Hitos Históricos de España: Del Liberalismo Gaditano al Fin del Franquismo

Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

La necesidad de coordinación entre las juntas provinciales llevó a crear la Junta Suprema Central, que dirigió la guerra y gobernó las zonas no ocupadas. Esta Junta convocó Cortes extraordinarias en Cádiz, marcando el inicio del proceso revolucionario. Tras varias derrotas militares, la Junta Central fue sustituida por un gobierno provisional de cinco miembros conservadores, influido por el ambiente liberal de Cádiz, donde convivían burgueses liberales, funcionarios ilustrados e intelectuales. En este contexto, se convocaron Cortes generales y extraordinarias, con diputados elegidos por sufragio universal masculino indirecto, considerados representantes de la soberanía nacional y con poder legislativo. En la cámara gaditana surgieron dos tendencias: liberales, que apoyaban reformas revolucionarias, y absolutistas, defensores del Antiguo Régimen. El 19 de marzo de 1812 se promulgó la Constitución de Cádiz, conocida como ‘la Pepa’. Fue una constitución liberal, aunque los absolutistas lograron mantener principios como el catolicismo oficial y el derecho divino. Fue una norma muy innovadora para la época.

Principios Fundamentales de la Constitución de 1812

  • La soberanía nacional sustituye al poder del rey: el poder reside en la nación, representada por diputados elegidos.
  • Se establece una monarquía constitucional, con un parlamento de cámara única, las Cortes, y diputados elegidos por sufragio universal masculino indirecto (a partir de 25 años). Para ser diputado era necesario ser propietario.
  • También se crean gobiernos locales electos.
  • Se consagra la división de poderes: el ejecutivo corresponde al rey, el legislativo a las Cortes con el rey (este tenía veto suspensivo, pero no podía disolverlas), y el judicial a tribunales independientes, con la creación del Tribunal Supremo y la eliminación del sistema polisindial.
  • Se proclama la igualdad ante la ley y se reconocen derechos individuales (libertad de opinión, propiedad, inviolabilidad del domicilio).

La Obra Legislativa de las Cortes de Cádiz

Se eliminan los privilegios feudales y se iguala el estatus de los habitantes de América. Se establece una caja única de recaudación y un impuesto general, eliminando exenciones fiscales, aunque no llegó a aplicarse. En educación, se decreta la instrucción universal básica (leer, escribir, contar y catecismo), con la creación de escuelas de primeras letras.

La obra legislativa de las Cortes de Cádiz ayudó a desmontar el Antiguo Régimen en lo social y económico. Entre las medidas destacan:

  • Libertad de imprenta (excepto para textos religiosos), lo que impulsó la prensa política.
  • Supresión de la Inquisición, aunque se mantuvo la religión católica oficial y no hubo libertad de culto.
  • Creación de la Milicia Nacional, con mandos elegidos por los soldados, para mantener el orden constitucional.
  • Leyes de liberalización:
    • Ley de industria: elimina los gremios.
    • Ley de ganadería: permite usar tierras comunales y elimina el Concejo de la Mesta.
    • Ley de Señoríos (1811): suprime los señoríos jurisdiccionales y sus privilegios, aunque muchos nobles se mantuvieron como terratenientes.
  • También hubo propuestas de división provincial para mejorar la administración del territorio y establecer circunscripciones electorales, aunque no se aplicaron por la guerra.

La obra de Cádiz marca el inicio del Estado liberal en España, aunque tardaría en consolidarse. También nace el conflicto entre liberales y absolutistas, que marcará el siglo XIX. La Constitución de Cádiz fue el primer intento serio de organizar un Estado liberal y garantizar derechos ciudadanos.

El Reinado de Fernando VII (1814-1833)

En el Tratado de Valençay (1813), Napoleón reconoció a Fernando VII como rey y acordó retirar sus tropas de España. Fernando VII, apodado ‘el Deseado’, era muy popular pero rechazaba el liberalismo y quería restaurar el absolutismo, lo que, junto a su carácter autoritario y traicionero, le valió también el nombre de ‘el rey felón’. A su regreso en 1814, encontró un país dividido entre liberales y absolutistas.

