Nietzsche: Nihilismo y la Crisis de Occidente

Nietzsche y la Crítica a la Cultura Occidental

¿Qué es la Cultura Occidental?

Para Nietzsche, en el siglo XIX, la cultura occidental es un estilo de vida y pensamiento que se ha ido construyendo en el tiempo y que tiene tres raíces:

  • El mundo griego y romano (la filosofía clásica, el platonismo).
  • La religiosidad judeocristiana.
  • Los ideales ilustrados de la modernidad, que incluyen la ciencia y el pensamiento liberal.

La cultura occidental, en la época contemporánea, es una apuesta por:

  1. La racionalidad científica y tecnológica.
  2. Una ética universal, defendida desde los planteamientos de la Ilustración, válida para todos y a todos exigible. Esta ética tiene una base cristiana y platónica, según Nietzsche, y culmina en la ética de Kant y en las declaraciones de los derechos del hombre.
  3. Europa ha creado una organización social basada en el Estado. El Estado crea unas normas (el Derecho) que se aplican a todos por igual a través de la burocracia, una estructura de funcionarios a través de la cual el Estado controla a la sociedad (policía, jueces, educadores, expertos…). El Estado normativiza. Define lo sano y lo enfermo, lo normal y lo raro, lo correcto y lo malvado.

En un contexto histórico de dominio político y económico de Europa sobre el mundo, Nietzsche insistirá en la idea de que la cultura occidental está en crisis.

¿Dónde está la Crisis?

Diagnóstico: Nihilismo

La ciencia y la filosofía racionalista definen a la cultura occidental. El racionalismo ofrece una visión simplista o reduccionista de la realidad natural y humana. Olvida, oculta y reprime la vida en su pluralidad. El pensamiento occidental ha negado lo complejo y lo diferente, lo individual y lo irracional. Por otro lado, el universalismo ético cristiano y europeo están en crisis. La idea de Dios se cuestiona (ateísmo). Además, descubrimos que hay más formas de vida (otras culturas no occidentales) y hubo otras épocas (las civilizaciones antiguas) en las que la ética era distinta. El relativismo y el historicismo entran en juego. Por otro lado, la imposición del Estado uniformiza y ahoga la diversidad de los individuos.

El término que mejor define el sentido de la crítica de Nietzsche a la tradición occidental es el de nihilismo.

  1. El nihilismo es un fenómeno histórico, un hecho de la vida europea del siglo XIX que Nietzsche se encuentra: la crisis de la cultura, “la pérdida de valor de los valores tradicionales” nacidos de la religión o la filosofía (Dios, la Razón, la Verdad).
  2. El nihilismo, para Nietzsche, es el destino de la cultura occidental porque esta cultura nació (en Grecia y con el cristianismo) como negación de la vida y su complejidad. En el pasado está la raíz de la crisis del presente. Ahora bien, el nihilismo no es solo esta crisis (la negación de los viejos valores). En sentido positivo supone la toma de conciencia de este “error fatal”, el reconocimiento de que Occidente necesita una nueva filosofía. Para recuperar la salud lo primero es asumir la enfermedad.

Tres son los grandes momentos de una nueva filosofía que asume, para superar, el nihilismo.

La ciencia y la filosofía racionalista definen a la cultura occidental. El racionalismo ofrece una visión simplista o reduccionista de la realidad natural y humana. Olvida, oculta y reprime la vida en su pluralidad. El pensamiento occidental ha negado lo complejo y lo diferente, lo individual y lo irracional. Por otro lado, el universalismo ético cristiano y europeo están en crisis. La idea de Dios se cuestiona (ateísmo). Además, descubrimos que hay más formas de vida (otras culturas no occidentales) y hubo otras épocas (las civilizaciones antiguas) en las que la ética era distinta. El relativismo y el historicismo entran en juego. Por otro lado, la imposición del Estado uniformiza y ahoga la diversidad de los individuos.

El término que mejor define el sentido de la crítica de Nietzsche a la tradición occidental es el de nihilismo.

  1. El nihilismo es un fenómeno histórico, un hecho de la vida europea del siglo XIX que Nietzsche se encuentra: la crisis de la cultura, “la pérdida de valor de los valores tradicionales” nacidos de la religión o la filosofía (Dios, la Razón, la Verdad).
  2. El nihilismo, para Nietzsche, es el destino de la cultura occidental porque esta cultura nació (en Grecia y con el cristianismo) como negación de la vida y su complejidad. En el pasado está la raíz de la crisis del presente. Ahora bien, el nihilismo no es solo esta crisis (la negación de los viejos valores). En sentido positivo supone la toma de conciencia de este “error fatal”, el reconocimiento de que Occidente necesita una nueva filosofía. Para recuperar la salud lo primero es asumir la enfermedad.

