La Filosofía de Aristóteles: Un Mundo Sensible y sus Críticas a Platón
Para Aristóteles, solo hay un mundo, el sensible, que se centra en la naturaleza. Realizó tres críticas fundamentales a Platón:
- Si este mundo es una copia, ¿cómo se explica la existencia de lo imperfecto o ‘negativo’?
- Si la esencia en Platón es la Idea (trascendente) que se copia, para Aristóteles la esencia es inmanente al ser y no puede perderse.
- Si por nuestros sentidos nada permanece de la misma manera, y por nuestra razón vemos cosas constantes que no cambian, Platón no explica de dónde surge el movimiento.
La teoría física de Aristóteles fue la predominante durante casi 2000 años, hasta la llegada de figuras como Newton y Einstein.
La Naturaleza y la Sustancia en Aristóteles
Para Aristóteles, la naturaleza es el principio intrínseco que posee cada ser. Una cosa natural es aquella cuya causa de ser reside en sí misma; una cosa artificial, en cambio, tiene su causa fuera de ella.
Sustancias son todos los seres reales y concretos que se encuentran en un espacio y un tiempo. Se definen como aquello que es y existe.
El Hilemorfismo y el Cambio
El concepto central es el Hilemorfismo: Encontramos dos dimensiones, la materia (hylé) y la forma (morphé). La materia es el componente físico, y la forma son las cualidades específicas. Ambas son componentes inseparables. El mundo de Aristóteles es bidimensional: cada ser o sustancia se compone de materia y forma. La materia es lo que permite la existencia; los números, por ejemplo, no tienen materia. El criterio de clasificación es una manera de categorizar los entes:
- Cambio:
- Natural o artificial
- Sustancial o accidental
- Cualitativo, cuantitativo o local
Si el cambio es natural y local, su movimiento es: hacia abajo (tierra o agua), hacia arriba (aire o fuego), o en círculos (el éter, del que están hechas las cosas por encima de la luna).
El cambio es adquirir en acto algunas de las cualidades que ya antes se tenían en potencia. Toda sustancia puede llegar a ser muchas cosas distintas. Las causas son todo aquello que interviene en el cambio:
- Causa material
- Causa formal
- Causa eficiente (lo que produce el movimiento)
- Causa final (la más importante)
El éter se compone de esferas cristalinas que rodean la Tierra. La esfera de las estrellas fijas es la última. Para que haya movimiento, debe haber una causa; cada esfera se mueve para intentar acompasarse con la capa final. Sin embargo, la última esfera es el ente más perfecto, el que inicia el movimiento: el Primer Motor Inmóvil. Este no tiene materia, solo forma, porque la materia está relacionada con el cambio y, al no tener potencialidad, no podría cambiar.
Antropología Aristotélica: La Visión del Ser Humano
El ser humano tiene materia y forma, por lo que es hilemórfico. Posee alma, pero esta está unida al cuerpo, constituyendo así un compuesto. Todo lo que está vivo tiene alma, pero no todas las almas son iguales. La sustancia, para Aristóteles, integra los dos ‘mundos’ de Platón. El alma se divide en tres tipos:
- Alma vegetativa: se encarga de la reproducción y la alimentación.
- Alma sensitiva: busca o rechaza cosas, es motora.
- Alma racional: la tercera y última capa, se encarga del conocimiento y la voluntad, permitiéndonos tomar decisiones. Esta última se desarrolla después del conocimiento.
Hay dos tipos de voluntad:
- Deliberación: elegir una vez que se tiene conocimiento.
- Ejecución: tomar una decisión y llevarla a cabo.
La Ética Aristotélica: La Búsqueda de la Felicidad (Eudaimonía)
La ética aristotélica es eudemonista, es decir, persigue la felicidad (eudaimonía), que es el único bien que se busca por sí mismo. Lo que se entiende por felicidad varía: para algunos es el placer, para otros el poder o el dinero. Existen corrientes que la definen como una sola cosa y otras que la ven como la suma de varias. Aristóteles considera dos enfoques:
- Si cada uno busca la felicidad por su lado, el inconveniente es que nos quedamos solos y no podemos alcanzar la plenitud.
- Si observamos la naturaleza, cada ser vivo es feliz haciendo aquello que le es natural.
Nuestra naturaleza, además de los bienes contemplativos, necesita bienes exteriores y corporales.
Virtud y Vicio: El Término Medio
La virtud es un hábito bueno; el vicio, un hábito malo. Si un hábito te hace feliz, es una virtud; si te perjudica, es un vicio. Ambos son parte de nuestra naturaleza.
Los seres vivos son felices realizando su función natural. Nosotros seremos felices con nuestras actividades contemplativas. Necesitamos bienes corporales y materiales, pero además, una serie de virtudes:
- Virtudes Dianoéticas: perfeccionan el conocimiento, como el hábito de estudio o la sabiduría. Son esenciales para la contemplación.
- Virtudes Éticas: forman el carácter y definen cómo somos. Esto es crucial, ya que un vicio en el carácter puede impedir la felicidad e incluso el disfrute de los bienes materiales. Por ello, necesitamos virtudes morales, que también son parte del carácter. Las virtudes son hábitos voluntarios que exigen constancia y esfuerzo. Es fácil caer en el vicio, pero muy difícil adquirir la virtud.