El Sexenio Absolutista (1814-1820)

Ese mismo año comenzó el sexenio absolutista (1814-1820). Los liberales esperaban que jurase la Constitución, pero los absolutistas, con el Manifiesto de los Persas, le pidieron su abolición. Fernando VII anuló la Constitución de 1812 por decreto e inició una fuerte represión contra los liberales, restaurando el Antiguo Régimen, como en el resto de Europa tras la caída de Napoleón. No obstante, su incapacidad para reconstruir el país reactivó al movimiento liberal, que contaba con apoyo de la burguesía, clases medias y parte del ejército. Entre 1814 y 1820 hubo varios pronunciamientos militares liberales (Mina, Lacy, Porlier), todos reprimidos duramente.

El Trienio Liberal (1820-1823)

En 1820, el pronunciamiento del coronel Rafael del Riego obligó a Fernando VII a restablecer la Constitución de 1812, iniciando el Trienio Liberal (1820-1823). Durante este período, las Cortes liberales, elegidas por sufragio, impulsaron reformas como la abolición de gremios y señoríos, y la desamortización de tierras para crear una economía de mercado.

Sin embargo, Fernando VII obstaculizó las reformas usando su derecho a veto. Además, hubo revueltas campesinas, instigadas por el clero y la nobleza, y una creciente división entre liberales moderados y exaltados, lo que debilitó al régimen.

La Década Ominosa (1823-1833) y la Cuestión Sucesoria

Durante la Década Ominosa (1823-1833), Fernando VII restauró el absolutismo con la ayuda de los Cien Mil Hijos de San Luis, lo que provocó una fuerte represión contra los liberales. A pesar de la crisis económica, el rey intentó acercarse a la burguesía moderada, lo que generó malestar entre los sectores más conservadores, que se agruparon en torno a su hermano Carlos María Isidro, provocando revueltas como la de Els Malcontents. El gran conflicto final fue la cuestión sucesoria: en 1830 nació Isabel, pero la Ley Sálica impedía reinar a las mujeres. Fernando VII la anuló con la Pragmática Sanción, lo que Carlos María Isidro no aceptó, dando origen a las Guerras Carlistas, entre absolutistas (carlistas) y liberales (isabelinos).

El Proceso de Independencia de las Colonias Americanas

Durante el siglo XVIII, las reformas borbónicas mejoraron la economía en América, pero generaron tensiones con los criollos, una élite enriquecida pero excluida del poder político, que adoptó ideas ilustradas y aspiraciones independentistas, apoyados por potencias como Gran Bretaña. La crisis de 1808 impulsó la creación de juntas que rechazaron la autoridad peninsular y dieron paso al movimiento independentista liderado por figuras como José de San Martín, que proclamó la independencia de Argentina (1810) y logró la victoria de Chacabuco (1817), clave para la independencia de Chile (1818); Simón Bolívar, que venció en Boyacá (1819) y Carabobo (1821) y fundó la Gran Colombia; y en México, Miguel Hidalgo y José María Morelos, que lograron la independencia en 1822. La derrota final española en Ayacucho (1824) consolidó la independencia de Perú y Bolivia, quedando solo Cuba, Puerto Rico y Filipinas bajo dominio español. El legado español en América es amplio: la lengua española y el catolicismo se impusieron como elementos culturales centrales; los sistemas legales, políticos y urbanos.

La Crisis de la Restauración Borbónica (1902-1923)

En 1902, Alfonso XIII accedió al trono, iniciando la segunda etapa de la Restauración, marcada por el inmovilismo político y el mantenimiento del turnismo ante el temor a una mayor democratización. Tras el asesinato de Cánovas y la crisis del 98, surgieron nuevos líderes como Antonio Maura (conservador) y José Canalejas (liberal), impulsores del regeneracionismo.

