El optimismo de Miguel Hernández comienza a diluirse al comprobar la insensibilidad de Europa hacia el drama que se vive en España. Esto le provoca una profunda depresión que intensifica su vena antiburguesa. Pese a la alegría por el nacimiento de su primer hijo, la poesía hernandiana deriva hacia un progresivo pesimismo intimista. A esta etapa pertenece El hombre acecha (1939), un volumen donde el poeta pasa de cantar a susurrar amargamente.
Al acabar la guerra, Miguel Hernández es detenido. Sigue leyendo