El Realismo y el Naturalismo
El Realismo y el Naturalismo son movimientos literarios del siglo XIX que se enfocan en representar la realidad de manera objetiva y detallada, con énfasis en la crítica social y política. El Realismo surge como respuesta al idealismo romántico, reflejando la vida cotidiana de la burguesía y los conflictos entre clases sociales. En España, se desarrolla en un contexto de cambios sociales y políticos tras la Revolución de 1868. Los novelistas más importantes incluyen a Galdós, Pereda, Valera y Clarín, entre otros.
El Naturalismo, una variante más extrema del Realismo, se enfoca en analizar científicamente la conducta humana, influido por el determinismo. Émile Zola es su principal exponente, y en España tuvo una presencia limitada, aunque se notan influencias en autores como Galdós y Emilia Pardo Bazán.
Poesía y Teatro en el Siglo XIX
En poesía, el Posromanticismo destaca con figuras como Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro, quienes muestran una fuerte carga emocional e intimista. En la poesía realista, se busca exaltar valores burgueses y familiares, con poetas como Ramón de Campoamor, cuyo estilo es prosaico e irónico.
El teatro también se adapta a las demandas de la sociedad burguesa, con obras para diferentes clases sociales. Destacan la alta comedia de Tamayo y Baus, el teatro costumbrista de Manuel Bretón y el teatro social de Joaquín Dicenta. La zarzuela y el teatro menor también surgen como géneros populares.
Benito Pérez Galdós: Figura Central del Realismo
Benito Pérez Galdós, el principal novelista realista español, crea una obra extensa que incluye novelas históricas, de tesis y contemporáneas, además de los Episodios Nacionales, una serie de novelas históricas que narran sucesos del siglo XIX en España.
El Modernismo
El Modernismo, desarrollado entre 1885 y 1915, fue una reacción contra el Realismo, influenciado por el Simbolismo y el Parnasianismo franceses. Buscaba una expresión artística libre, con énfasis en la belleza, la evasión a mundos exóticos, la sensualidad y el placer de los sentidos. Temáticamente, se inspiraba en lo idealizado, lo exótico y lo clásico, y su principal representante fue Rubén Darío, quien introdujo el Modernismo en España. Otros autores importantes fueron Manuel Machado y Juan Ramón Jiménez.
La Generación del 98
La Generación del 98, surgida tras el “Desastre del 98”, se enfocó en la decadencia de España y su regeneración. Con un estilo sencillo y antirretórico, estos escritores, como Azorín, Unamuno y Baroja, se interesaron por la historia, el paisaje castellano y la crítica social. Antonio Machado, con su poesía sobre España y sus gentes, fue el poeta más destacado, mientras que Valle-Inclán, innovador en el teatro, creó el “esperpento”, una forma crítica y deformada de representar la realidad.
Teatro a Principios del Siglo XX
En teatro, destacó la comedia burguesa de Jacinto Benavente y el teatro poético de Marquina y Villaespesa. Aunque estos géneros fueron populares, Valle-Inclán y los miembros de la Generación del 98 propusieron un teatro más renovador y crítico, anticipando las vanguardias artísticas que seguirían.
El Novecentismo y la Generación del 14
El Novecentismo y la Generación del 14 surgieron en España en la segunda década del siglo XX, en un contexto de crisis económica, social y política tras la Primera Guerra Mundial. Aunque España fue neutral, la recesión y las tensiones internas favorecieron un movimiento cultural regenerador que se alejó tanto del Modernismo como del Noventayochismo, buscando una literatura racional y crítica que reflejara la realidad española.
Los autores de la Generación del 14, con formación universitaria y una perspectiva europeísta, promovieron un arte puro, alejado de ideologías políticas y religiosas, buscando principalmente el placer estético y el progreso. El ensayo fue el género predominante. Figuras clave fueron José Ortega y Gasset, quien defendió un arte elitista y una sociedad dirigida por una élite intelectual, y Eugenio D’Ors, con su enfoque filosófico.