Gobiernos Regeneracionistas

  • Antonio Maura (1907-1909): Promovió una “revolución desde arriba” con reformas electorales, mayor autonomía local y políticas sociales como la Ley del Descanso Dominical.
  • José Canalejas (1910-1912): Intentó modernizar el Estado, limitando el poder de la Iglesia con la Ley del Candado (1910) y aprobando medidas sociales, hasta que fue asesinado en 1912.
  • También destacó Eduardo Dato, quien promovió la Ley de Mancomunidades que permitió la creación de la Mancomunidad de Cataluña, y fue asesinado en 1921.

La Oposición al Régimen de la Restauración

Durante las primeras décadas del siglo XX, la oposición a los partidos dinásticos tras 1898 estuvo dividida en varios grupos sin lograr acabar con su hegemonía.

Principales Fuerzas Opositoras

  • Los republicanos, principales opositores con representación parlamentaria, tuvieron problemas internos; en 1901 Salmerón fundó la Unión Republicana, Alejandro Lerroux creó el Partido Radical y en Valencia destacó el blasquismo con Vicente Blasco Ibáñez.
  • Los socialistas del PSOE colaboraron ocasionalmente con republicanos, manteniendo su ideario marxista; en 1910, tras la caída de Maura, se aliaron en elecciones bajo Benito Pérez Galdós, logrando que Pablo Iglesias fuese diputado. La UGT creció de 33.000 afiliados en 1902 a 240.000 en 1921.
  • El movimiento nacionalista creció en Cataluña y el País Vasco; en 1901 se fundó la Lliga Regionalista que se volvió hegemónica en Cataluña, y el PNV moderó su discurso. Gobiernos como los de Canalejas y Maura intentaron integrarlos mediante la Ley de Mancomunidades y mayor autonomía local. Tras la Primera Guerra Mundial, nacionalistas vascos y catalanes radicalizaron su discurso, surgiendo fuerzas independentistas más extremas.
  • Finalmente, el anarcosindicalismo se consolidó, especialmente en Cataluña, con la creación de Solidaridad Obrera en 1907 y la CNT en 1910, extendiéndose a Andalucía y Valencia, defendiendo el fin del capitalismo y huelgas revolucionarias, con un crecimiento constante.

El Protectorado de Marruecos y sus Consecuencias

En 1904, España participó en la Conferencia de Algeciras y firmó con Francia el tratado hispano-francés, estableciendo un protectorado español en el norte de Marruecos y los enclaves de Ifni y Río de Oro, buscando beneficios económicos y prestigio. En el Rif, las tribus locales atacaban constantemente, obligando a España a aumentar su presencia. Este conflicto fue muy impopular en España; el 18 de julio de 1909, en Barcelona, estalló la Semana Trágica, una movilización antimilitarista y anticlerical duramente reprimida. La difícil orografía y el escaso aprovechamiento económico complicaban el control del protectorado. Tras la Primera Guerra Mundial, España envió al general Silvestre, pero en 1921 sufrió una dura derrota en Annual frente a Abd-el-Krim, con 13.000 bajas, marcando el inicio del fin del régimen de la Restauración.

España y la Primera Guerra Mundial

España se mantuvo neutral durante la Primera Guerra Mundial, siguiendo su tradicional política aislacionista del siglo XIX, en parte porque carecía de peso internacional. Internamente, la sociedad estaba dividida entre aliadófilos y germanófilos. La neutralidad permitió una expansión económica significativa, ya que España pudo suministrar productos a los países en guerra, pero esto también provocó una fuerte inflación entre 1914 y 1919, que deterioró el nivel de vida y generó huelgas.

