuye el pensamiento y al Mundo, la extensión. Además, Descartes defenderá el mecanicismo, concibiendo la naturaleza como una máquina cuyos movimientos son automáticos y resultado de otros movimientos transmitidos por contacto de un cuerpo a otro.



Ética. Hume

Hume  es un filósofo empirista, sus reflexiones sobre la moral se encuentran en las “Investigaciones sobre los principios de la moral”. En consonancia con la oposición al Racionalismo y su crítica a la metafísica, se opondrá a los sistemas éticos que tratan de fundar la distinción del bien o el mal en la razón.Hume ofrece argumentos con los que rechazar la posibilidad de que la razón sea la fuente de la moralidad, en concordancia con su análisis del conocimiento. Ya que Hume defendíó la existencia de dos modos de conocimiento por los cuales la razón puede lograr el conocimiento: el conocimiento de hechos y el conocimiento de relaciones de ideas.Si decimos que la razón es la fuente de las distinciones morales, tales distinciones deberían obtenerse mediante uno de los dos tipos de conocimiento, pero ninguno de ellos puede obtener la menor noción de lo bueno y lo malo. Por tanto, para Hume la moralidad se funda en el sentimiento y no en la razón (emotivismo moral) Consideramos lo bueno o malo, lo justo o lo injusto en función del sentimiento de agrado o desagrado que se genera en nosotros al observar dicho objeto moral, según las carácterísticas propias de la naturaleza humana. Ante la posibilidad de poder caer en un relativismo moral, es decir, que cada uno considere bueno o malo diferentes cosas o situaciones, Hume afirma que los seres humanos tendríamos una naturaleza común, basada en el sentimiento de simpatía.  Por tanto la ética de Hume defiende que las valoraciones morales dependen de un juicio de sentimiento y no dependen de la razón (una novedad en la filosofía) y también afirma una naturaleza común en los seres humanos basada en la simpatía, por la cual los seres humanos reaccionamos con los mismos sentimientos de agrado o desagrado ante diferentes situaciones.  


Hume es un filósofo empirista y sitúa el origen y el límite del conocimiento en la experiencia sensible. Inicia su filosofía analizando los contenidos mentales, las percepciones, que son el límite del conocimiento. Distingue dos tipos de percepciones: las impresiones, imágenes inmediatas de las cosas, y las ideas, imágenes de una impresión. Estas impresiones no son permanentes, cambian constantemente y las ideas derivan de ellas. Por tanto, el conocimiento real se basa en impresiones. Las impresiones pueden ser simples (impresión de una cualidad) o complejas (combinación de impresiones simples) y generan ideas simples y complejas según el tipo de impresión que representen. La mitad del mundo de las ideas complejas esta formado por ideas imaginadas y la otra mitad por impresiones complejas. En las ideas imaginadas la relación la hacemos nosotros. Hume distingue dos tipos de conocimiento: el conocimiento factual ( de hechos ) basado en las impresiones y el conocimiento de relaciones existentes entre ideas, la relación es independiente a los hechos. Por lo tanto, el límite de nuestros conocimientos son las impresiones (en el conocimiento de hechos)Una vez establece como criterio que una idea verdadera es aquella que se basa en una impresión, hace una crítica a la causalidad: Dice que la causalidad se basa en las conexiones entre causa y efecto, pero que esas conexiones no podemos conocerlas por impresiones (ya que no hay impresiones futuras) sino por hábito y costumbre. No es por tanto, un conocimiento real y debe sustituirse la certeza por la probabilidad.  Lo que deriva en una crítica a  la idea de sustancia.Es un término abstracto que no podemos percibir y que está originado por la imaginación. La sustancia en sí es una aglutinación de ideas pero no se basa en una impresión y no es conocimiento verdadero. Por tanto, ni Dios ni el Yo son ideas verdaderas pero tampoco lo es el Mundo, aunque de él provienen las ideas sensibles, puesto que no existe la impresión de la sustancia del Mundo. Hume acaba negando los tres ámbitos de la realidad de Descartes.


Ética. Descartes.