Narrativa y Poesía del Novecentismo
En narrativa, Ramón Pérez de Ayala abordó la crisis existencial y la crítica social en Tinieblas en las cumbres y Luz de domingo. Gabriel Miró, conocido por su estilo lírico, reflexionó sobre el paso del tiempo y la angustia existencial en Nuestro padre san Daniel.
Juan Ramón Jiménez fue un gran poeta de la época, evolucionando hacia la poesía pura, buscando la belleza en Platero y yo y Diario de un poeta recién casado. Su última etapa, marcada por un misticismo profundo, se refleja en Dios deseado y deseante.
En resumen, el Novecentismo y la Generación del 14 transformaron la literatura española con una crítica social, racionalismo y una nueva visión del arte, influyendo en la literatura del siglo XX.
Las Vanguardias
Las Vanguardias artísticas y literarias surgieron a principios del siglo XX en respuesta a la crisis social y política tras la Primera Guerra Mundial, caracterizándose por su rechazo a la tradición y a los valores burgueses. Buscaban la innovación y la originalidad, reflejando una crítica al racionalismo y explorando las pasiones humanas.
En Europa, destacaron movimientos como el Expresionismo, Futurismo, Cubismo, Dadaísmo, Surrealismo, Ultraísmo y Creacionismo. El Expresionismo alemán, con autores como Franz Kafka, abordó la subjetividad y la miseria humana. El Futurismo exaltó la tecnología y la violencia, mientras que el Cubismo rompió las formas tradicionales. El Dadaísmo celebró lo irracional, precursor del Surrealismo, cuyo manifiesto, publicado por André Breton, abogaba por liberar el subconsciente.
Las Vanguardias en España e Hispanoamérica
En España, las vanguardias llegaron a través de figuras como Ramón Gómez de la Serna, Vicente Huidobro y Rafael Cansinos Assens, influyendo en el Creacionismo y el Ultraísmo. Valle-Inclán destacó con sus esperpentos, y el Surrealismo dejó huella en autores como Federico García Lorca y Vicente Aleixandre.
En Hispanoamérica, los movimientos vanguardistas también tuvieron impacto. Vicente Huidobro introdujo el Creacionismo, mientras que Jorge Luis Borges representó el Ultraísmo y César Vallejo el Surrealismo. Pablo Neruda exploró temas surrealistas en Residencia en la Tierra.
Aunque efímeros, estos movimientos revolucionaron la literatura mundial, dejando una huella duradera en escritores posteriores como Octavio Paz y Nicanor Parra.
La Generación del 27
La Generación del 27, formada por poetas que comenzaron a publicar en 1920 y cuyo nombre proviene del homenaje a Góngora en su tercer centenario, incluyó a autores como Pedro Salinas, Jorge Guillén, Federico García Lorca, Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, Rafael Alberti, Luis Cernuda, Manuel Altolaguirre y Miguel Hernández, además de escritoras como Ernestina de Champourcín y Concha Méndez. Muchos de ellos compartieron una formación universitaria vinculada a la Residencia de Estudiantes de Madrid y publicaron en revistas vanguardistas.
La generación integró influencias de las vanguardias europeas (Ultraísmo, Surrealismo, Futurismo) sin abandonar la tradición española, inspirándose en poetas como Garcilaso, Lope y Bécquer. Se destacan tres etapas en su evolución:
- Primera etapa (1920s): Buscaban la autonomía del arte, con influencias de Juan Ramón Jiménez y las primeras vanguardias, produciendo obras puristas y herméticas, como Cántico de Guillén y Romancero gitano de Lorca.
- Segunda etapa (hasta la Guerra Civil): Se rehumaniza la poesía con un giro hacia lo social, lo personal y el neorromanticismo, influida por el Surrealismo y el contexto histórico. Obras como Poeta en Nueva York de Lorca y Sobre los ángeles de Alberti muestran este cambio.