La Crisis de 1917

Tras la Gran Guerra, la crisis económica agravó las tensiones sociales y políticas en España. En 1917, el agotamiento del régimen turnista se unió al descontento militar, el anticlericalismo y la conflictividad social, desencadenando protestas generalizadas. Los militares, que criticaban salarios bajos y el sistema de ascensos, formaron las Juntas de Defensa y apoyaron el regeneracionismo. Eduardo Dato clausuró las Cortes, lo que llevó al nacionalismo catalán a convocar una Asamblea de Parlamentarios que fracasó por falta de unidad. La inflación y la caída de la renta aumentaron la conflictividad, con huelgas generales reprimidas por la UGT y la CNT. La revolución bolchevique en Rusia aumentó el temor y la movilización obrera. Entre 1917 y 1923, el régimen se descompuso con gobiernos débiles y represión creciente, mientras la afiliación sindical crecía (CNT de 15.000 en 1915 a 700.000 en 1919). En el sur se multiplicaron revueltas campesinas y en Barcelona una huelga prolongada marcó la época del ‘pistolerismo’ (1919-1923), con más de 800 atentados. Este período de polarización social se conoce como el trienio bolchevique (1918-1921), que hizo inviable la supervivencia del régimen.

La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)

El 13 de septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera se levantó contra la legalidad constitucional y exigió el poder para los militares; Alfonso XIII le encargó formar gobierno, iniciando una dictadura de siete años dividida en dos fases: el directorio militar (1923-1925) y el directorio civil (1925-1930), según predominara el mando militar o civil. Las causas del golpe se atribuyen a varias teorías: regenerar el país, impedir la democratización, acabar con un régimen bloqueado y desprestigiado, o evitar una revolución social.

Directorio Militar (1923-1925)

Durante este periodo, Primo de Rivera intentó acabar con el sistema caciquil mediante el Estatuto Municipal y Provincial. Fundó la Unión Patriótica para apoyar políticamente al régimen y sustituir a los partidos dinásticos, aunque sus proyectos regeneradores no cumplieron las expectativas. Puso fin al problema de Marruecos tras el desembarco de Alhucemas en 1925, en coordinación con Francia, logrando la rendición de Abd-el-Krim. Además, en Barcelona consiguió acabar con el pistolerismo, principal fuerza de la CNT.

Directorio Civil (1925-1930)

Este periodo se caracterizó por la bonanza económica y grandes obras públicas, especialmente hidráulicas y carreteras. La oposición al régimen creció, principalmente entre militares veteranos, con la Sanjuanada en 1926, un golpe de estado fallido, y los republicanos. Primo de Rivera buscó institucionalizar el régimen creando la Asamblea Consultiva Nacional y redactando un anteproyecto de constitución en 1929, año en que estalló la crisis mundial. También concedió grandes monopolios como Telefónica y Campsa.

La Caída de Primo de Rivera y de Alfonso XIII

En 1930, tras la crisis provocada por el crack de 1929, Primo de Rivera dimitió y Alfonso XIII entregó el poder a Dámaso Berenguer, cuyo gobierno “dictablanda” intentó sin éxito restaurar la normalidad constitucional. Juan Bautista Aznar y el conde de Romanones también fracasaron en este intento. Mientras, en 1930, republicanos, PSOE y nacionalistas firmaron el Pacto de San Sebastián para derrocar la monarquía. En las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, las fuerzas republicanas ganaron en muchas grandes ciudades. El 14 de abril, Alfonso XIII abandonó el país y se proclamó la II República primero en Éibar y luego en las principales ciudades españolas.

El Franquismo: Características y Evolución (1939-1975)

El régimen dictatorial en España desde 1939 hasta 1975 bajo Franco, comparte rasgos con otros sistemas totalitarios europeos, pero con diferencias clave: a diferencia del fascismo italiano, era católico y sin partido único fascista; con el nazismo, compartía represión pero no ideología racial ni genocidio; y aunque opuesto al comunismo soviético, ambos eran autoritarios y reprimían la disidencia.

