La Restauración Borbónica en España: Claves del Sistema Político y Social (1875-1902)

Introducción: La Restauración Borbónica (1875-1902)

Tras el fallido intento de restaurar un régimen democrático durante el Sexenio Revolucionario (1868-1874), se restauró la monarquía borbónica y España volvió al liberalismo censitario. El nuevo sistema, ideado por Antonio Cánovas del Castillo, se fundamentó en la alternancia en el poder de dos grandes partidos: el Conservador y el Liberal. La Restauración Borbónica abarcó un largo período, desde el pronunciamiento de Martínez Campos (1874) hasta el golpe de Estado de Primo de Rivera (1923). Posteriormente, se daría paso a la Segunda República.

Fue, globalmente, un tiempo de estabilidad y consolidación del régimen constitucional y parlamentario, de modernización económica y de alejamiento del ejército de la vida política. Sin embargo, también lo fue de dominio de la burguesía, del caciquismo y del falseamiento electoral. A pesar del establecimiento del sufragio universal masculino en 1890, el régimen político de la Restauración nunca llegó a ser plenamente democrático y estuvo dominado por una burguesía oligárquica apoyada en un capitalismo agrario.

El Sistema Político de la Restauración: Fundamentos

El pronunciamiento de Martínez Campos significó la restauración de la monarquía borbónica en la persona de Alfonso XII. Cánovas del Castillo asumió la regencia hasta que el rey llegó a España en enero de 1875.

El Fin de la Experiencia Republicana y el Manifiesto de Sandhurst

Castelar, último jefe de gobierno de la Primera República, fue derrotado en 1874 por 120 votos contra 100. Resultó inminente la formación de un gobierno de centro-izquierda. Para impedirlo, el general Manuel Pavía disolvió por la fuerza la Asamblea. El poder pasó a manos de una coalición de unionistas y progresistas con el general Serrano a la cabeza. El 29 de diciembre de 1874, el pronunciamiento militar de Martínez Campos en Sagunto proclamaba rey de España a Alfonso XII. El 1 de diciembre del mismo año, el príncipe Alfonso había firmado el Manifiesto de Sandhurst, que sintetizaba el programa de la nueva monarquía.

El Nuevo Sistema Político: Bases del Canovismo y la Constitución de 1876

El sistema político de la Restauración tenía un carácter conservador y se asentaba en un sistema parlamentario, pero escasamente democrático. Las bases del nuevo sistema quedaron fijadas en la Constitución de 1876, de carácter moderado (defensa de valores tradicionales, etc.).

La Constitución establecía la soberanía compartida entre las Cortes y la Corona. Reconocía a la Corona como uno de los pilares del nuevo régimen. Las Cortes se organizaron en dos cámaras: el Congreso de los Diputados y el Senado. Se proclamó la confesionalidad del Estado. Asimismo, contaba con una prolija declaración de derechos.

Los pilares básicos sobre los que se apoyaba el sistema canovista eran:

  • La Corona: considerada una institución incuestionable y permanente.
  • Los partidos dinásticos: el poder se compartía alternativamente entre el Partido Conservador y el Partido Liberal.
  • El ejército: se alejó definitivamente de la intromisión en la vida política.

El Fin de los Conflictos Bélicos

La estabilidad del régimen se vio favorecida por el fin de la Guerra Carlista y la Guerra de Cuba. La acción del ejército liberal al mando de Martínez Campos forzó la rendición de los carlistas. Como consecuencia de la derrota carlista, se abolió definitivamente el régimen foral y se estipuló un sistema de «conciertos económicos». En Cuba, en 1878 se firmó la Paz de Zanjón, que incluía la abolición de la esclavitud y la promesa de reformas políticas y administrativas.

