El arte románico en la Edad Media

Romanico: introducción

El término románico se inventó en 1818 por Charles Gerville, al descubrir que los edificios europeos de la alta Edad Media se parecían a las construcciones de Roma. Propuso que la arquitectura románica procedía de Roma. Esta teoría evolutiva se ha visto depurada en la actualidad. El románico es un estilo autónomo del s.XI y XII, coincidiendo con el renacimiento de la orden monástica benedictina, con el flujo de las peregrinaciones y con la épica de las cruzadas. La sociedad vivía también presa de temores y ansiedad a la espera del juicio final. El establecimiento de la paz física y espiritual llegó con los monjes benedictinos. Incorporaron progresos agropecuarios que aumentaron producción, el control de la producción artística se había escapado de las manos exclusivas del rey y tendió a compartirse. El s.XI, los monjes negros Cluni, cluniascenses, favorecen el culto a las reliquias y crean la iglesia de peregrinación, los monjes blancos cistercienses fomentaban las cruzadas y monasterios de tipología canónica. La fe en las reliquias iba a promover un gran fenómeno social: la peregrinación penitencial. Tres centros capitalizaban el interés: los Santos Lugares de Jerusalén, las catacumbas de Roma y el sepulcro del apóstol Santiago. El camino de Santiago se convirtió así en la gran arteria medieval por donde, a la ida y vuelta, se transitaron personas e ideas, también artistas. Arquitectos franceses que vinieron a España para transplantar los modelos cluniascenses de cabecera y del regreso de Al-Andalus importaron arcos polilobulados, modillones y cúpula nervada. La religiosidad medieval abre un capítulo en el s.XII: las cruzadas culminaron con la toma de Jerusalén. Henri Focillon advertido por la imagen de la Maiestas Domini es la de su satrapa asiático. Bernardo predica a la nueva milicia que entran en combate para infundir temor a los enemigos. Este espíritu austero idéntico al que los cistercienses aplicaron a sus monasterios.

La arquitectura románica

A la iglesia y al monasterio se subordinarán la escultura de las portadas y capitales. Elementos formales y soluciones constructivas. La bóveda de cañón, signo formal del románico. Intereses estéticos aconsejaron construir la bóveda en piedra. Este material protegía el edificio y su estructura era más permanente y acústica. Sólido y hermoso. Se fragmentó la cubierta abovedada en tramos mediante fajones, que apeaban en pilares. El esqueleto estaba formado por fajones para elevar la altura y aumento de longitud. El cañón central se contrarrestaba con bóvedas de cuarto círculo y un contrafuerte. La estabilidad que proporcionaban autorizó a seccionar las naves laterales en 2 pisos. Estos elementos surgieron en función del edificio de la arquitectura romana: la iglesia. Su espacio interior se concibe para el ceremonial. Aparición de soluciones constructivas. Los cluniascenses añadieron al ora et labora misas sin interrupción en la Abadía y agregaron absidiolos. La iglesia de peregrinación: catedral Santiago. La ruta jacobea empieza desde: Tours, Vezelay, LePuy y Arles. El peregrino se apoyaba en un bordon que colgaba la calabaza de agua. La duración del itinerario dura 2 meses. La dirección aparecía en la vía láctea pero la necesidad de informar a los viajeros hizo hacer una guía con lugares para repostar y pueblos de visita y hospedaje para también rendir culto. Una de las más importantes era la de Santiago de Compostela. Sus características arquitectónicas acogía al mayor número de fieles. El peregrino podía orar sin importunar ningún oficio. Los edificios eran de piedra y cubiertos con bóvedas de medio cañón. La meta de la peregrinación y fórmula se encontraba en la catedral. Se inició en 1075 por Bernardo Viejo y Roberto. Hubo que esperar hasta 1100 para que el maestro Esteban reemprendiera los trabajos. A partir de aquí, el ritmo laboral se sigue con relativa precisión en 1105 se consagra el presbiterio. En 1168 el maestro Mateo amplía la longitud de los pies y dota a la fachada principal del pórtico de la gloria.

El monasterio

Roberto, monje cluniasciense de Molesmes, quiere restablecer la regla de San Benito y funda el Cister. En los monasterios no habrá pinturas ni esculturas: simples cruces, las puertas pintadas de blanco y no levantarán torres de piedra para campanas. Esta desnudez cristalizó uniformidad que se propagó por Europa. Su distribución fue idéntica con el propósito de que los monjes forasteros se sintieran a gusto. El núcleo germinal es la iglesia, los cluni proyectaron cabeceras semicirculares, absidiolos y deambulatorios y los cister. prohibieron la entrada a seglares, utilizaron rejas para separar monjes y religiosos que no cantaban, incluso su vestimenta era diferente. Contiguo al templo sigue el claustro que simboliza el paraíso terrenal. Es lugar de paseo y meditación. S. Bernardo atacó los capiteles. Su variedad era maravillosa para quedar asombrada por las cosas raras más que meditar la ley divina. El claustro era distribuidor de las dependencias monásticas. Las áreas de servicio están representadas por la sala capitular, la cilla y el mandatum. En la sala particular se consagraba la comunidad, para discutir asuntos del monasterio. Al lado biblioteca, locutorio… Las piezas se edifican en la crujía del refectorio. El corredor de la cilla contenía las oficinas de administración en la panda del mandatum donde los monjes se sentaban a recibir órdenes del abad y se habilitaron otros establecimientos.

Escultura y pintura

El principal papel de estas fue instructivo, pedagógico y aleccionador. El clero utilizó las artes para aprender el catecismo y la biblia a los que no sabían leer. Las artes plásticas se conciben en el románico como revestimiento arquitectónico y asociadas a la decoración monumental. La escultura se desarrolla en los tímpanos abocinados y la pintura en el ábside. En el centro un aureoleado por una mandorla se destaca la imagen de Jesús el resto frisos horizontales y personajes que secundan a Cristo. El alargamiento, las anatomías defectuosas y perspectivas extrañas son expresivismo. El asunto es la representación de la Maiestas Domini: Jesús sentado en un trono rodeado por los tetramorfos. A su alrededor legión de serafines y 24 ancianos. Así se esculpió por Pedro de Moissac y pintado en fresco por San Clemente de Tahull. Es una escena del juicio final. En este contexto la virgen ocupa un lugar secundario forma de Maiestas Mariai con el niño sentado sobre su rodilla como de Santa María de Tahull. Agrega el sentido de intercesora entre Dios y los hombres. El románico catalán simultáneo la técnica mural al fresco, extender los colores sobre una capa fresca de cal aplicada a la pared, temple sobre tabla, frontales de altar. La superficie de las frontales aparece fragmentada en registros, y rellenando los espacios laterales con milagros. Los talleres de Vic y Ripoll fueron los suministradores de este tipo de obras con producción de crucifijos en madera de ciprés, ojos abiertos, triunfantes sobre la muerte y solemne crucifijo Batlló.