La novela española de posguerra: búsqueda, compromiso y crítica social

La novela de posguerra

Los años cuarenta y cincuenta están marcados por el clima de posguerra (hambre, odios, represiones, censura…) y por el aislamiento internacional. El país tarda en recuperarse de los desastres de la guerra bajo un régimen autoritario que practica la represión política. Durante los años cincuenta, se inicia una tímida liberalización y una apertura hacia el exterior (entrada en la ONU). Se producen los primeros movimientos universitarios y obreros. La Guerra Civil supuso una ruptura total con la literatura anterior y fue un hecho determinante en la vida cultural posterior. Las consecuencias políticas, ideológicas, económicas y sociales van a influir en la labor literaria del momento y condicionarán la creación novelesca.

La novela de posguerra

El ambiente de desorientación cultural de comienzos de la posguerra es muy acusado en el caso de la novela. Es una época de búsqueda. En los años cuarenta convive una literatura triunfalista con otra de tono pesimista y existencial, a veces ligada al tema religioso. Hacia la mitad de la década de los cincuenta comienza una literatura realista y testimonial que muestra la realidad conflictiva. Es una literatura de compromiso social.

Novela de exilio

La novela de los años treinta había tendido a la rehumanización y el compromiso social. La Guerra Civil provocó el exilio de un gran número de escritores. A pesar de la diversidad, hay tres aspectos comunes a casi todos ellos: el recuerdo del conflicto bélico y de España, la presencia de los nuevos lugares en los que tienen que vivir, y la reflexión sobre temas que afectan a la propia naturaleza y existencia del hombre. Ramón J. Sender, cuyas obras podemos encuadrar dentro de una tendencia realista y social. El tema de España y el de la Guerra Civil ocuparán buena parte de su producción novelesca, en la que destaca Réquiem por un campesino español. Rosa Chacel inicia su obra en la estética vanguardista, antes de la guerra. En el exilio escribe novelas centradas en la psicología de los personajes femeninos y caracterizadas por un gran cuidado estético; por ejemplo, Barrio de Maravillas. Max Aub. El tema principal es el ser humano como ser social, político y moral. Combina la novela experimental con el relato realista. Destaca con sus novelas sobre la Guerra Civil, que agrupa en El laberinto mágico. Francisco Ayala. Su novela se sitúa entre una tendencia estetizante, anterior a la guerra, y el realismo adoptado en el exilio. También recoge el tema americano desde una perspectiva de crítica política y social, por ejemplo, en Muertes de perro. Su visión pesimista de la realidad se refleja en novelas moralistas, donde se analizan los vicios del ser humano contemporáneo y se critican aspectos políticos y sociales desde una perspectiva humorística e irónica.

Novela de los años 40

Durante los primeros años de posguerra se produce un estancamiento narrativo. Se publican novelas triunfalistas, que relatan la guerra desde el punto de vista de los vencedores; novelas de evasión, con asuntos sentimentales muy alejados de la desolación y la miseria del momento; y novela humorística, de gran éxito, con autores como Wenceslao Fernández Flórez. Sin embargo, surgen en esta década dos novelas con una visión crítica de la realidad: La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela y Nada, de Carmen Laforet. Ambas comparten el tono sombrío y existencial. Reflejan el desolado mundo de la posguerra desde una perspectiva pesimista y existencial. Camilo José Cela (Padrón, La Coruña.1916- 2002). Recibió el premio Nobel en 1989. Toda su obra refleja pesimismo ante el mundo y el ser humano. Su actitud frente al mundo es la de un espectador distanciado y burlón, con un humor negro y desgarrado. En general, ofrece una visión deformada de la realidad. Su estilo es un prodigio de riqueza expresiva, por el léxico, los diálogos, la variedad de registros… Con su primera obra, La familia de Pascual Duarte, se inicia la corriente denominada tremendismo, al profundizar el relato en los aspectos más desagradables de la realidad. Pascual Duarte es un campesino analfabeto y pobre, dominado por sus instintos vengativos y violentos. La obra refleja un radical pesimismo, cercano al existencialismo.

Novela de los años 50

A principios de los 50 se produce un renacimiento del género narrativo. En este cambio participan autores como Cela, Delibes y Torrente Ballester. Pero el hecho decisivo es la aparición de una nueva generación de narradores jóvenes (la llamada Generación del medio siglo), que desarrollarán un nuevo tipo de novela, tanto en sus aspectos temáticos como formales. En 1951 Cela publica La colmena, su obra más valorada, con la que inicia el objetivismo o realismo de esta década. Lo más original es el personaje colectivo, la condensación temporal y su carácter de novela abierta. En el Madrid de posguerra, más de trescientos personajes nos muestran a través de múltiples y pequeños fragmentos su vivir cotidiano, lleno de miseria y de penurias. El tema refleja la incertidumbre de los destinos humanos. El estilo, bajo la aparente sencillez, es muy cuidado. También influye Miguel Delibes, autor vallisoletano que publica en 1950 El camino, en la que emplea un estilo sobrio y sencillo para retratar el mundo rural castellano. Toda la narrativa de Delibes tiene un tono ético y humanista de base cristiana, que combina con el amor a la naturaleza y el rechazo a la deshumanización. En su obra abundan los personajes indefensos y los ambientes humildes. Su estilo se mantiene siempre dentro de la sencillez, pues supedita la técnica a los contenidos. Sin embargo, eso no ha impedido que, a lo largo de su extensa obra, haya ido experimentando nuevas técnicas.

Características

Los narradores de la Generación del medio siglo consideran que la literatura debe reflejar y denunciar la situación social. Así pues, el escritor es un ser comprometido con su sociedad. El tema es la propia sociedad española: la dureza de la vida en el campo, el éxodo rural, la explotación del proletariado, la banalidad de la vida burguesa, la soledad y la comunicación, la Guerra Civil vista desde la infancia o la adolescencia… El estilo es sencillo, tanto en el lenguaje como en la técnica narrativa, pues se pretende llegar a un amplio público. Predomina el objetivismo, que pretende la desaparición del narrador, pues se entiende la novela como un testimonio de la época. El diálogo, muy abundante, recoge las características del habla coloquial, con frases cortas y léxico sencillo. El protagonista es colectivo, generalmente un grupo social. Se concentran el tiempo y el espacio. Por lo que se refiere a la nómina de autores, destacaremos los siguientes: Rafael Sánchez Ferlosio (El Jarama), Carmen Martín Gaite (Entre visillos).