La Vida Política y la Alternancia en el Poder

Bipartidismo y Turno Pacífico: Los Partidos Dinásticos

El sistema político de la Restauración se basaba en la existencia de dos grandes partidos: el Partido Conservador y el Partido Liberal. Ambos partidos defendían la monarquía, la Constitución y la propiedad privada, entre otros principios. La extracción social era bastante homogénea, aunque el número de terratenientes era mayor entre los conservadores y el de profesionales entre los liberales.

El Partido Liberal-Conservador se organizó alrededor de su líder, Antonio Cánovas del Castillo, y aglutinó a los sectores más conservadores de la sociedad. El Partido Liberal-Fusionista tenía como principal dirigente a Práxedes Mateo Sagasta y reunió a antiguos progresistas, unionistas y republicanos.

En cuanto a su actuación política, las diferencias entre ambos partidos eran mínimas. Los conservadores eran más proclives al inmovilismo político, mientras que los liberales estaban más inclinados al reformismo. El ejercicio del gobierno contemplaba el turno pacífico o la alternancia regular en el poder entre las dos grandes opciones dinásticas. El turno en el poder estaba garantizado, ya que el sistema electoral invertía los términos propios del sistema parlamentario. El fraude en los resultados y los mecanismos caciquiles aseguraban que estas elecciones fuesen siempre favorables al gobierno que las convocaba.

Manipulación Electoral y Caciquismo

La alternancia en el gobierno fue posible gracias a un sistema electoral corrupto y manipulador, sustentado en el caciquismo. El control del proceso electoral se ejercía a partir de dos instituciones clave: el Ministro de la Gobernación y los caciques locales. Todo un conjunto de trampas electorales ayudaba a conseguir la victoria asegurada: es lo que se conoce como el pucherazo, que incluía la falsificación del censo, la manipulación de actas, la compra de votos, entre otras prácticas.

Además del falseamiento electoral, el sistema se sustentaba en el caciquismo, más evidente en zonas rurales, donde buena parte de la población estaba supeditada a los intereses de los caciques. Los caciques ejercían actividades discriminatorias y, con sus «favores», agradecían la fidelidad electoral y el respeto a sus intereses. Todas estas prácticas fraudulentas se apoyaban en la alta abstención de buena parte de la población; de media, la participación no superaba el 20%.

Desarrollo del Turno de Partidos y Gobiernos

Durante la Restauración, el gobierno estuvo en manos de los dos partidos dinásticos, que se fueron alternando en el poder. El turno dinástico funcionó con toda regularidad hasta 1898. El Partido Conservador se mantuvo desde 1875 hasta 1881, cuando los liberales accedieron por primera vez al poder. El programa de Sagasta tuvo su oportunidad en el llamado Gobierno Largo, después de la muerte de Alfonso XII. El temor a una posible desestabilización del sistema político tras la desaparición del rey impulsó a conservadores y liberales a llegar a un acuerdo, el llamado Pacto del Pardo.

El nuevo gobierno liberal llevó a cabo una serie de reformas con la intención de incorporar al sistema algunos de los derechos y prácticas liberales asociados a los ideales de la Revolución de 1868: el sufragio universal masculino, la abolición de la esclavitud y el derecho a voto para todos los varones mayores de 25 años, entre otras.

Conclusión

Con el paso del tiempo, los dos partidos hegemónicos se fueron descomponiendo y no fueron capaces de dar entrada a las nuevas fuerzas emergentes, como el obrerismo y el republicanismo, para ensanchar la base social del régimen y darle credibilidad.

La Restauración tuvo que hacer frente a la expansión de los movimientos sociales y al cuestionamiento del dominio español tanto en las Antillas como en el Pacífico. En 1898, la pérdida de las últimas colonias sumió a la Restauración en una gran crisis política y moral, conocida como el «Desastre del 98», que resquebrajó los fundamentos del sistema y planteó la necesidad de iniciar un proceso de reformas y medidas orientadas a modernizar la vida social y política del país (el regeneracionismo).

Toda esta situación se vio agravada ante la emergencia de propuestas nacionalistas que, desde Cataluña o el País Vasco, exigían la reforma del Estado.