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El amado, que en el poema anterior se nos presentó como “ángel, demonio” se convierte aquí en un “Dios” al que Cernuda esperó para poder configurar su existencia en función de él. Antonio Jiménez Millán ve en este cambio un paso adelante en la configuración del mito, que transforma al amado en un ser superior, de una naturaleza no terrenal. Hay también en ello un reflejo de la “Oda” dedicada al actor George O’Brien, de la que ya hemos hablado

Sin embargo, la relación llegó a su fin: Sigue leyendo