España Siglo XIX: Política, Economía y Sociedad (1845-1868)

En 1845, se produjo la reforma de la Hacienda, de Mon-Santillán, que no logró acabar con los deficientes ingresos fiscales. Además, se firmó el Concordato de 1851, que restableció las relaciones entre la Iglesia y Estado. En 1849, el Partido Demócrata, surgido tras la ruptura del partido progresista, publica un Manifiesto, defendiendo la soberanía nacional, el sufragio universal, y el derecho de asociación y reunión. Este partido engloba a progresistas radicales y socialistas. Entre 1846 y 1849 tuvo lugar la Segunda Guerra Carlista que se dio cuando a Carlos VI, hijo de Carlos María Isidro, se le negó la posibilidad de casarse con Isabel II, lo que desencadenó la guerra en Cataluña.

El Bienio Progresista (1854-1856)

Durante esta etapa, de nuevo gobernará el general Espartero. Comenzó con el pronunciamiento militar de la “Vicalvarada“, de la mano del general O’Donnell, y el Manifiesto de Manzanares. Se dio un nuevo impulso a la economía, llevándose a cabo la desamortización de Madoz y la Ley General de Ferrocarriles (1855). En 1856 se redactó una constitución que no llegó a ponerse en práctica.

El Gobierno de la Unión Liberal

El general O’Donnell gobernó con la Unión Liberal, de manera prolongada. Fue un partido central que buscaba una alternativa ante el radicalismo progresista y el autoritarismo moderado. Destacó este gobierno por una política exterior que intentó devolver a España el prestigio internacional, a través de intervenciones militares, en Cochinchina, Marruecos, México y el Pacífico.

Crisis de 1866 y el Pacto de Ostende

En 1863, O’Donnell dimitió, y Narváez asumió el gobierno de forma más conservadora. Durante esta etapa, tuvieron lugar dos acontecimientos clave que marcaron la evolución política. El primero fue la Matanza de la Noche de San Daniel (1865), cuando una protesta estudiantil fue reprimida violentamente, lo que provocó la dimisión de Narváez. El segundo fue la Sublevación del Cuartel de San Gil (1866). Este levantamiento, que buscaba derrocar al gobierno, fracasó, pero provocó la dimisión de O’Donnell y el regreso de Narváez al poder.

En este contexto, en 1866, progresistas y demócratas firmaron el Pacto de Ostende, con el objetivo de derrocar a los moderados, destronar a Isabel II y convocar elecciones. Tras la muerte de O’Donnell, los unionistas de Serrano se unieron al pacto. Esto desembocó en La Gloriosa de 1868, que supuso el destronamiento de Isabel II y el inicio del Sexenio Democrático.

Las Desamortizaciones

Durante el siglo XIX en España, la revolución liberal no solo implicó un cambio en el régimen político, sino también en la estructura económica y social. A nivel económico, se impulsó la creación de una propiedad privada libre y de mercado, mientras que socialmente se buscaba la transición de una sociedad estamental a una sociedad de clases, basada en la libertad y el mérito personal. No obstante, este cambio fue precario e insuficiente, y el liberalismo conservador se consolidó. En este proceso, las desamortizaciones jugaron un papel fundamental, especialmente las de Mendizábal y Madoz.

Las desamortizaciones buscaron transformar la propiedad amortizada y vinculada de la nobleza, la Iglesia y los ayuntamientos en propiedad libre y de mercado. La desvinculación de bienes inmuebles nobiliarios se logró en 1837, mientras que la eliminación del Mayorazgo se completó en 1841. El proceso desamortizador consistía en incautar bienes de la Iglesia y los ayuntamientos para venderlos en subastas públicas, generando ingresos para el Estado.

La desamortización de Mendizábal (1836) fue particularmente polémica, ya que afectó a los bienes del clero regular y se generó una tensión con la Iglesia, que se resolvió con el Concordato de 1851. En cuanto a la desamortización de Madoz (1855), se enfocó en los bienes colectivos de la Iglesia y los ayuntamientos, y los recursos obtenidos se destinaron a la expansión del ferrocarril y la industrialización.

Los beneficiarios de las desamortizaciones fueron principalmente la burguesía adinerada, que compró tierras y propiedades a través de subastas, lo que no resolvió el problema de la falta de tierras para los campesinos. Además, se consolidó un campesinado proletarizado que trabajaba en tierras de una nueva burguesía terrateniente. Sin embargo, se produjo un aumento en la superficie cultivada y la productividad en el país, aunque con una estructura de propiedad que seguía siendo desigual, con minifundios en el norte y latifundios en el centro y sur. También hubo una pérdida del patrimonio artístico y cultural de la Iglesia.

La Industrialización en España

En cuanto a la industrialización, España experimentó un proceso tardío e incompleto en comparación con otros países europeos. A mediados del siglo XIX, la producción era principalmente artesanal y local, pero comenzó a despegar durante el gobierno de O’Donnell. Sin embargo, la crisis económica de los años 50 ralentizó el proceso, aunque hacia el final del siglo se recuperó lentamente. La industria textil algodonera se desarrolló en Cataluña, y la industria siderúrgica en Andalucía, Asturias y el País Vasco. La Ley de Bases Mineras de 1868 permitió la llegada de capital extranjero para la explotación de minerales como el hierro y el carbón, que se convirtieron en una parte importante de las exportaciones.