Tres son los grandes momentos de una nueva filosofía que asume, para superar, el nihilismo:

  1. Momento de la Duda: se toma conciencia de que vivimos en una sociedad nihilista. Asumimos el fin de las verdades únicas. Desorientación y angustia acompañan al náufrago, verdadero símbolo de este momento. Los valores tradicionales se contemplan en su agonía. La vida centrada en la búsqueda de lo trascendente (Dios, la Verdad, el Bien) se muestra devaluada. Estamos ante el ocaso de los dioses y de todos los ídolos.
  2. La Genealogía de la Moral: El pensador toma conciencia de la necesidad de pensar lo que ha pasado. Es necesario un distanciamiento reflexivo (imagen del viajero solitario que reflexiona sobre su vida). Se necesita una nueva ciencia de la moral, un estudio histórico de nuestras ideas y valores.
  3. Transmutación de los Valores: Tenemos que crear nuevos valores, una filosofía de la vida y una moral de afirmación de la libertad. El ser humano se convierte en artista, creador de su vida y se orienta hacia el superhombre. De esto hablaremos en la segunda parte del tema.

La Genealogía de la Moral

Genealogía: es un método de investigación crítica. La idea central de la genealogía es que nuestros valores e ideales tienen una historia. Hay que investigar el origen y desarrollo de las ideas clave de la civilización occidental (bueno y malo, verdad y esencia, virtud y justicia…). Para reflexionar sobre la genealogía de nuestras ideas, Nietzsche se basa en la historia y en la filología, en la evolución del lenguaje.

Nuestro objetivo es:

  • Clasificar las distintas ideas y valores (de bueno y de malo, etc.).
  • Descubrir su origen y su historia.
  • Valorar su fuerza, es decir, su vigencia, su capacidad de adaptación al medio social.

La crítica de Nietzsche señala que tendemos a dar por sentado lo que significan las ideas de bien, realidad, deber, etc., pero si investigamos en su origen y su desarrollo, puede que nos llevemos sorpresas.

Para Nietzsche, en el origen de la moral y la ética, nuestras ideas sobre el bien y el mal fueron definidas desde la imagen que el poderoso tenía de sí. “Bueno” era en el pasado (en los poemas homéricos) lo noble; “malo” era lo plebeyo. Por eso, las primeras ideas de bien aludían a los valores del guerrero (bien = fuerza, valentía, individualismo, riesgo…). Ahora bien, con el devenir de la historia se dio una reacción (resentida) de los plebeyos que condujo a una inversión de los valores. “Malo” era ahora el modo de vida del guerrero (violencia, imposición, el individualismo…) y “bueno” comenzó a ser lo plebeyo.

Moral de Esclavos

La moral tradicional de la cultura occidental —del cristianismo al socialismo, pasando por Kant— refleja una postura “anti-vital”. Es una moral de esclavos. La ley moral niega los impulsos vitales, uniformiza, nos convierte en hombres-masa. Es, como diría Kant, heterónoma.

Antes de la inversión de valores: la moral de señores

Antes de que la moral de esclavos se impusiera, la moral dominante en las sociedades aristocráticas era la moral de señores, donde lo bueno se identificaba con la libertad, la fuerza y la creación. En este mundo, los nobles no necesitaban justificar su existencia ni someterla a ideales abstractos: vivían afirmando la vida en su plenitud. El arte, más que la ciencia, expresa esta vitalidad, pues la ética es, en última instancia, una artesanía de la vida. Sin embargo, con el triunfo de la moral de esclavos, impulsada por el resentimiento de los débiles, esta moral originaria fue desplazada por una nueva escala de valores basada en la renuncia, la culpa y la obediencia. Se exaltó la humildad sobre la grandeza, la sumisión sobre la afirmación, la compasión sobre la fuerza.

La negación de la vida en la moral de esclavos

La vida es deseo y alegría en el existir. La vida es expansión del propio poder individual y búsqueda de la plenitud del diferente. Las ideas universales niegan la diversidad. La moral (de esclavos) ha tenido como objetivo reprimir toda manifestación de la vida real. Niega el placer de vivir. La ética tradicional, esta moral de esclavos, es una moral del resentimiento. Reprime la vida llena de individualidades diferentes y creadoras, nos hunde en la mediocridad y la mansedumbre. Es una moral del rebaño, una moral de esclavos (a la que opondrá la moral de señores o moral de la vida).

Sentido de la frase “Dios ha muerto”

“los dioses han muerto… de risa al oír a uno de ellos decir que era el único dios”
(**Así habló Zaratustra**. De los apóstatas, final)

“Dios ha muerto” es una expresión que sintetiza la filosofía de Nietzsche. “Dios ha muerto” es, para Nietzsche, una constatación histórica, no un deseo u objetivo. Dios ha envejecido como idea. Sin un Dios que oriente nuestra existencia, nos encontramos con la libertad como situación básica del ser humano.

Para Nietzsche, la muerte de Dios tiene un sentido positivo: implica la crisis definitiva del “monoteísmo de la razón”, es decir, la tendencia a imponer una interpretación (la Verdad Absoluta). Nietzsche postula el “politeísmo de la razón”: no hay una sola racionalidad (una moral, una creencia, una ciencia), sino plurales razones, siempre finitas y parciales, inmersas en la vida, luchando por subsistir en la vida.