La novela después de la Guerra Civil

Lluvia fina es una novela de Luis Landero publicada en 2019. El autor se dio a conocer en 1989 con Juegos de la edad tardía una obra llena de reminiscencias cervantinas. Pertenece a la lista de autores que han desarrollado toda su producción en la democracia. Normalmente ha sido clasificado dentro de la novela de la memoria y el testimonio, que con un enfoque realista trata la vida de una generación. En su estilo se ha señalado la presencia sutil de un cierto Realismo mágico, más presente en sus primeras obras que en las últimas. En cualquier caso, su estilo aparentemente sencillo es denso y cuidado.

En esta novela solo el personaje del padre está imbuido de ese Realismo mágico. El resto de la historia está lleno de todo el dolor y el rencor que puede ocultar una familia normal. Gabriel decide celebrar el cumpleaños de la madre invitando a cenar a sus dos hermanas, Sonia y Andrea, con sus respectivas parejas. Landero va presentando datos a propósito dispersos hasta construir un relato oscuro, abrumador, cargado de sombras y resentimiento sobre una madre que semeja una Bernarda Alba de clase media, dos hermanas comidas por los celos  y un soñador indolente, Gabriel. Y Aurora, su esposa, que todo lo escucha y todo lo soporta, hasta el terrible final.

El lenguaje, basado en el diálogo, es aparentemente sencillo. Pero la construcción fragmentaria, la idiosincrasia lingüística de cada personaje… nos habla de una novela profundamente trabajada. En ella cuesta separar la realidad de los recuerdos inventados; pero finalmente nos quedamos con un relato en donde las culpas y los rencores ponen en marcha una trama que acabará en una tragedia que está latente desde el principio de la obra.33


TEMA 7. NARRATIVA DESDE 1975 HASTA LA ACTUALIDAD

En 1975, tras la muerte de Franco, es proclamado rey Juan Carlos I. Adolfo Suárez, presidente del gobierno, es el principal protagonista de la llamada transición. Se legalizan los partidos políticos prohibidos y muchos exiliados regresan al país. Tienen lugar las primeras elecciones generales y en 1978 se firma la Constitución. La novela es el género por excelencia de esta época. Proliferan los premios y galardones porque son una gran propaganda para el novelista. Es muy difícil establecer unas carácterísticas comunes a los novelistas de este tiempo. A pesar de las diferencias entre los escritores y las tendencias diversas que encontramos en nuestro tiempo, podemos considerar que todos ellos coinciden en los siguientes rasgos: tienden a utilizar recursos más tradicionales, todos valoran el placer de contar, el tono humorístico es una nota dominante en casi todos los autores, ya no hay grandes héroes en las novelas, se observa una tendencia al intimismo, a contar experiencias personales. Pero hay que destacar dos carácterísticas de la novela posterior a 1975: los novelistas renuncian a explicar el mundo y los problemas que derivan de él y son habituales los juegos del autor, que construyen textos sorprendentes, aludiendo a referencias conocidas por el lector, como hace Quim Monzó en su novela La monarquía, donde versiona el cuento de La Cenicienta.

En la década de los 80 entra en crisis la fiebre experimental y se vuelve a una novela más tradicional, en la que lo más importante sigue siendo el argumento, contar bien una historia. Se aprecian varias tendencias a partir de esta época: experimentalismo, se trata de la renovación formal de la década de los 60, pero no es tan radical como en esa década. La carácterística dominante es la búsqueda de un lenguaje perfecto muy elaborado. Además, se incluye la reflexión en las obras. La obra cumbre de este periodo es Volverás a Regíón de Juan Benet; la novela policíaca: relatan historias de policías que resultan atractivas al lector y al mismo tiempo hacen denuncia social, muchas veces son relatos inmersos en momentos históricos, pero su trama es de ficción. La novela histórica, influida por El nombre de la rosa de Umberto Eco. La novela lírica, de tono intimista o autobiográfico. Destacan Juan José Millás (Papel mojado) o Julio Llamazares (La lluvia amarilla); la metanovela, que fabulan acerca del proceso de la escritura, como Luis Landero en Juegos de la edad tardía; la novela de intriga, que mantiene la atención del lector, como El invierno en Lisboa de Antonio Muñoz Molina. 


TEMA 5. POESÍA DESDE 1939 HASTA LA ACTUALIDAD

Después de la guerra civil, España vive bajo la dictadura del general Franco y esto tiene como consecuencias el aislamiento internacional, la represión política de los vencidos y una férrea censura. Con el fallecimiento del dictador, comienza un periodo de transición pacífica con la reinstauración de la monarquía en la figura de Juan Carlos I. Durante la guerra, el cultivo de la poesía estuvo ligado a la arenga en ambos bandos. Fieles a la República se mantuvieron la mayoría de los poetas reconocidos. Encontramos así dos grupos de poetas: los poetas en el exilio cuya poesía tiene en común la añoranza de España y entre los que sobresale León Felipe y los poetas que se quedaron, que siguen varias tendencias: una poesía que enlaza con las vanguardias, con Carlos Edmundo de Ory.  En los años 50 la poesía es una continuación de la poesía desarraigada anterior, pero se abandona el tono pesimista para pasar a denunciar las desigualdades sociales.  A finales de los 50 surge un grupo de poetas que, sin dejar los temas sociales, buscan una mayor elaboración del lenguaje. Consolidan su obra en los años 60. Hay varios temas comunes, el pasar del tiempo, la fugacidad de la vida, el amor y la amistad; utilizan un lenguaje coloquial donde la ironía sirve para distanciarse de la realidad. Destacan Claudio Rodríguez, con su poesía de carácter intimista; Jaime Gil de Biedna, cuya ironía es uno de los valores de sus poemas y Ángel González que trata asuntos cotidianos en los que mezcla la visión intimista con la realidad. La renovación duró hasta la década de los 80 cuando aparece la llamada estética veneciana con nuevas referencias culturales y nuevos enfoques de los temas tradicionales (la muerte, el tiempo, el amor) en los que aparece el erotismo, la homosexualidad, la juventud perdida, el placer o la aventura. Surgen otras tendencias: la reflexión sobre la creación poética de Jaime Siles o el retorno a la vanguardia y a la experimentación surrealista y simbolista de Ana Rossetti y Blanca Andréu. La poesía más asentada desde los 80 y que perdura a comienzos del Siglo XXI es la poesía de la experiencia: poesía realista, escrita en torno coloquial, que cuenta una historia cotidiana en escenarios urbanos. Los poemas de Luis García Montero y los de Felipe Benítez Reyes son sus más claros exponentes. En la actualidad, la poesía independiente de los más jóvenes coincide con la de generaciones anteriores, es una poesía esencialista, de contenidos filosóficos, que rechaza la retórica, tiende a la brevedad.