Lo más correcto es el término medio. Las virtudes siempre se encuentran entre dos vicios: uno por exceso y otro por defecto. Ejemplos:
- Cobardía (defecto) – Valentía (virtud) – Temeridad (exceso)
- Grosería (defecto) – Amabilidad (virtud) – Adulación (exceso)
La prudencia (phrónesis) es fundamental. Es la capacidad para elegir el término medio correcto según la circunstancia. Es una virtud tanto ética como dianoética, y su práctica es clave para alcanzar la felicidad según Aristóteles.
Filosofía Helenística: Escuelas y Pensamiento
Las escuelas helenísticas, que perduraron durante unos ocho siglos, vieron su declive con la llegada del cristianismo. Las principales escuelas fueron:
- Escepticismo: Del griego skeptikós (examinar, precaverse). Sostiene que no se pueden demostrar los conocimientos. Pirrón criticó el dogmatismo e intentó vivir de manera imperturbable, como una planta, para que nada le afectara. Enesidemo afirmó que no se sabe cómo son las cosas en sí, pero sí podemos hablar de lo que parecen. Sexto Empírico se centró en lo que las cosas se nos aparecen, lo que se conoce como fenomenismo.
- Epicureísmo: Fundado por Epicuro. Sostiene que el ser humano busca la felicidad y que todo está compuesto de átomos (atomismo). Aunque esto implica que estamos sometidos al destino, la felicidad se alcanza buscando el placer y evitando el dolor, si bien nunca se logrará una felicidad absoluta sin dolor alguno. Los placeres que se deben buscar son los más estables y duraderos, siendo preferibles los espirituales a los materiales, ya que estos últimos se agotan. Epicuro consideraba que la política es una fuente de infelicidad; prefería la tiranía si era ejercida por una persona que gobernara bien. Además, enseñó que no hay que temer a los dioses, pues no se preocupan por los asuntos humanos, y que no se debe temer a la muerte, ya que “mientras existimos, la muerte no está presente, y cuando la muerte está presente, nosotros no existimos”.
- Estoicismo: Aunque comparte con el epicureísmo la búsqueda de la felicidad, la concepción materialista del universo y la falta de libertad (el destino lo rige todo), fue una escuela paralela y muy influyente. Los seres humanos experimentan estados emocionales fluctuantes. Un niño, por ejemplo, pasa rápidamente de la alegría al llanto, mostrando grandes picos emocionales. Sin embargo, con los años y la experiencia, el dolor puede arraigarse en el alma, impidiendo el disfrute. Para los estoicos, lo correcto es buscar una forma de vida más plena y estable, sin grandes picos de felicidad que puedan llevar a desgracias. Aconsejan una actitud de imperturbabilidad (ataraxia), que significa no verse afectado emocionalmente ni por lo bueno ni por lo malo, lo cual se logra eliminando las pasiones. El estoico más famoso es Séneca, quien habló de un Dios personal y entendió la ética como un camino hacia la paz interior y la compasión hacia los demás. Para él, el sabio es aquel que no tiene miedo y que disfruta de valores como la amistad.
Filosofía Medieval (Siglos V-XV)
Es una época teocéntrica, donde todo está relacionado con la religión. Las personas viven orientadas hacia la vida después de la muerte. Se busca encajar razón y fe, un desafío considerable, ya que la fe se basa en respuestas divinas, mientras que la razón permite averiguar las cosas por uno mismo. Esta relación entre razón y fe se aborda de diversas maneras:
- Tertuliano: Famoso por la frase “Creo porque es absurdo” (Credo quia absurdum). Sostenía que los filósofos eran “amigos del error” y “enemigos de los cristianos”. Argumentaba que la fe a veces presenta verdades que parecen absurdas a la razón, pero esto, lejos de ser un problema, demuestra su origen divino, ya que lo que Dios dice es siempre correcto.
- San Agustín: Afirmó que, ya sea desde la razón o desde la fe, ambas buscan la verdad. Su máxima fue: “Cree para entender, entiende para creer” (Crede ut intelligas, intellige ut credas).
- Santo Tomás de Aquino: Partiendo de la idea de San Agustín, distinguió entre verdades de la razón y verdades de la fe. Las verdades teológicas naturales se descubren por la razón (ej. la existencia de Dios), mientras que las verdades teológicas reveladas se descubren con la fe (ej. la Trinidad, que Dios es Uno y tres a la vez). Sin embargo, algunas verdades, como la existencia de Dios, pueden ser alcanzadas tanto por la razón como por la fe.
- Guillermo de Ockham: Famoso por el principio conocido como la “Navaja de Ockham”, que postula que, entre dos teorías que explican una misma cuestión, la más simple es probablemente la verdadera. Ockham defendió una separación más clara entre razón y fe: la fe se ocupa de la salvación y el camino al cielo, mientras que la razón se dedica al conocimiento del mundo empírico.
Filosofía del Renacimiento (Siglos XV-XVI)
El Renacimiento se caracteriza por el invento de la imprenta, que democratizó el acceso al conocimiento, antes monopolizado por la Iglesia y los copistas. Esto facilitó la difusión del saber. También emergen la economía monetaria y la primera fase del capitalismo. En el ámbito político-filosófico, destacan dos corrientes:
- Maquiavelo: Con su famosa frase “el fin justifica los medios”, buscó un realismo político. Sostenía que el Estado puede actuar de cualquier manera si el fin es beneficioso. Acuñó el término “razón de Estado”.
- Tomás Moro: Propuso una sociedad ideal y perfecta en su obra Utopía, un modelo que, aunque deseable, se enfrenta a la cruda realidad y no puede ser plenamente realizado.
Esta época marca una transición crucial entre la filosofía medieval y la moderna, influenciada por tres factores principales: el humanismo, la Reforma Protestante y el desarrollo de la ciencia.