Fundamentos Ideológicos del Franquismo

  • Nacionalismo: defensa de una España unificada, católica y tradicional.
  • Anticomunismo: feroz oposición al comunismo, con políticas represivas y alianzas con fascistas y nazis.
  • Antiliberalismo: rechazo del liberalismo, autoritarismo centralizado y partido único (Movimiento Nacional).
  • Catolicismo: alianza con la Iglesia, religión central para la identidad nacional y cohesión social.
  • Autoritarismo corporativista: control estatal sobre sindicatos y organizaciones sociales para mantener el orden y lealtad.

Institucionalización del Régimen Franquista

La institucionalización del franquismo (1939-1975) fue un proceso para consolidar y mantener el poder mediante instituciones, leyes y control social:

Leyes Fundamentales y Organización Política

  • Leyes clave: Se promulgaron normas como la Ley de Principios del Movimiento Nacional, que estableció el partido único (Movimiento Nacional) y prohibió el pluralismo político. Otras leyes importantes fueron el Fuero del Trabajo (1938), Ley Constitutiva de las Cortes (1942), Fuero de los Españoles (1945), Ley del Referéndum Nacional (1945), Ley de Sucesión (1947) y Ley Orgánica del Estado (1967).
  • Organización política: Sistema centralizado y jerárquico con Franco como líder absoluto, apoyado en instituciones como la Jefatura del Estado, el Consejo del Reino y el Consejo Nacional del Movimiento, que legitimaban el régimen.

Control Social y Represión

  • Control social: El Estado controlaba sindicatos verticales, asociaciones culturales, juveniles, medios de comunicación y educación para difundir propaganda y asegurar la lealtad.
  • Represión: Tribunales especiales y la policía política (Brigada Político-Social) reprimían a opositores con violencia, intimidación y leyes represivas.
  • Legitimación: Se exaltaba el nacionalismo, el catolicismo y la figura de Franco, promoviendo un relato glorificador de la “Cruzada Nacional” y un culto a la personalidad del Caudillo como salvador y garante de la unidad.
  • Régimen de partido único: La FET y de las JONS, dirigida por Franco, agrupaba fuerzas derechistas, conservadoras y monárquicas, y controlaba organizaciones como el Frente de Juventudes y la Sección Femenina, conformando el ideario y símbolos del régimen bajo el nombre de Movimiento.

Relaciones Internacionales del Franquismo

Primer Franquismo (1939-1959): Aislamiento y Represión Interna

Tras la guerra, hubo represión contra los vencidos y surgió el maquis. Se impuso censura y leyes represivas como la Ley de Responsabilidades Políticas (1939) y la Ley contra la Masonería y el Comunismo (1940). Ramón Serrano Suñer fue el primer hombre fuerte y se creó un Estado corporativista. La Falange perdió peso en favor del nacionalcatolicismo.

Apogeo y Crisis Final (1959-1975): Aperturismo y Descomposición

Los tecnócratas del Opus Dei llegan al poder a finales de los 50, iniciando un aperturismo. Destacan Carlos Arias Navarro, Carrero Blanco y Torcuato Fernández Miranda. Se aprobaron leyes de apertura como la Ley de Libertad Religiosa (1967) y la Ley de Prensa (1966). En los 60, reformistas como Manuel Fraga conviven con el ‘búnker’ opuesto a cambios. Desde 1973, el régimen entra en crisis: Carrero Blanco presidente, ETA activa, escándalo Matesa y presiones internacionales. Franco muere el 20 de noviembre de 1975.

