La lírica y el teatro posteriores a 1936
La pérdida de grandes figuras literarias durante la dictadura franquista, junto con la represión y la censura, marcaron la evolución de la literatura: existencial en los años 40, social en los 50 y experimental en los 60.
Poesía
En poesía, Dámaso Alonso (Hijos de la ira) y Vicente Aleixandre (Sombra del paraíso) inauguran una corriente desarraigada, pesimista y angustiada, seguida por Blas de Otero en Ángel fieramente humano. Frente a ellos, la poesía arraigada de Luis Rosales (La casa encendida, 1949) trata temas intimistas, religiosos y familiares.
En los años 50 surge la poesía social, de lenguaje sencillo y con intención transformadora, con Blas de Otero y Gabriel Celaya (Cantos íberos). En los años 60, la Generación del 50 se distancia de esta tendencia y apuesta por el autobiografismo y un lenguaje conversacional e intimista, con autores como Ángel González y Jaime Gil de Biedma (Las personas del verbo). Más tarde, los Novísimos adoptan un tono culturalista, decadentista y barroco, con figuras como Ana María Moix y Leopoldo María Panero.
A partir de los 80, la poesía recupera el interés por lo íntimo, la experiencia cotidiana (Luis García Montero en Habitaciones separadas) y el erotismo (Ana Rosetti).
Teatro
En teatro, la crisis de posguerra y la censura condicionan la escena de los años 40, marcada por un teatro evasivo, ya sea ideologizante (José María Pemán, La viudita naviera) o humorístico (Miguel Mihura, Tres sombreros de copa). En los años 50 surge un teatro inconformista y socialmente comprometido, pero con dos enfoques:
- El posibilista (que busca evitar la censura), representado por Historia de una escalera de Antonio Buero Vallejo.
- El imposibilista (más crítico), con Escuadra hacia la muerte de Alfonso Sastre.
A finales de los años 60 aparece el teatro experimental, de carácter más surrealista y centrado en la dictadura y la falta de libertad, con grupos como Els Joglars y Els Comediants, y autores como Fernando Arrabal (El cementerio de automóviles). Con la democracia, desaparece la censura y surgen obras centradas en personajes marginados y desencantados de la Transición, como Bajarse al moro de José Luis Alonso de Santos. En la actualidad, el teatro tiende a un enfoque social y minimalista con autores como Paloma Pedrero y Juan Mayorga (Reikiavik), consolidando una evolución rica y prometedora para la escena española.
La novela española de 1939 a 1975
Tras la Guerra Civil, la novela española vive un periodo de dificultades debido a la censura, el aislamiento internacional y la pérdida de escritores por exilio o muerte.
La novela del exilio
Los autores exiliados centran sus obras en la guerra y sus consecuencias, combinando la reflexión histórica con elementos autobiográficos. En este contexto, destacan Réquiem por un campesino español, de Ramón J. Sender, que retrata las tensiones sociales en el mundo rural, y la serie El laberinto mágico, de Max Aub, que ofrece una visión compleja del conflicto.
Tendencias de posguerra en España
En la posguerra surgen dos tendencias principales:
- La novela existencial, que refleja la angustia y la soledad de la época, tiene en Nada, de Carmen Laforet, uno de sus mejores ejemplos, al narrar la desorientación de una joven en la Barcelona de posguerra.
- La novela tremendista, caracterizada por su tono crudo y violento, se hace presente en La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela, que relata la vida de un campesino condenado a muerte en un entorno hostil.
La novela social
Con los años, la literatura evoluciona hacia un enfoque más crítico. Surge así la novela social, que denuncia las injusticias y retrata la realidad cotidiana de la época con un estilo sencillo y realista. La colmena, de Cela, es una obra clave, mostrando el día a día en Madrid a través de una multitud de personajes anónimos. Otros autores representativos son Carmen Martín Gaite, que en Entre visillos describe la sociedad cerrada y convencional de la España franquista, y Rafael Sánchez Ferlosio, cuya novela El Jarama destaca por su objetivismo y precisión en la narración.