René Descartes fue un filósofo del Siglo XVII y el máximo representante del Racionalismo. Ante el derrumbe de todo el conocimiento establecido hasta la época, Descartes sometíó sus creencias a una duda radical como método para llegar a verdades claras y evidentes de las que no pudiera dudar. No obstante, entendíó que mientras buscaba la verdad, el ser humano continúa viviendo y no puede suspender su vida práctica, lo que le llevó a elaborar una moral provisional. Esta moral la elaboró en la tercera parte del “Discurso del Método” y consta de 4 máximas, encaminadas a garantizar una conducta prudente y evitar problemas en nuestra vida. La primera regla sostiene que hay que obedecer las leyes y seguir las costumbres del país, ateniéndose a las opiniones más moderadas y alejadas del exceso. La segunda máxima afirma que hay que actuar lo más firme y resuelto posible, siguiendo con constancia y satisfacción nuestras decisiones escogidas. Por su parte, la tercera regla afirma que hay que procurar vencerse a sí mismo y cambiar nuestros propios pensamientos antes que el orden del mundo, pues es algo que se nos escapa a nuestro alcance (olvidarnos de aquello que es imposible). La cuarta máxima, elegir la mejor ocupación, y la mejor ocupación posible es dedicar la vida a cultivar la razón y progresar en el conocimiento de verdad. En su obra “Las pasiones del alma”, afirmó que las pasiones del ser humano son sentimientos originados en el cuerpo que afectan al alma y son involuntarias e irracionales, por lo que debemos de controlarlas. En esta lucha por controlar las pasiones interviene la libertad, que proviene del alma, es una de las carácterísticas de la voluntad humana y nos lleva al bien o al mal, según cómo la utilicemos. Así, Descartes afirmó que solo cuando el entendimiento tiene ideas claras y evidentes sobre lo bueno y lo malo, la voluntad podrá elegir plenamente.


René Descartes fue un filósofo del Siglo XVII y el máximo representante del Racionalismo moderno. Ante el derrumbe de todo el conocimiento establecido hasta la época, Descartes sometíó sus creencias a una duda radical como método para llegar a una verdad evidente de la que no pudiera dudar. Así, en su teoría metafísica distinguíó 3 ámbitos de la realidad, 3 sustancias: Yo, Dios y el Mundo. Teniendo en cuenta estos tres ámbitos, Descartes elaboró una teoría antropológica dualista, como ya habían hecho otros filósofos anteriores como Platón o San Agustín. De esta forma, entendíó al ser humano como un compuesto de 2 sustancias, de cuerpo y alma, las cuales son irreconciliables e independientes entre sí. El alma forma parte del Yo, que es pensamiento, y por tanto, inmortal, indivisible e inmutable. Por su parte, el cuerpo forma parte del Mundo y es una máquina construida por Dios, que sigue las leyes mecanicistas. Ante la pregunta de cómo ambas sustancias se unen en un solo ser, Descartes recurríó a una explicación fisiológica, explicando que en el cerebro se encuentra la glándula pineal, que según Descartes es el punto de contacto entre el cuerpo y alma en el ser humano. Esta explicación de las relaciones entre alma y cuerpo es el punto más débil de la filosofía de Descartes y ha sido muy criticada, considerada como una respuesta insatisfactoria. De hecho, ¿actualmente se conoce que la glándula pineal cumple otras funciones, como la producción de melatonina? Las leyes mecanicistas por las que se rige el Mundo conciben la naturaleza como una máquina cuyos movimientos son automáticos y por tanto, el cuerpo, como parte del Mundo, no tiene libertad. Debido a esto, Descartes insistíó en la naturaleza distinta del cuerpo y el alma y en su independencia. Así, excluyó del cumplimiento de las leyes mecanicistas al alma, que otorga la libertad al ser humano. En su obra “Las pasiones del alma”, afirmó que las pasiones del ser humano son sentimientos originados en el cuerpo, que afectan al alma y son involuntarias e irracionales, por lo que deben ser controladas mediante la razón. Este control que ejerce el ser humano sobre las pasiones, Descartes dice que es gracias a la libertad que otorga el alma.