Chuleta administración publica

LA DICTADURA DE Primo de Rivera Y LA CAÍDA DE LA MONARQUÍA. LOS PROBLEMAS ECONÓMICOS.

Ante la crisis del sistema político de la Restauración, en Septiembre de 1923, el general Primo de Rivera, llevó a cabo un pronunciamiento militar contra el gobierno constitucional. Debido a la crítica situación del país y del sistema, el pronunciamiento apenas tuvo oposición.

Primo de Rivera publicó mediante un manifiesto sus intenciones, situando la dictadura como un régimen transitorio. La opinión pública lo acogíó favorablemente. Contó con el apoyo de los empresarios y los republicanos no se opusieron. El 15 de Septiembre, el rey Alfonso XIII encargó a Primo de Rivera la formación de un nuevo gobierno.Inmediatamentese impuso el orden público con duras medidas represivas, como la prohibición de las actividades de los partidos y de los sindicatos. También se reprimíó cualquier manifestación del nacionalismo.

La reforma administrativa creóuna nueva administración con gobernadores militares y los delegados gubernativos, sustituyendo ayuntamientos y diputaciones.

La aprobación del Estatuto Municipal inició en la práctica la formación de una nueva administración centralizada, y la eliminación del caciquismo. Además, el Estatuto provincial acabó con la Mancomunidad en Cataluña, lo que fomentó el desarrollo del catalanismo radical.

En cuanto al conflicto de Marruecos, Primo de Rivera era partidario de negociar la paz, y ofrecíó a Ab-el-Krim una amplia autonomía, pero los africanistas se opusieron. Entonces, España y Francia iniciaron una ofensiva militar conjunta, que permitíó el desembarco de Alhucemas y la derrota de Abd-el-Krim, que se entregó a Francia (Septiembre de 1925). En 1926, el protectorado quedó totalmente dominado.Tras resolver el problema del orden público y solucionar con éxito la cuestión marroquí, Primo de Rivera sustituyó el Directorio Militar por un gobierno civil, con la clara intención de permanecer en el poder. Se rodéó de políticos de derechas, como José Calvo Sotelo y Eduardo Aunós. Con el fin de consolidar el régimen, se impulsó la formación de un gran partido de derechas, la Uníón Patriótica. En 1926, Primo de Rivera anunció la convocatoria de una Asamblea Nacional Consultiva, cuyos  miembros fueron designados por el gobierno en su mayoría, encargada de elaborar una especie de constitución. Pero la oposición de los todos los grupos políticos y la negativa de los socialistas a seguir colaborando, paralizaron el proyecto de Estatuto Fundamental de la Monarquía (nombre que se dio a la constitución) y aceleraron la oposición al dictador.

La política económica y social se caracterizó por el intervencionismo estatal y el nacionalismo económico, cuyos objetivos eran regular e impulsar la industria nacional, mediante la subida de aranceles y el aumento del gasto público. Se crearon grandes monopolios estatales, como CAMPA o Telefónica.

El fomento de obras públicas fue uno de sus aspectos más destacados. Esta política de gasto público incrementó el déficit presupuestario y obligó a una emisión constante de deuda pública. La escasa conflictividad social del período de la dictadura se explica en parte por la represión, pero también por el desarrollo de una amplia política social y el control de la masa obrera a través de la Organización Corporativa Nacional. Su base eran los comités partidarios de cada uno de los oficios, y el objetivo de estos era resolver pacíficamente los conflictos. Su puesta en práctica contó con la colaboración de los socialistas.

A partir de 1926, la dictadura empezó a perder apoyos y aumentaron las críticas y la oposición


Uno de los problemas más graves fue el conflicto militar. Se produjo cuando Primo de Rivera, partidario de los ascensos por méritos de guerra, aprobó una norma que restringía los ascensos por antigüedad. Ante la oposición de los oficiales, forzó al rey a que aprobase el decreto de disolución del cuerpo de Artillería. Este hecho provocó que una parte del ejército se distanciara de la dictadura y del propio rey. Los dirigentes de los partidos y los republicanos, optaron por las conspiraciones y los pronunciamientos militares. En 1929, el jefe del partido conservador, Sánchez Guerra promovíó otro pronunciamiento.

Otro frente opositor fue el de los intelectuales y periodistas, como Unamuno, Ortega y Gasset, Blasco Ibáñez, etc. Muchos estudiantes lo respaldaron, fundando la Federación Universitaria Escolar (FUE).

En 1926 se formó la Alianza Republicana y la Derecha Liberal Republicana de Alcalá Zamora. En 1927, los partidarios de la insurrección revolucionaria formaron la Federación Anarquista Ibérica. En Enero de 1930, Primo de Rivera, falto de apoyos, presentó su dimisión. Tras esto, Alfonso XIII encargó el gobierno al general Berenguer, con el fin de volver a la normalidad constitucional. Sin embargo la sociedad española ya no dejaba controlarse por el caciquismo. En Agosto de 1930, prácticamente todos los partidos, sobre todo los republicanos, acordaron el Pacto de San Sebastián, con el objetivo de proclamar la república. A la reuníón asistieron personalidades como Azaña y Alejandro Lerroux, representantes del Partido Republicano Radical y la Acción Republicana, respectivamente. De la Derecha Liberal Republicana asistieron Alcalá Zamora y Miguel Maura y a título personal, destacó el socialista Indalecio Prieto. En ese mismo año se creó una Agrupación al Servicio de la República.
En Febrero de 1931, Berenguer dimitíó y fue sustituido por el almirante Aznar, que anunció la convocatoria de unas elecciones municipales para el 12 de Abril. Estas elecciones se tomarían como un plebiscito a favor o en contra de la monarquía. El triunfo de los republicanos dio paso a la proclamación de la república el 14 de Abril.