Segundos reinos taifas perdida de Toledo en 1805

Los pueblos prerromanos. Las colonizaciones históricas: fenicios y griegos. Tartesos


Tartessos (VIII-VI a.C.) se ubicaba en Andalucía occidental. Su economía se basaba en la minería, en la ganadería, en la metalurgia del bronce y en el comercio con fenicios y griegos. Los íberos se asentaron en el sur de la Península y en la costa mediterránea. Su economía se sustentaba en la agricultura, la ganadería y el comercio, llegando a acuñar moneda. La sociedad era tribal, muy jerarquizada y gobernada por monarquías. Desarrollaron la escritura y esculturas como la Dama de Elche y la Dama de Baza. Los celtas procedían del centro de Europa, y ocuparon la Meseta Norte y el noroeste de la Península. Aportaron el uso del hierro, se asentaron en poblados llamados castros y su principal actividad era la ganadería. Los celtíberos se asentaron en el centro peninsular. Los fenicios proceden del Mediterráneo Oriental. Se asientan en colonias como (Cádiz), (Málaga), (Almuñécar) o (Adra). Aportaron el torno del alfarero, la escritura y el culto a Melqart. Los griegos fundan (Ampurias) y (Rosas). Desarrollan una economía comercial. Los cartagineses entraron en conflicto con Roma. En España fundan (Ibiza) y (Cartagena). Sus más importantes caudillos fueron Amílcar, Asdrúbal y Aníbal.


El reino visigodo: origen y organización política. Los concilios


Los visigodos llegaron a un pacto con Roma, por el que se les concedíó tierras en el sur de la Galia (Francia) y en Hispania a cambió de expulsar a los suevos, vándalos y alanos. En un principio se asentaron en Toulouse, hasta que la derrota en Vouillé (507) frente a los francos les obligó a asentarse en la Península, estableciendo su capital en Toledo. La monarquía visigoda era electiva. Para el gobierno el rey se servía del Aula Regia y del ​Officium Palatinum​. Los visigodos pusieron a la cabeza de cada provincia a un gobernador o duque. Posteriormente, dividieron las provincias en condados. El rey Recaredo se convirtió al catolicismo en el Tercer Concilio de Toledo (589). A partir de ese momento, los Concilios de Toledo tuvieron carácter de asamblea legislativa. Recesvinto recopiló toda la legislación en el ​Líber Iudiciorum o Fuero Juzgo​. Los únicos que quedaron discriminados fueron los judíos. Al final de la monarquía visigoda surgieron guerras por la sucesión al trono, lo que provocó la irrupción musulmana en el año
711.


Al Ándalus: reinos de taifas. Reino nazarí


La falta de autoridad, el creciente poder del ejército, las tendencias revolucionarias del pueblo y las divisiones étnicas provocaron la caída del Califato en 1031 y la división de Al-Ándalus en los reinos de taifas. La época de los reinos de taifas fue un periodo de crisis política y militar, pero de gran brillantez cultural. Los reyes cristianos ayudaban a las taifas en sus enfrentamientos a cambio de recibir parias (tributos). El Imperio almorávide (1086-1146), en el norte de África, fue llamado por los reyes taifas tras la toma de Toledo por los cristianos (1085), y vencíó a Alfonso VI en Sagrajas (Badajoz). La decadencia del Imperio almorávide llegó pronto y desembocó en la aparición de una segunda etapa de reinos de taifas. El Imperio almohade (1170-1212) acudíó llamado por los reinos de taifas. Tras iniciales victorias (Alarcos, 1195), fueron derrotados por una coalición de los reinos cristianos (Castilla, Aragón y Navarra) en la batalla de las Navas de Tolosa (1212). La pérdida de poder de los almohades supuso una nueva fragmentación de Al-Ándalus en unas terceras taifas, que fueron sometidas a lo largo del s. XIII por los reyes de Castilla y de Aragón. El reino nazarí de Granada (1246-1492) mantuvo su independencia gracias al vasallaje frente a Castilla, la ausencia de tensiones religiosas y la llegada masiva de andalusíes. Durante el Siglo XV conocíó su máximo esplendor con Yusuf I y Muhammad V.


El Imperio de los Austrias: España bajo Carlos I. Política interior y conflictos europeos


Carlos I heredó las coronas de Aragón, Castilla y Navarra, las posesiones italianas, norteafricanas, las Indias, los Países Bajos, el Franco Condado y los derechos a la corona imperial. En la Península tuvo que enfrentarse a las Cortes y a una serie de revueltas en Castilla y Levante. En la revuelta de las Comunidades en Castilla (1520-1522), los comuneros protagonizaron una rebelión política, fueron derrotados en la batalla de Villalar (Valladolid, 1521) y sus tres líderes, Bravo, Padilla y Maldonado, ejecutados. La revuelta de las Germánías en Valencia y Mallorca (1519-1523) se dirigíó contra los señores feudales y los mudéjares. La monarquía nuevamente salíó reforzada frente a las ciudades y las Cortes. Entre 1519 y 1544, la lucha por la hegemonía en Europa llevó a Carlos V al enfrentamiento con Francia. La lucha por el predominio en Italia se saldó con la incorporación del Milanesado y la firma de la Paz de Cambrai (1529). Entre 1545 y 1555 luchó contra los protestantes dentro del Imperio alemán, a los que derrotó en Mühlberg (1547). Posteriormente firmó la Paz de Augsburgo (1555), por la que reconocía a los protestantes. Otro foco de conflicto era el Imperio otomano. La conquista de Túnez (1535) por Carlos V no soluciónó el problema.


