La Novela Española: De la Posguerra a la Transición (1939-1974)
Tras la victoria en la Guerra Civil Española (1936-1939), el general Franco se erige como caudillo. La década de los años 40 se caracteriza por un profundo aislamiento internacional, fruto del rechazo a una dictadura que apoyaba a la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, lo que se tradujo en pobreza y una intensa represión política. El panorama cultural de la posguerra, especialmente el teatral, era desolador. La censura dominaba y las presiones ideológicas eran constantes, llevando a que, en numerosas ocasiones, los propios autores evitaran temas susceptibles de controversia.
La década de los 50 marcó el fin de este aislamiento. En los años 60, España experimentó un notable desarrollo económico, aunque la falta de libertades persistía. El contacto con otras democracias europeas alentó la oposición a un régimen que se debilitaba progresivamente hasta la muerte de Franco en 1975. A partir de 1976, se inició el desarrollo de un régimen democrático, culminando con la aprobación de la Constitución de 1978. Este periodo supuso el fin de la censura, la apertura de la sociedad y la cultura españolas al mundo, y el regreso de muchos escritores e intelectuales exiliados.
La Novela del Exilio
Los autores de la novela del exilio abandonaron España al finalizar la Guerra Civil y continuaron su labor literaria en otros países. Entre ellos, destacan:
- Francisco Ayala: Abordó preocupaciones éticas y políticas en obras como Los usurpadores y La cabeza de cordero.
- Max Aub: Centró sus novelas en la Guerra Civil y el fenómeno del arte, con una narración de lenguaje hondo y preciso, ejemplificada en El laberinto mágico.
- Ramón J. Sender: Trató el tema de la Guerra Civil en Crónica del alba y la vida de Paco en Réquiem por un campesino español, una obra de estilo directo y pulido, capaz de evocar ambientes y tipos humanos, con un humor irónico y una fusión de realidad y misterio.
La Novela Existencial de los Años 40
La novela existencial de los años 40 se basó en el realismo tradicional, en un contexto donde la censura prohibía la difusión de las obras del exilio. Se caracterizó por un enfoque existencial, la preferencia por un protagonista individual, el inconformismo y la exploración de temas como la soledad, la frustración, la pobreza, y personajes desarraigados, angustiados y marginales. En este periodo, sobresalen autores como:
- Camilo José Cela: Representante de la corriente tremendista, que reflejaba la realidad de forma violenta, como en La familia de Pascual Duarte.
- Carmen Laforet: Exploró la ruina moral de la sociedad de posguerra con personajes complejos en Nada.
- Miguel Delibes: Describió la vida en entornos rurales y provincianos, como en La sombra del ciprés es alargada.
La Novela Social y Realista de los Años 50
La novela social y realista de los años 50 estableció una conexión con el neorrealismo italiano. Durante esta década, la censura se relajó, propiciando una expansión editorial, la crítica, el compromiso y la denuncia social. Sus características principales incluyen:
- Argumentos lineales y lenguaje sencillo, sin gran elaboración estética.
- Descripciones detalladas.
- Protagonismo colectivo.
- Concentración espacio-temporal.
- Objetividad del narrador.
- Uso del humor, la ironía o el escepticismo.
Esta novela siguió dos tendencias principales:
- El objetivismo: Obras que presentaban la realidad sin juicios de valor, como El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio.
- El realismo social: Basado en la denuncia de injusticias, como Las ratas de Miguel Delibes.
Destacaron autores como:
- Camilo José Cela: Con La colmena, que narra la miseria de la posguerra basándose en la objetividad, la concentración espacio-temporal, la miseria y los personajes colectivos.
- Miguel Delibes: Exploró los misterios de la vida con temas como el campo y la infancia en obras como El camino.
- Gonzalo Torrente Ballester: Autor de la trilogía realista Los gozos y las sombras, entre otros.
La Novela Española: De la Transición a la Actualidad (1975-Siglo XXI)
Tendencias, Autores y Obras
Tras la muerte de Franco, el 20 de noviembre de 1975, la cultura española experimentó un ambiente de libertad sin precedentes, que permitió que la literatura española se difundiera ampliamente por Europa, gracias a la desaparición de la censura. Hacia 1975, la novela social y la novela experimental ya estaban superadas, y no se podía hablar de una línea común entre los escritores.
El panorama general al inicio de esta etapa se caracterizó por:
- La publicación o reedición de obras censuradas en España.
- La coexistencia de distintas generaciones de escritores: novelistas del realismo social (Cela, Delibes), experimentalistas (Marsé, Benet) y las nuevas generaciones que se dieron a conocer tras el franquismo (Julio Llamazares, Antonio Muñoz Molina, Juan José Millás, etc.).
- La expansión de grupos editoriales y premios literarios, fomentados a través de los medios de comunicación.