- Tercera etapa (después de la Guerra Civil): Predominan los temas humanos y la nostalgia, como en Clamor de Guillén y Ocnos de Cernuda, mientras que en los poetas que permanecieron en España, como Dámaso Alonso, se nota un humanismo angustiado.
Miguel Hernández, con su poesía de compromiso, se vincula a las generaciones posteriores, destacándose en obras como El rayo que no cesa y Vientos del pueblo.
Federico García Lorca y el Teatro del 27
Federico García Lorca fue también una figura clave en el teatro, comenzando con obras modernistas y desarrollando farsas influenciadas por el esperpento. Su teatro, como Bodas de sangre y La casa de Bernarda Alba, aborda temas como la marginación de las mujeres y el conflicto entre libertad y tradición.
En resumen, la Generación del 27 fusionó vanguardia y tradición, dejando una profunda influencia en la literatura española, con figuras esenciales como Lorca, Salinas, Alberti y Cernuda.
La Narrativa Española Tras la Guerra Civil (1939-1975)
Tras la Guerra Civil, la narrativa española (1939-1975) refleja las secuelas del conflicto, la censura y la ausencia de autores exiliados, abordando temas como la guerra y el desarraigo. Destacan autores como Ramón J. Sender (Réquiem por un campesino español), Max Aub y Francisco Ayala.
En España, junto a una narrativa triunfalista de baja calidad, emergen géneros como la novela fantástica (El bosque animado de Fernández Flórez) y la existencialista, como La sombra del ciprés es alargada de Delibes. Camilo José Cela inicia el Tremendismo con La familia de Pascual Duarte, mostrando la dureza de la España rural.
En los años 50, la narrativa se orienta hacia lo social y colectivo, ejemplificado por La colmena de Cela, con una visión pesimista. Surge también el Neorrealismo, como en El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio, que refleja la lucha diaria.
En los 60 y 70, influenciada por la narrativa hispanoamericana (Vargas Llosa, García Márquez) y autores como Kafka y Joyce, la novela rompe con la cronología, priorizando el monólogo interior y el perspectivismo. Destacan obras como Tiempo de silencio de Martín-Santos, Cinco horas con Mario de Delibes, Retahílas de Martín Gaite, Últimas tardes con Teresa de Juan Marsé, Volverás a Región de Juan Benet y Señas de identidad de Juan Goytisolo.
Bodas de sangre de Federico García Lorca
Bodas de sangre se estrenó 2 años después de que Federico García Lorca la escribiera, en 1933, y supuso una auténtica revolución en la literatura española, un auge en la tragedia. Fue la primera de las tres obras con las que Lorca revolucionó el teatro español.
Lorca decía que el teatro es poesía que “se hace humana”, capaz de expresar emociones intensas como la desesperación y el dolor. En Bodas de sangre usó el verso para crear un ambiente poético, aunque más tarde en La casa de Bernarda Alba optó por la prosa, logrando una gran fuerza trágica sin el ritmo popular de Bodas de sangre.
En sus tragedias, Lorca presenta personajes femeninos y fuertes, como la Novia, Yerma y Adela, quienes representan deseos y pasiones arrolladoras. Estas mujeres desatan conflictos al desafiar las normas sociales, mostrando que no solo los hombres experimentan un impulso de pasión irrefrenable.
Para intensificar el drama, Lorca emplea símbolos poderosos: el caballo de Leonardo representa el deseo y la vitalidad, la navaja alude a la muerte, la luna simboliza una fuerza que ansía la sangre de los personajes. Estos símbolos, junto con elementos como la Mendiga, representando a la muerte, evocan la intensidad de las tragedias griegas, donde el destino es inevitable.
La llegada de Bodas de sangre marcó un cambio en la literatura española, superando intentos previos de tragedias que resultaban forzadas o poco convincentes. Lorca logró que el “destino trágico” que en la tragedia griega se imponía desde fuera, como el oráculo o la ley, surgiera aquí de los propios personajes, lo que le da a la obra un impacto emocional profundo y único en la literatura española.