Política Exterior y Reconocimiento Internacional

Tras la Guerra Civil, con la II Guerra Mundial en marcha, los primeros gobiernos de Franco, liderados por Ramón Serrano Suñer, se alinean con el Eje, pero tras la reunión de Hendaya entre Franco y Hitler, España mantiene una neutralidad relativa, enviando voluntarios de la División Azul al frente ruso. Con el giro en la guerra, Franco busca acercarse a los aliados. Francisco Gómez-Jordana y Luis Carrero Blanco cobran protagonismo. La ONU niega la entrada a España, que sufre aislamiento internacional; Francia cierra fronteras y varios países retiran embajadores. España fortalece su imagen católica y recibe apoyo de países latinoamericanos, especialmente Argentina de Perón. En los años 50, el miedo al comunismo lleva a EE.UU. a considerar a Franco aliado. En 1953 se firma el Pacto de Madrid que restablece relaciones con EE.UU., y el Concordato con el Vaticano reconoce plenamente al régimen. En 1955, España ingresa en la ONU y en 1956 concede la independencia a Marruecos. Durante los 60, continúa la aproximación a Occidente. España no entra en la OTAN pero logra ser estado asociado a la CEE. En 1968 reconoce la independencia de Guinea Ecuatorial. En 1975, aprovechando la enfermedad de Franco, Marruecos lanza la Marcha Verde sobre el Sahara, provocando la retirada española y la ocupación marroquí, un conflicto aún vigente.

Transformaciones Sociales y Económicas durante el Franquismo

Durante el franquismo, España experimentó una profunda transformación social y económica, pasando de ser una sociedad rural y agraria a una moderna e industrial. En los años 40, el país enfrentó graves dificultades con represión, exilio republicano, escasez alimentaria y cartillas de racionamiento, aplicando una política de autarquía que buscaba la autosuficiencia económica.

En 1941 se creó el Instituto Nacional de Industria para impulsar la industrialización. Frente a una crisis económica a finales de los 50, Franco confió el poder a tecnócratas y en 1959 se aprobó el Plan de Estabilización, que liberalizó la economía, atrajo inversión extranjera y potenció el turismo, clave en los 60 bajo Manuel Fraga. Se promovieron planes de desarrollo industrial y modernización agrícola, mientras crecía la urbanización, provocando desequilibrios regionales y emigración a Europa Central. La mujer se incorporó más al trabajo y surgió una clase media urbana, mientras el nacionalcatolicismo perdió fuerza tras el Concilio Vaticano II. El paro fue casi nulo, con aumento de renta, consumo y acceso a bienes como electrodomésticos y coches. En educación, se aprobó la Ley General de Educación y aumentó el número de universitarios.

La Represión y la Oposición al Franquismo

Durante el franquismo (1939-1975), la represión política fue constante para eliminar cualquier disidencia. El régimen llevó a cabo detenciones arbitrarias, torturas, ejecuciones y encarcelamientos masivos, especialmente contra comunistas, anarquistas, socialistas, republicanos y separatistas regionales. Ante esta situación, muchos españoles, incluidos intelectuales, políticos y artistas, optaron por el exilio, principalmente hacia Europa, América Latina y Estados Unidos, desde donde continuaron su resistencia al régimen. A pesar del riesgo, surgieron movimientos de protesta como huelgas obreras, manifestaciones estudiantiles, actividades clandestinas y acciones armadas, como las de la guerrilla antifranquista, aunque fueron duramente reprimidos. También movimientos nacionalistas vascos y catalanes, que lucharon contra el centralismo franquista por autonomía e independencia. Estas resistencias mantuvieron viva la esperanza democrática.

Cultura y Censura en el Franquismo

Durante el franquismo, el régimen impuso una estricta censura que controlaba la cultura, prohibiendo obras contrarias a su ideología y promoviendo una cultura oficial basada en el nacionalismo, el catolicismo y la exaltación de Franco. Algunos artistas y escritores, como Luis Buñuel o Juan Goytisolo, usaron el realismo social para criticar la sociedad de forma velada, mientras otros desafiaron abiertamente la censura, arriesgándose a persecuciones o exilio. En el exilio, los españoles crearon centros culturales y publicaciones como “España Peregrina” o “Cuadernos para el Diálogo” que difundían la cultura y la crítica al régimen. Exiliados como Picasso, Miró y Dalí enriquecieron la cultura internacional con su obra durante este periodo.