- La incorporación de numerosas mujeres escritoras.
La novela española de los últimos años se caracteriza por su carácter aglutinador e individualismo. Las tendencias de las últimas décadas se centran en la variedad temática y estilística. Resurgen géneros como la novela erótica o la policiaca, se observa una simplificación técnica y narrativa, y se recupera la importancia del argumento en los relatos. Surge el abandono de la intencionalidad ideológica y el compromiso social, como se ve en Historias del Kronen de José Ángel Mañas. También se da la fusión de géneros y la construcción de textos sorprendentes que reinventan la tradición escrita, como La Monarquía de Quim Monzón, y el uso de personajes tradicionales.
Pese a la falta de identidad de corrientes o escuelas definidas, encontramos diversas tendencias temáticas destacadas:
- Novela policiaca y de intriga: Mezcla esquemas policíacos con aspectos políticos e históricos, de gran éxito en la actualidad. Autores relevantes incluyen Eva García Sáenz de Urturi, Dolores Redondo y Reyes Calderón. Destaca Manuel Vázquez Montalbán con el detective privado Pepe Carvalho, Eduardo Mendoza con La ciudad de los prodigios, Lorenzo Silva con El alquimista impaciente, y Rosa Montero con La hija del caníbal.
- Novela histórica: Recrea episodios de la historia española, situados en diferentes épocas: la Edad Media (Urraca de Lourdes Ortiz), el siglo XVII, o el tránsito del siglo XIX al XX.
La ciudad de los prodigios, de Eduardo Mendoza, es un claro ejemplo de novela histórica. En las últimas décadas son numerosas las obras que novelan la Guerra Civil española y la inmediata posguerra: Luna de Lobos de Julio Llamazares, así como una especial mención merece la novela Patria (2017) de Fernando Aramburu, sobre uno de los episodios de historia más reciente en España: el terrorismo de ETA.
- Novela de reflexión intimista: Se centra en la búsqueda personal y la reflexión sobre la propia existencia, utilizando un lenguaje poético. Destacan obras como Mujeres de negro de Josefina Aldecoa o La soledad era eso de Juan José Millás.
- Enfoque realista: Recupera para la novela el arte de narrar la realidad, ofreciendo una visión crítica y comprometida con la realidad histórica, como Juegos de la edad tardía de Luis Landero.
- Novela culturalista: Se ocupa de analizar y explicar diferentes aspectos de la cultura occidental desde posturas eruditas, dirigiéndose a un lector minoritario. Un autor representativo es Juan Manuel de Prada con Las máscaras del héroe.
- Novela erótica: Triunfa propiciada por el Premio La Sonrisa Vertical, con obras como Las edades de Lulú de Almudena Grandes.
- Novela alegórica: Incorpora lo irracional, lo fantástico, lo soñado y lo simbólico, como El oro de los sueños de José María Merino.
- Novela de aventuras: Utiliza la intriga, el suspense, la sentimentalidad y la ambientación histórica, entre otros elementos, como La sombra del viento de Carlos Ruiz Zafón.
Algunos narradores jóvenes se muestran inconformistas y publican en editoriales minoritarias, huyendo de la literatura convencional. Apuestan por una literatura que critica el poder de la imagen y de los medios de comunicación, así como por la fusión de géneros, asimilando a la novela elementos del ensayo, el reportaje, la biografía, la música o la televisión. Internet se ha convertido en un medio de difusión habitual de su literatura. Pertenecen a estas últimas tendencias Ray Loriga (Rendición, 2017), Agustín Fernández Mallo (Nocilla dream, 2006) o Lucía Etxebarria (Lo verdadero es un momento de lo falso, 2010).
La Poesía Española: De la Posguerra a Finales del Siglo XX (1939-2000)
Tras la victoria en la Guerra Civil Española (1936-1939), el general Franco se erige como caudillo. La década de los años 40 se caracteriza por un profundo aislamiento internacional, fruto del rechazo a una dictadura que apoyaba a la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, lo que se tradujo en pobreza y una intensa represión política. El panorama cultural de la posguerra, especialmente el teatral, era desolador. La censura dominaba y las presiones ideológicas eran constantes, llevando a que, en numerosas ocasiones, los propios autores evitaran temas susceptibles de controversia.
La década de los 50 marcó el fin de este aislamiento. En los años 60, España experimentó un notable desarrollo económico, aunque la falta de libertades persistía. El contacto con otras democracias europeas alentó la oposición a un régimen que se debilitaba progresivamente hasta la muerte de Franco en 1975. A partir de 1976, se inició el desarrollo de un régimen democrático, culminando con la aprobación de la Constitución de 1978. Este periodo supuso el fin de la censura, la apertura de la sociedad y la cultura españolas al mundo, y el regreso de muchos escritores e intelectuales exiliados.