La novela experimental
Más adelante, la llegada de nuevas influencias, especialmente del Boom latinoamericano, impulsa la novela experimental, que rompe con la estructura tradicional, desordena el tiempo narrativo y juega con la perspectiva. Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, combina denuncia social, conflicto existencial y experimentación formal. A esta corriente se suman autores como Cela con San Camilo 1936, Delibes con Cinco horas con Mario (una reflexión sobre la mentalidad conservadora y el pensamiento intelectual en España), y Juan Goytisolo con Señas de identidad (una crítica a los mitos nacionales desde la perspectiva del exilio).
En los primeros años de la década siguiente, la narrativa sigue explorando nuevas formas, incorporando lo onírico y el absurdo. Sin embargo, con la desaparición de la censura, la novela comienza a recuperar elementos tradicionales, combinando las innovaciones estilísticas con un renovado interés por la historia y el arte de narrar.
La novela española a partir de 1975: Renovación y diversidad
Contexto y características generales
A partir de 1975, con la transición democrática en España, la censura desaparece y la literatura experimenta una gran libertad creativa. Se rechaza el experimentalismo extremo y se busca una mayor sencillez formal, con un renovado interés por la trama argumental. La publicación de La verdad sobre el caso Savolta, de Eduardo Mendoza, marca el inicio de esta renovación, devolviendo a la novela el protagonismo de la historia y el entretenimiento.
La industria editorial se expande gracias a la aparición de premios literarios y editoriales especializadas, así como al auge del marketing literario, con listas de éxitos y ferias del libro. Además, la literatura y el periodismo se entrelazan, con autores como Juan José Millás, Elvira Lindo, Antonio Muñoz Molina y Rosa Montero escribiendo tanto narrativa como artículos de prensa.
En este nuevo panorama literario, la novela abandona la experimentación excesiva, aunque mantiene algunos recursos innovadores como el uso de narradores diversos, monólogos y estructuras temporales flexibles. Se recupera el realismo, con influencias del siglo XIX, y los temas abarcan desde acontecimientos históricos y políticos hasta la vida cotidiana y los conflictos individuales.
Subgéneros y autores destacados
La diversidad de estilos hace difícil clasificar la narrativa en corrientes definidas, pero se identifican varios subgéneros:
- Novela policíaca e histórica: Cobran importancia con autores como Manuel Vázquez Montalbán (saga de Pepe Carvalho) y Antonio Muñoz Molina (El invierno en Lisboa). En la novela histórica, destacan Arturo Pérez-Reverte (saga de El capitán Alatriste) y las reconstrucciones de la Guerra Civil en obras como Soldados de Salamina, de Javier Cercas, o La voz dormida, de Dulce Chacón.
- Novela lírica: Centrada en la subjetividad y el lenguaje poético, representada por Francisco Umbral (Mortal y rosa) y Javier Marías (Corazón tan blanco).
- Metanovela: Donde la literatura es el tema central, aparece en obras como El desorden de tu nombre, de Juan José Millás.
- Novela de la memoria y el testimonio: Revisa la historia y la sociedad con una perspectiva crítica. Aquí se encuentran Luis Mateo Díez (La fuente de la edad), Luis Landero (Juegos de la edad tardía) y Rafael Chirbes (Crematorio), quienes exploran el pasado y los cambios sociales recientes.
- Novela neorrealista o de la Generación X: Retrata la juventud urbana y sus excesos con un estilo influenciado por la contracultura. Destacan Historias del Kronen, de José Ángel Mañas, y Sexo, Prozac y dudas, de Lucía Etxebarría.
En definitiva, la novela española sigue evolucionando, combinando técnicas clásicas con enfoques innovadores, y coexistiendo con una literatura de consumo cada vez más influyente.