Nietzsche: De la Crítica Metafísica al Nihilismo y la Reafirmación de la Vida

Nietzsche y la Crisis de la Modernidad

El texto se sitúa en la época de la Revolución Industrial, un periodo de cambios radicales donde Nietzsche fue testigo de una cultura filosófica y religiosa en crisis. Los ideales de los siglos anteriores, que habían llevado a la idea de una verdad eterna e inmutable, estaban siendo desafiados por nuevas corrientes filosóficas y científicas. Nietzsche percibía que la filosofía había caído en un dogmatismo que negaba el cambio, la vida y la multiplicidad. Por el contrario, él proponía un enfoque que celebraba la evolución, la creatividad y la constante transformación, tanto a nivel personal como filosófico.

En este sentido, su crítica es parte de un proceso más amplio de cuestionamiento de las estructuras fijas de pensamiento que dominaron la Europa moderna, lo cual se refleja tanto en su crítica a los filósofos como en su rechazo a las visiones estáticas del conocimiento y la existencia.

A lo largo de su obra, Nietzsche propone la noción de la voluntad de poder como una fuerza fundamental en la vida humana. En lugar de ver la existencia como un proceso que debe ser frenado o sistematizado a través de reglas fijas, Nietzsche aboga por la afirmación de la vida, el enfrentamiento con el caos y la constante superación del individuo.

La Crítica de Nietzsche a la Metafísica Occidental

El ocaso de los ídolos es una obra escrita por Friedrich Nietzsche en 1889, año en el que sus problemas mentales le llevaron a distintas casas de reposo y al abandono definitivo de su actividad intelectual. En este fragmento, perteneciente al capítulo “La razón en la filosofía”, Nietzsche realiza una crítica a todos aquellos filósofos que a lo largo de la historia despreciaron el devenir y se inventaron el ser, por no soportar el cambio, la vejez, la muerte… Nietzsche los acusa de haber defendido momias conceptuales, es decir, conceptos vacíos de contenido. Los grandes conceptos de la metafísica occidental (ser, idea, sustancia, yo, noúmeno…) no son más que meras ficciones creadas por los filósofos por no aceptar algo tan evidente como que el único mundo existente es el que captamos con los sentidos, y este es cambiante, está en continuo devenir.

El Devenir frente al Ser: Ejemplos Históricos

Como bien nos recuerda Nietzsche al final del fragmento, el primero en cometer este error fue Parménides (“lo que es no deviene; lo que deviene no es”). Sin embargo, otros pensadores ahondaron en esta falacia:

  • Platón: Defendió la existencia de las ideas, arquetipos inmutables, perfectos y eternos, en el mundo inteligible, frente a la ficción del mundo sensible y al engaño de nuestros sentidos por mostrarnos un mundo cambiante.
  • Aristóteles: Aunque negó el dualismo ontológico platónico, volvió a equivocarse al defender la existencia de la sustancia basándose en la percepción de los accidentes y en la necesidad de estos de sustentarse en la primera.
  • Descartes: Ya en la época moderna, cometió el mismo error al defender la primacía e independencia de la sustancia pensante (yo, alma, conciencia) frente a la sustancia extensa, el cuerpo.
  • Kant: Finalmente, reincidió en el mismo error al establecer la distinción entre el noúmeno (o “cosa en sí”) y el fenómeno.

Así pues, y a modo de resumen, para Nietzsche el gran error ha consistido en no aceptar que el mundo es puro devenir y que la vida es finita. El ser humano, en lugar de aceptar esta evidencia, ha buscado distintas vías de escape (religiosas, filosóficas y científicas) para no enfrentarse a esta terrible verdad: estamos solos en el mundo y somos dueños de nuestro destino.

El Nihilismo en la Filosofía de Nietzsche

El nihilismo en Nietzsche es la consecuencia de la “muerte de Dios” y la pérdida de valores trascendentales, que deja a la humanidad frente a un vacío de sentido. Para Nietzsche, el nihilismo puede ser tanto una crisis existencial como una oportunidad para la auto-creación. La forma en que respondamos al nihilismo determinará si nos hundimos en la desesperación o si, por el contrario, creamos nuestros propios valores y afirmamos la vida.

Nietzsche frente a Kant: Un Contraste Filosófico

1. Conocimiento y Realidad

  • Kant: En su Crítica de la razón pura, Kant sostiene que el conocimiento humano está limitado por las estructuras de la mente. Según él, no podemos conocer la “cosa en sí” (la realidad tal como es independientemente de nosotros), solo conocemos las “cosas tal como se nos presentan” a través de las categorías de la mente humana. Esto es lo que Kant denomina el fenómeno, en contraste con el noúmeno, que es lo incognoscible.
  • Nietzsche: En El crepúsculo de los ídolos, Nietzsche critica la metafísica kantiana, pues para él, la verdad no está dada por la razón o la objetividad, sino que es una construcción de poder y voluntad. Para Nietzsche, nuestras percepciones del mundo están moldeadas por nuestras perspectivas y por la voluntad de poder, y no hay una realidad objetiva que pueda ser conocida independientemente de nuestras interpretaciones.

2. Ética y Moralidad

  • Kant: Kant desarrolla una ética basada en el imperativo categórico, una regla moral universal que todos los seres racionales deben seguir. Según Kant, los actos morales son aquellos que pueden ser universalizados, es decir, aquellos que uno podría desear que todos los seres racionales siguieran sin contradicción.
  • Nietzsche: Nietzsche se opone rotundamente a la moral kantiana, ya que la considera una moral de esclavos, impuesta por valores trascendentales y ajenos a la vida. Nietzsche propone una moral basada en la afirmación de la vida, la creatividad individual y la superación de los valores tradicionales.

3. La “Muerte de Dios” y sus Implicaciones Morales

  • Kant: Aunque Kant no habla directamente de la “muerte de Dios”, su filosofía ética requiere de una idea trascendental de Dios como fundamento último de la moral. El imperativo categórico presupone un orden moral universal que se convierte en moral absoluta.
  • Nietzsche: Nietzsche considera que la “muerte de Dios” significa la desaparición de las certezas absolutas sobre la moralidad y la verdad, lo que abre la posibilidad para la creación de nuevos valores.