La Lírica Española: Poesía de Evasión y Poesía Existencial (1939-1950)
La lírica española de esta época se divide en dos grandes corrientes:
- Poesía de evasión: En medio de la terrible situación de posguerra y dentro de la lírica “oficial”, se cultivó una poesía de evasión que englobó al grupo garcilasista. El más representativo fue José García Nieto. Defendían un poema formalista y escapista, de corte neoclásico, con una visión positiva, coherente y armoniosa. Mostraban atención a lo formal, búsqueda de la musicalidad y el color, y preferencia por los clásicos (Garcilaso, Quevedo y Lope de Vega). Además, retomaron temas del Renacimiento (idealización de la amada y el dolor ante la ausencia), la religiosidad, el paisaje castellano, etc.
- Poesía existencial: Contaba con poetas preocupados por la realidad de posguerra. Según su actitud, se clasificaban en dos tendencias:
- Poesía arraigada: Agrupaba a poetas en torno a la revista El Escorial. Su máximo representante fue Luis Rosales. Compartían una actitud estética y existencial, formalismo clasicista, lenguaje poético sencillo, métrica y estrofas tradicionales junto con versos libres, y temas como Dios, la familia y la tierra.
- Poesía desarraigada: El año 1944 marcó un nuevo rumbo de la lírica española con la fundación de la revista Espadaña y la publicación de Hijos de la ira de Dámaso Alonso, que supuso una ruptura con la lírica del momento al emplear el verso libre, un lenguaje sencillo y directo. Temáticamente, reflejaba la observación de la realidad social, la protesta y la desilusión humana. Dámaso Alonso denominó esta tendencia “poesía desarraigada”. Se enfrentaba a la desoladora realidad de posguerra, el malestar vital y la angustia existencial. Reflejaba el sentimentalismo religioso de manera crítica mediante un lenguaje más sencillo y directo. Predominaban el soneto, las estrofas populares y el verso libre. El principal autor fue Blas de Otero con obras como Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia.
La Poesía Social (1950-1960)
La poesía social, también conocida como poesía cívica o de compromiso, se inició con la publicación de dos libros clave: Pido la paz y la palabra de Blas de Otero y Cantos íberos de Gabriel Celaya. Esta corriente reflejó la realidad del país y denunció los males que afectaban a la nación, convirtiendo la poesía en un vehículo de comunicación para despertar conciencias. Se empleó el verso libre con un lenguaje sencillo que confería un tono narrativo, y predominó el contenido sobre la forma. Destacaron autores como Blas de Otero, Gabriel Celaya, José Hierro y Carlos Bousoño. El tema principal fue España, reflejando el dolor ante la situación del país y el amor incondicional a la patria, junto con las injusticias sociales, la preocupación política y el deseo de libertad.
La Promoción de los Sesenta (1960-1970)
A finales de la década de los 50, se habló de la superación del realismo social. A los poetas de este periodo se les denomina Promoción de los Sesenta (1960-1970), donde destacan Claudio Rodríguez, Carlos Barral, Ángel González, entre otros. La poesía se convirtió en un vehículo de conocimiento mediante un tono intimista y autobiográfico que reflejaba la preocupación por el individuo a través de temas como el paso del tiempo, la nostalgia, la familia, el amor, el erotismo y la vida cotidiana. Emplearon un lenguaje sobrio y sencillo, con predominio de la forma sobre el contenido, y técnicas conversacionales y vanguardistas (como el surrealismo).
La Lírica Española: De los Años 70 al Siglo XXI
A partir de los años 70, la lírica española distingue tres etapas principales:
- Década de los 70: Persiguió un ideal estético innovador y experimental. Se caracterizó por el rechazo de formas estróficas tradicionales y el uso del verso libre, la adopción de elementos surrealistas, la huida de la realidad y la introducción de elementos estéticos, la utilización del collage, la difícil comprensión del texto y el hermetismo. Se trataron temas como el erotismo, la crítica, la denuncia, temas frívolos y reflexiones. Los poetas más importantes fueron Leopoldo María Panero y Manuel Vázquez Montalbán.
- Década de los 80: Se regresó a la poética de los cincuenta. Se volvió a formas clásicas, la naturalidad, el lenguaje sencillo y coloquial, y la preferencia por temas realistas y verosímiles (el sentimiento del tiempo, lo íntimo…). La poesía volvió a ser un vehículo de comunicación.
- Década de los 90 y primeros años del siglo XXI: Estuvieron marcados por un rasgo posmoderno sin estética dominante. Destaca la “poesía de la diferencia”, que defendía la pluralidad de estilos y de discursos poéticos. Junto a ella, coexistieron una corriente minimalista, otra clasicista y otra neosurrealista.