El Fin de la Dictadura Franquista y el Inicio de la Transición

A finales del franquismo, hechos como los juicios de Burgos y la ejecución de Salvador Puig desgastaron la imagen del régimen, generando presión internacional y de la Iglesia. El escándalo Matesa en 1969 provocó una crisis de gobierno. En 1973, Franco nombró a Luis Carrero Blanco presidente, pero fue asesinado ese mismo año por ETA, y Carlos Arias Navarro asumió el cargo en un contexto de división entre reformistas y conservadores (el ‘búnker’). La oposición se fortaleció con la unión del PCE y PSOE en la ‘Platajunta’. En 1975, la Marcha Verde de Marruecos sobre el Sahara español aprovechó la debilidad de Franco, quien murió ese año. En 1977 se aprobó la Ley de Reforma Política, que legalizó partidos y permitió elecciones democráticas, iniciando así la Transición hacia la democracia en España.

Evolución Política y Económica durante la Guerra Civil Española

La República controlaba al inicio una zona con el 59% de la población, áreas industriales, mineras, agrícolas y los principales recursos económicos, pero su bando, formado por comunistas, anarcosindicalistas, socialistas y republicanos, era muy heterogéneo y con tensiones internas que dificultaron su organización. El gobierno perdió el control efectivo, que pasó a milicias populares. Tras el fracaso de José Giral, Largo Caballero asumió el gobierno, creó un ejército popular y el PCE ganó influencia. En Barcelona, la rivalidad entre anarquistas y comunistas generó tensiones, mientras se extendía una revolución social colectivista. En 1937, Negrín estabilizó la República hasta el final, aunque fue derrocado por partidarios de la rendición, con Casado entregando Madrid a Franco. El bando nacional agrupó a la CEDA, monárquicos alfonsinos, carlistas, gran parte del ejército y la Falange, con mayor experiencia militar y unidad tras elegir a Franco como líder. Burgos fue la capital del bando nacional y sede de la Junta de Defensa Nacional. Con Franco, destacaron políticos como Ramón Serrano Suñer. Se creó un régimen de partido único con la Falange Española Tradicionalista de las JONS, tras el Decreto de Unificación que disolvió y unió los partidos del bando nacional. Mola murió en 1937 y Franco consolidó su liderazgo. En 1938 se aprobó el Fuero del Trabajo, que sentó las bases del estado corporativo del nuevo régimen apoyado por el ejército, la Iglesia y la Falange.

Dimensión Internacional de la Guerra Civil Española

La Guerra Civil española despertó gran interés internacional y dividió a la opinión pública y líderes europeos. En Francia, con un gobierno de Frente Popular, la mayoría apoyó a la República, mientras que en Gran Bretaña el gobierno conservador simpatizaba con Franco como freno al comunismo. El Vaticano se pronunció tardíamente a favor de Franco, y la URSS junto con partidos obreros globales respaldaron a la República. España se convirtió en un campo de batalla entre dos ideologías enfrentadas, fascismo y comunismo, y la guerra fue vista como un preludio de la Segunda Guerra Mundial. La República buscó ayuda exterior y firmó un acuerdo con la URSS para recibir armamento, que fue su principal apoyo internacional. Francia y Gran Bretaña, temiendo un conflicto mayor, formaron el Comité de No Intervención y no intervinieron directamente. En 1936, el gobierno de Largo Caballero pagó con las reservas de oro del Banco de España la compra masiva de armas soviéticas. Además, unos 60.000 voluntarios de diferentes países formaron las Brigadas Internacionales, que jugaron un papel clave en la defensa de Madrid. Los sublevados recibieron ayuda material y militar de la Alemania nazi y la Italia fascista, así como apoyo de Portugal y otros voluntarios europeos. Alemania aportó la Legión Cóndor e Italia envió unos 50.000 soldados del Cuerpo de Tropas Voluntarias.