Los Austrias del Siglo XVII: el gobierno de validos. La crisis de 1640


Felipe III (1598-1621) tuvo como valido al duque de Lerma, que en el año 1609 expulsó a los moriscos. Felipe IV (1621-1665) tuvo como valido al conde-duque de Olivares, que defendíó una política belicista. Trató de unificar los reinos de España en torno a Castilla. En 1626 aprobó la Uníón de Armas, que provocó sublevaciones en torno a 1640. En Cataluña, el conflicto se inició en 1635, cuando se declara la guerra entre Francia y España. Empiezan las protestas contra los tercios imperiales, pues supónía un gran sacrificio mantener a un ejército. El momento culminante fue el Corpus de Sangre (1640), cuando los campesinos se apoderan de Barcelona, asesinaron al virrey y se proclamó una breve república catalana. Desde Madrid se enviaron tropas para sofocar la sublevación y en Cataluña se pidió ayuda a Francia. La entrada y mantenimiento de tropas francesas provocaron los mismos descontentos que las tropas castellanas. El conflicto finalizó en 1652, con la intervención de las tropas de Juan José de Austria. En Portugal, a la política centralizadora de Castilla, hay que añadir el descontento de las clases dirigentes portuguesas. La revolución fue dirigida por el duque de Braganza, que fue proclamado rey de Portugal con el nombre de Juan IV. En 1668 se reconocería la independencia de Portugal. En el reinado de Carlos II (1665-1700) Mariana de Austria actuó como regente. Su falta de descendencia provocará la Guerra de Sucesión.


Ideas fundamentales de la Ilustración. El despotismo ilustrado: Carlos III


En la primera mitad del Siglo XVIII destaca el escritor Benito J. Feijóo​. Se crearon las principales Academias: Real Academia de la Lengua, Medicina, Historia, Bellas Artes de San Fernando, el Jardín Botánico y el Gabinete de Historia Natural. La ilustración llega a su apogeo en el reinado de ​Carlos III (1759-1788)​, con la creación de las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País. También se desarrolló la literatura con Jovellanos, Cadalso y Moratín (​El sí de las niñas​). Carlos III llevó a cabo una importante reforma de Madrid con el empedrado de las calles y el alcantarillado, la construcción del Paseo del Prado, la Fuente de Cibeles, la Puerta de Alcalá, el Observatorio Astronómico o el Museo del Prado. Además, Carlos III implantó el despotismo ilustrado, que puede resumirse en la frase ​“todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. E​ l gran problema del reinado fue el Motín de Esquilache (1766), una revuelta popular que estalla por el incremento del precio del pan y por un decreto que prohibía el uso de capas largas y sombreros. Su extensión a casi todo el país favorecíó el cese del ministro Esquilache. A su vez, se sometíó a la Iglesia al control del Estado mediante el regalismo. Los problemas que surgieron entre el Estado y el papado culminaron con la expulsión de los jesuitas (1767).


La Guerra de Sucesión Española y el sistema de Utrecht. Los Pactos de Familia


En el año 1700 muere sin descendencia Carlos II, que había elegido como sucesor al francés Felipe de Anjou, futuro Felipe V de Borbón. Varias potencias europeas propondrán otro candidato, el archiduque Carlos de Habsburgo, y formarán una coalición antiborbónica (Gran Bretaña, Austria, Holanda y Portugal). Se desata la Guerra de Sucesión (1701-1713) y en España se inicia una Guerra Civil, pues Castilla apoyó a Felipe de Anjou, mientras que Aragón apoyó al archiduque Carlos de Austria. Las hostilidades finalizarán con el acceso del archiduque al control del Imperio Austriaco y la firma de la Paz de Utrecht (1713), que supuso la consolidación de Gran Bretaña como potencia, con el control de Gibraltar, Menorca y el comercio con las Indias. España pierde Flandes y las posesiones italianas. Ante el fracaso de su política exterior revisionista, Felipe V firmó con Francia el Primer Pacto de Familia (1733), por el que consiguió Nápoles y Sicilia. Gracias al Segundo Pacto de Familia (1743) España obtuvo los ducados de Parma y Toscana. En el reinado de Carlos III (1759-1788) se firmó el Tercer Pacto de Familia (1761), por lo que España participó en la guerra de los siete años y en la guerra de independencia de las Trece Colonias americanas, obteniendo Florida y Menorca, aunque no Gibraltar.


La guerra de los Treinta Años y la pérdida de la hegemonía española en​ ​Europa


Durante el reinado de Felipe III asistimos a un periodo de paz y treguas. Con Inglaterra firma la paz en 1604 y con Holanda se firma La Tregua de los Doce Años (1609-1621). En contraste, el reinado de Felipe IV será un periodo bélico y de derrota de España frente a las potencias europeas. La monarquía española intervino en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). Se buscaba mantener el prestigio de la monarquía española en el escenario europeo. Los Países Bajos se incorporaron a la guerra, buscando su total independencia política. A la vez se luchaba contra Francia, que buscaba convertirse en la potencia hegemónica en Europa. La guerra de los Treinta años acabó con la derrota de los Habsburgo y la firma de la paz de Westfalia (1648). España quedó como potencia de segunda fila en el nuevo orden europeo. También se ratificó aquí la independencia de Holanda con respecto a España. No obstante, España continuó luchando contra Francia hasta la Paz de los Pirineos (1659), por la que España cedía el Rosellón y una parte de la Cerdaña (al norte de Cataluña).